Cuatro días
Parte III
—Miles —dijo Chris.
Su nombre le sonó extraño al pronunciarlo. Tenía un deje de sorpresa agradable cuando instantes atrás su intención era ser algo desagradable.
El corazón le empezó a latir deprisa, y no dejaba de sonreír.
—¿Qué locura es esta que me hace andar de la cornisa de mi ventana a la de la tuya?
Chris negó con la cabeza, sorprendido el también. Jamás había estado en la habitación de Miles.
—¿Lo ves? —prosiguió él con una sonrisa aún más amplia—. Si no nos hubieran castigado, nunca lo habríamos sabido. Esto de aquí fuera es muy bonito, Chris. Deberías venir. No te dan miedo las alturas, ¿verdad?
Chris quería acercarse a la cornisa con Miles. Pero no quería que eso le recordara las ocasiones en que había estado allí con Zabdiel.
Ambos eran tan distintos...
Miles era una persona formal, dulce, sensible.
Zabdiel... era el amor de su vida. Ojalá todo fuera tan simple y fácil de definir.
Compararlos era injusto, a la vez que imposible.
—¿Cómo es que no estás en la playa con todo el mundo? —preguntó Chris.
—No todo el mundo está en la playa. —Miles sonrió—. Tú estás aquí. —Agitó la cornucopia de flores en el aire—. Las he cogido de la cena para ti. Shelson tiene muchas plantas en su lado de habitación. Pensé que tú podrías poner estas en tu mesa.
Miles sacudió el cuerno de mimbre por la ventana en dirección hacia el.
Estaba repleto de flores brillantes de color naranja.
Sus estambres de color negro temblaban a merced del viento. No eran perfectas, algunas incluso estaban mustias, pero eran mucho más tiernas que las peonias gigantes que Francesca había hecho florecer.
« En ocasiones, las cosas bonitas llegan a nuestra vida como salidas de la nada» .
Tal vez ese era el detalle más bello que alguien había tenido con el en la Escuela de la Costa, aparte de cuando Miles se había escabullido dentro del despacho de Steven para robar el libro y ayudar a Chris a pasar al interior de la sombra.
O cuando Miles lo invitó a tomar el desayuno el mismo día que la había conocido.
O lo rápido que había sido Miles al incluirlo en sus planes para Acción de Gracias.
O la falta absoluto de resentimiento en la expresión de Miles cuando le asignaron al servicio de limpieza después de que el lo hubiera metido en un lío por escaparse.
O cómo Miles...
Se dio cuenta de que podía seguir con la enumeración toda la noche. Tomó las flores, las metió en su habitación y las colocó sobre su escritorio.
Cuando regresó, Miles le tendía la mano para ayudarlo a salir por la ventana.
Podía inventarse una excusa, una chorrada como la de no querer romper las normas de Francesca, o limitarse simplemente a cogerle la mano cálida y fuerte y dejarse llevar y por un segundo olvidarse de Zabdiel.
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[ El poder de las Sombras ]▪︎Chrisdiel
Romance"Nadie en el mundo podria apagar la llama del amor" Saga del libro [Fallen]__Segunda Parte