Diez días
Parte III
Al atardecer Chris descendió por la escalera que llevaba a la playa. Hacía cada vez más frío conforme se aproximaba al agua. Los últimos rayos del sol se colaban por entre la fina capa de nubes y teñían el océano de color naranja, rosa y azul pastel.
Al poco se encontró agachado detrás de la gran piedra de lava desde donde Zabdiel se le había llevado. Donde los dos habían bailado y habían malgastado sus preciosos y escasos momentos juntos peleándose por algo tan estúpido como el color de su pelo.
Callie había tenido un novio en Dover con el que había terminado por culpa de una tostadora. Uno de ellos había atascado el aparato tras querer meter en él un bollo enorme, y el otro se enfadó de forma bárbara. Chris no recordaba todos los detalles, pero sí que se había preguntado: « ¿Quién puede separarse por culpa de un electrodoméstico?» .
Pero Callie le dijo que en realidad no habían terminado por eso: la tostadora solo había sido un símbolo de todo cuanto iba mal entre ellos. Chris detestaba pelearse con Zabdiel. La disputa de la playa, sobre pelo teñido,le recordaba la historia de Callie. Le parecía como un adelanto de una discusión de mayor envergadura y más desagradable.
Entonces notó algo parecido a la lluvia, una especie de llovizna en las mejillas y en las yemas de los dedos de tacto caliente en vez de frío. Tenía una consistencia ligera como el polvo y no era húmedo. Volvió el rostro al cielo y quedó deslumbrado por una intensa luz de color violeta. Como no quería protegerse la vista, continuó mirando incluso cuando la luz aumentó y resultó doloroso. Las partículas oscilaron lentamente en dirección a las aguas, al borde justo de la costa, formando un dibujo y delimitando una silueta que el reconocería en cualquier sitio.
Estaba más atractivo si cabía. Se aproximaba a la orilla con los pies desnudos suspendidos a unos pocos centímetros del agua. Sus amplias alas blancas parecían ribeteadas por una luz de color violeta y se agitaban de un modo casi imperceptible bajo el fuerte viento.
—No dejas de aparecerte —susurró Chris.
La voz de Zabdiel recorrió las aguas.
—Te dije que quería hablar contigo.
Chris notó que fruncía la boca.
—¿Sobre Shelson?
—Sobre el peligro al que te expones.
Zabdiel hablaba sin rodeos. Pensaba que la mención de Shelson le haría reaccionar, pero se limitó a ladear la cabeza. Llegó a la orilla húmeda de la playa, donde el agua se volvía espuma y se alejaba, y permaneció flotando sobre la arena ante ella.
—¿A qué te refieres con Shelson?
—¿En serio vas a fingir que no lo sabes?
—Un momento.
Zabdiel fue a posar los pies en el suelo y dobló las rodillas en cuanto rozó la arena con los talones desnudos. Al enderezarse de nuevo, sus alas retrocedieron,apartándose de su cara y levantando una ráfaga de aire. Por primera vez Chris se figuró que debían de ser muy pesadas. Aunque a Zabdiel no le llevó más de un par de segundos alcanzarlo, nunca sería lo bastante rápido para rodear a Chris por la espalda con sus brazos y atraerlo hacia sí.
—No volvamos a empezar —dijo Zabdiel.
Chris cerró los ojos y dejó que lo aupara.
La boca de Zabdiel encontró la suya, y Chris levantó la cara hacia el cielo dejando que su roce la inundara. No había oscuridad ni frío, solo la fabulosa sensación de estar bañado en su luz de color violeta. Incluso el fragor de las aguas del océano se vio anulado por un murmullo suave, la energía que recorría el cuerpo de Zabdiel. Se asió al cuello de él con fuerza y le acarició los firmes músculos de los hombros y trazó el contorno blando y espeso de sus alas. Eran potentes, blancas y relucientes, y siempre le parecían mucho mayores de como las recordaba. Eran como dos velas enormes a cada costado, y cada centímetro de ellas era perfecto y suave. Ejercían cierta tensión al tacto, una tensión semejante a la de un lienzo bien extendido, aunque en este caso, la sensación era mucho más sedosa y deliciosamente suave y aterciopelada.
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[ El poder de las Sombras ]▪︎Chrisdiel
Romance"Nadie en el mundo podria apagar la llama del amor" Saga del libro [Fallen]__Segunda Parte