Siete días
Parte III
Cuando las puertas del ascensor se abrieron en el deslumbrante vestíbulo del casino, Miles tuvo que empujar a Chris para que saliera, a sabiendas de que al fin habían llegado al lugar adecuado.
Las camareras eran mayores en aquel lugar, parecían más cansadas y enseñaban mucha menos carne.
Shelson los condujo por el laberinto repleto de máquinas traga perras, los hizo pasar junto a grupos de gente arremolinada en las mesas de la ruleta que gritaban a la bola diminuta mientras esta giraba; mesas cuadradas con gente que soplaba a los dados, los lanzaba y finalmente celebraba el resultado; pasaron una serie de mesas de póquer y otros juegos raros como el pai gow hasta que finalmente llegaron a unas mesas en las que se jugaba al blackjack.
La mayoría de los repartidores de cartas eran hombres: altos, encorvados,con el pelo lustroso; hombres con bigote gris y gafas; uno de ellos llevaba mascarilla.
Shelson no se detuvo para mirar a ninguno, e hizo bien: en el rincón más alejado del casino se encontraba Will.
Llevaba el pelo negro .
Su cara parecía fina y hundida.
Chris no sintió la misma emoción que cuando había visto a su otra familia de otra vida en Shasta.
De todos modos, el aún no sabía quién era Will para el excepto un hombre cansado de mediana edad que sostenía una baraja de cartas ante una mujer pelirroja y medio dormida para que la cortara.
El hombre partió la baraja por el centro de forma descuidado, y a continuación las manos de Will empezaron a volar.
Las otras mesas del casino se hallaban abarrotadas, pero la pelirroja y sudiminuto marido eran las dos únicas personas que estaban con Will.
—Bueno —dijo Miles junto a Chris mientras cambiaba el peso de un pie al otro—, ¿vamos a...?
De pronto las manos de Shelson se posaron sobre los hombros de Chris, y prácticamente la hundieron en uno de los asientos de piel que había junto a la mesa.
Aunque se moría por mirarlo, al principio Chris evitó el contacto visual. Le inquietaba que el hombre lo reconociera antes de que el tuviera alguna oportunidad.
Miles plantó un billete de veinte dólares ante Chris y este se acordó del juego al que se suponía que tenía que jugar. Deslizó el dinero por la mesa.
Will arqueó una ceja perfilada.
—¿Tienes carné?
Chris negó con la cabeza.
—¿Nos dejaría mirar?
Al otro lado de la mesa, la señora pelirroja se había traspuesto y apoyó la cabeza en el hombro rígido de Shelson.
Will abrió los ojos con sorpresa al ver la escena y devolvió el dinero a Chris a la vez que señalaba el letrero de neón que anunciaba el Cirque du Soleil.
—Niños, ahí está el circo.
Chris suspiró.
Iban a tener que esperar a que Will terminara su trabajo.
Chris, abatido, se dispuso a devolverle el dinero a Miles.
Will apartó los dedos en el preciso instante en que Chris iba a coger el billete, de modo que las yemas de sus dedos se tocaron.
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[ El poder de las Sombras ]▪︎Chrisdiel
Romance"Nadie en el mundo podria apagar la llama del amor" Saga del libro [Fallen]__Segunda Parte