16

11 1 0
                                    

Catorce días
Parte I

Cuando las clases terminaron, la monotonía había calado profundamente en Chris. No sabía qué hacía en esa escuela que no era la suya, en ese estado provisional que no hacía más que poner de manifiesto la falta de una vida real y sólida. Lo único que quería era irse a su litera y dormir y olvidarse no solo del tiempo y de aquella larga semana que había pasado ya en la Escuela de la Costa,sino también de la disputa con Zabdiel y de las muchísimas preguntas e inquietudes que esta había provocado en su mente.

La noche anterior le había resultado imposible conciliar el sueño. A altas horas de la mañana había vuelto a solas a su habitación y dio vueltas y vueltas en la cama sin lograr dormirse por completo. Que Zabdiel le gritara ya no lo sorprendía, pero no por eso lo dejaba indiferente.  Mientras caminaba entre la niebla hacia su dormitorio después de las clases seguía sintiéndose enfadado y molesto. Tenía la vista nublada y prácticamente andaba dormido cuando posó la mano en el pomo de la puerta. Al entrar en la habitación a oscuras y vacía estuvo a punto de pasar por alto el sobre que alguien había pasado por debajo de la puerta.Era un sobre de color crema, fino y cuadrado.

La carta en el interior estaba escrita a máquina en papel de color crema y se hallaba doblada en tres partes.

Querido Chris:

Hay una cosa que quiero decirte desde hace tiempo. Reúnete conmigo en la ciudad, cerca de Noyo Point, en torno a las seis de la tarde. El autobús nº 5 que circula junto a la autopista 1 tiene parada a cuatrocientos metros al sur de la Escuela de la Costa. Utiliza este billete de autobús. Te esperaré en North Cliff. Tengo muchas ganas de verte.

Te quiere,Zabdiel.

Eso era todo. No había nada más.Le pareció alucinante. Ni una mención a su disputa en la playa, ni ningún indicio de que Zabdiel supiera lo poco normal que era desvanecerse prácticamente en el aire por la noche y esperar que al día siguiente el se desplazara sin más en cuanto él lo dijera.

Ni una disculpa.

Resultaba extraño.

Esa carta le parecía fría y brusca. Una parte de el, la más imprudente, se vio tentado a fingir que nunca la había recibido. Estaba harto de discutir, cansado de que Zabdiel no le confiara más detalles. Pero, en cambio, la parte enamorado de Chris se preguntaba si tal vez había sido demasiado duro con él. Porque la relación que tenían merecía la pena. Intentó recordar la mirada y el tono de voz de Zabdiel cuando le contaba la historia sobre la vida que el llevaba durante la fiebre del oro en California. Cómo él lo había visto por la ventana y se había vuelto a enamorar de el, como en miles de ocasiones anteriores.

Minutos más tarde salió de su habitación y se escabulló por el camino hacia la entrada principal de la Escuela de la Costa y la parada de autobús donde Zabdiel le había pedido que esperara. La imagen de sus ojos implorantes de color Café le encogía el corazón mientras permanecía de pie bajo el cielo gris y húmedo.

Al volver la vista hacia el formidable campus de la Escuela de la Costa que se encontraba a lo lejos, se acordó de lo que Jasmine había dicho en la fiesta:« Mientras permanezcamos en el campus bajo su escudo protector, podemos hacer prácticamente lo que queramos». Chris estaba saliendo de la protección de aquel escudo, pero ¿qué había de malo en eso? En realidad, el no era un alumno y, en cierto modo, volver a ver a Zabdiel bien merecía el riesgo de ser descubierto.Pocos minutos después de las cinco y media, el autobús número 5 se detuvo en la parada.

El vehículo era viejo, gris y destartalado, igual que el conductor que abrió la puerta para que Chris subiera. Ocupó un asiento de la parte delantera. El autobús olía a rancio. Cuando llegaron a la ciudad, llovía, una llovizna persistente que no llegaba a aguacero. La mayoría de los establecimientos de la calle principal ya habían cerrado, y la ciudad tenía un aspecto empapado y desolado.

Al bajar del autobús, Chris se sacó el gorro de lana de la mochila y se lo puso en la cabeza. Notó el frío de la lluvia en la nariz y en las yemas de los dedos. Vio entonces un poste metálico inclinado de color verde y siguió la dirección de la flecha, que señalaba hacia el cabo de Noyo Point.  

En la orilla, a unos noventa metros de la carretera, solo había un banco colocado en un lugar fangoso. Seguramente aquel era el sitio que Zabdiel había elegido para quedar. Sin embargo, desde su posición, Chris se dio cuenta de que todavía no había llegado. Miró el reloj.

El había llegado con cinco minutos de retraso.

Zabdiel nunca llegaba tarde.

La lluvia parecía prenderse en las puntas de su pelo en lugar de empaparlo como de costumbre.  No quería esperar a Zabdiel al aire libre. Había una hilera de tiendas en la calle principal. Chris se quedó allí de pie en un porche largo de madera que tenía un toldo de metal oxidado. En el rótulo de cerrado, en letras azules deslucidas, se leía PESCADOS FRED'S.

 Mientras Chris esperaba, capto un barco cargado de pescadores. Observó a esos hombres enjutos y de rostro duro que, ataviados con sus impermeables empapados, subían la escalera de piedra de los muelles que quedaban más abajo. Cuando tocaron tierra, echaron a andar en solitario o bien en grupos en silencio, una vez allí, subieron a unas camionetas viejas y destartaladas, pusieron en marcha los motores y se marcharon, de modo que aquel mar de rostros adustos fue decreciendo hasta que quedó un solo marinero que no parecía salido de ningún velero. 

De hecho,parecía haber surgido de repente de la niebla. Chris retrocedió sobresaltado contra la persiana metálica de la pescadería e intentó recuperar el aliento.

Era Richard.

[ El poder de las Sombras ]▪︎ChrisdielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora