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Acción de gracias

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Adrew dejó de mordisquear las plumas de fieltro que tenía en torno a la nuca y empezó a emitir gañidos en dirección a la puerta. 

El padre de Chris se puso de pie y fue a buscar la correa del perro. 

Fue un alivio.

—Hay alguien a quien le apetece dar su paseo después de la cena —anunció.

La madre de Chris también se puso de pie, y Chris la siguió hasta la puerta y
la ayudó a ponerse la gabardina. Luego pasó la bufanda a su padre.

—Gracias por haber estado tan estupendos esta noche. Lavaremos los platos mientras estáis fuera.

Su madre sonrió.

—Tú nos haces sentir muy orgullosos, Chris. Por cualquier cosa. Recuérdalo.

—Me gusta ese Miles —dijo su padre mientras colocaba la correa al collar de Andrew.

—Y Zabdiel es... bueno, extraordinario —comentó la madre a su padre con
un tono de voz especial.

Chris se sonrojó y miró de nuevo hacia la mesa. Volvió entonces la mirada hacia sus padres como suplicando: « Ahora no me abochornéis» .

—¡Muy bien! ¡Que tengáis un largo y bonito paseo!

Chris sostuvo la puerta abierta y los vio salir en la noche con el perro inquieto y prácticamente ahogado por la correa. El aire frío que se colaba a través de la puerta resultaba refrescante. La casa estaba caldeada con tanta gente. Justo antes de que sus padres desaparecieran por la calle, a Chris le pareció vislumbrar un destello en el exterior.

Algo parecido a un ala.

—¿Habéis visto eso? —dijo sin saber a quién se lo decía.

—¿Qué? —preguntó su padre volviéndose. Parecía tan satisfecho y feliz que a Chris casi se le partió el corazón.

—Nada.

Chris esbozó una sonrisa forzada mientras cerraba la puerta. Sintió que tenía alguien a su espalda.

Era Zabdiel. 

La calidez que la hacía tambalear en cualquier sitio.

—¿Qué has visto?

Su voz era glacial, aunque no de rabia, sino de miedo. Chris volvió su mirada hacia él, fue a cogerlo de las manos, pero él se volvió en otra dirección.

—¡Richard! —exclamó—. ¡Saca el arco!

Al otro lado de la habitación, Richard levantó la cabeza.

—¡¿Ya?!

Un zumbido en el exterior de la casa lo hizo callar. 

Se apartó de la ventana y rebuscó en su abrigo. Chris vio entonces el destello plateado y se acordó: las flechas que había recogido de la Proscrita.

—Avisa a los demás —dijo Zabdiel antes de volver la cara hacia Chris. Separó entonces los labios y su mirada desesperada hizo pensar a Chris que tal vez tenía intenciones de besarlo. Sin embargo, lo único que dijo fue—: ¿Tenéis un sótano de
refugio para las tormentas?

—Dime lo que ocurre —pidió Chris.

Oyó el agua en la cocina, donde Aryan y Beith cantaban Heart and Soul a
varias voces con Callie mientras limpiaban los platos. Vio la expresión asustada de Molly y Rolan mientras despejaban la mesa. Y, de pronto, Chris se dio cuenta de que aquella cena de Acción de Gracias no había sido más que una pantomima. 

[ El poder de las Sombras ]▪︎ChrisdielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora