35

9 1 0
                                    

Ocho días
Parte I


—Espera un momento. —La voz de Callie retumbó al otro lado de la línea—.Deja que me pellizque para comprobar que no estoy...

—No, no estás soñando —contesta Chris desde el teléfono que le habían prestado. 

Pese a que la recepción era mala desde su posición en el lindero del bosque, el sarcasmo de Callie se percibía de forma nítida y clara.

—. Soy yo, de verdad. Siento ser tan mal amigo.

Era jueves, después de cenar, y Chris se encontraba apoyado contra un robusto tronco de secuoya.

—Creía que solo llamabas los miércoles —decía esta. Chris se había olvidado de la estricta normativa sobre llamadas telefónicas de Espada & Cruz —. Primero dejé de hacer planes los miércoles para esperar tus llamadas —prosiguió su amiga—. Pero al cabo de un tiempo dejé de hacerlo. Por cierto, ¿cómo has conseguido el móvil?

—¿Eso es todo? —preguntó Chris—. ¿Que cómo he conseguido un móvil? ¿No estás enfadada conmigo?

Callie suspiró.

¿Sabes? Consideré la posibilidad de enfadarme. Llegué incluso a imaginar en mi mente toda la pelea. Pero los dos salíamos perdiendo. —Se interrumpió—.Y lo cierto es que te echo de menos, Chris. Así que me dije: « ¿Para qué perder el tiempo enfadándome?» .

—Gracias —musitó Chris a punto de llorar de alegría—. Dime, ¿qué has estado haciendo?

Hum... Soy yo la que dirige la conversación. Será mi castigo por haberme dejado de lado. Y lo que quiero saber es: ¿qué ocurre con ese chico? ¿Creo que su nombre empezaba por R?

—Richard —gimió Chris. ¿Richard era el último chico del que había hablado con Callie?—. Resultó que no era... el tipo de persona que imaginaba. —Calló un instante—. Ahora me estoy viendo con otro y las cosas van bastante... —Recordó el rostro brillante de Zabdiel y lo rápido que se ensombreció durante su último encuentro, fuera en la ventana. Luego pensó en Miles, en el cálido y formal Miles, tan agradable y poco dado a los dramas, el que la había invitado a su casa para el Día de Acción de Gracias;el que pedía pepinillos en las hamburguesas de la cantina aunque no le gustaban solo para poder sacarlos y dárselos a Chris; el chico que levantaba la cabeza cuando se reía, de modo que el podía ver el brillo de sus ojos ocultos tras la gorra de los Dodgers. —Las cosas van bien —dijo al fin—. Salimos juntos a menudo.

Oh, vaya, ya veo, vas de un chico de reformatorio a otro. Es un sueño hecho realidad, ¿verdad? Pero esto suena más serio; te lo noto en la voz. ¿Vais a estar juntos por Acción de Gracias? ¿Piensas traértelo a casa para enfrentarlo a la cólera de Harry? ¡Ja, ja!

—Hum. Sí, tal vez —farfulló Chris sin saber si en realidad hablaba de Zabdiel o de Miles.

Mis padres insisten en hacer la semana que viene una especie de gran reunión familiar en Detroit —dijo Callie— que estoy boicoteando. Me hubiera gustado hacerte una visita, pero me imagino que estarás encerrada en Villa Reformatorio. —Guardó silencio un instante, y Chris se la imaginó acurrucado en la cama de su habitación en Dover. Le pareció como si hubiera pasado toda una vida desde que ellos iban juntos a la escuela. Habían cambiado tantas cosas—. Si vienes a casa, y además con tu chico del reformatorio, no habrá nada que me detenga.

De acuerdo, Callie, pero...

Un grito agudo interrumpió a Chris. 

¿Quedamos de verdad? Imagínatelo: en una semana nos acurrucaremos en tu sofá y nos pondremos al día. Yo haré mis famosas palomitas de azúcar para que nos ayuden a soportar el aburrido pase de diapositivas de tu padre. Y ese caniche loco tuyo se pondrá como una fiera...

[ El poder de las Sombras ]▪︎ChrisdielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora