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Trece días
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arte I


—Aquí está —Una voz chillona atronó al otro lado de la puerta de Chris a primera hora de la mañana.— ¡Por fin está aquí!

Los golpes eran cada vez más insistentes. Chris no sabía qué hora era, pero sí que era demasiado pronto para las risitas tontas que se oían al otro lado de la puerta.

—Tus amigas —exclamó Shelson desde la parte alta de la litera.Chris salió de la cama refunfuñando.

Levantó la vista hacia Shelson, que estaba tumbado boca abajo en la litera, completamente vestido con vaqueros y un chaleco rojo grueso, haciendo el crucigrama del sábado.

—¿Alguna vez duermes? —musitó Chris acercándose al armario para coger una bata de cuadros de color rojo que su madre le había hecho cuando cumplió trece años y que todavía le quedaba bien.

Apretó la cara junto a la mirilla y vio las caras deformadas y sonrientes de Dawn y Jasmine.

Iban vestidas con bufandas de colores y orejeras peludas.Jasmine sostenía una bandeja con cuatro tazas de café, mientras Dawn, que llevaba una gran bolsa de papel marrón en la mano, volvía a aporrear la puerta.

—¿Piensas hacer que se marchen, o llamo al servicio de seguridad del campus?— preguntó Shelson.

Chris, sin hacerle caso, abrió la puerta, y las dos chicas entraron como una exhalación en la habitación hablando a toda prisa.

—¡Por fin! —dijo Jasmine riendo y entregando a Chris una taza de café antes de dejarse caer en la cama deshecha—Tenemos tantas cosas de que hablar...

Aunque ni Dawn ni Jasmine la habían visitado antes en su habitación, a Chris le gustó que se comportase como si estuvieran en su casa. Le recordaron a Hudson. Bajo la mirada hacia su tasa de café no quería que lo vieran triste.

 —Como miembro del comité de planificación, creemos que deberías participar en el discurso de bienvenida de hoy —dijo y, levantando la vista hacia Chris con incredulidad, preguntó—: ¿Cómo es que no estás vestido aún? El yate va a zarpar en menos de una hora.

Chris se frotó la frente.

—¿De qué estás hablando?

—¡Oh, vaya! —Dawn gruñó de forma exagerada— ¿Amy Branshaw? ¿Mi compañera de laboratorio? ¿La del padre con un yate enorme? ¿Te suena algo de lo que he dicho?

Entonces a Chris le vino todo a la cabeza. La excursión en yate por la costa Jasmine y Dawn habían presentado su fantasioso proyecto como una propuesta educativa al comité de eventos de la Escuela de la Costa, a Francesca, y no se sabía cómo, habían conseguido su aprobación. Chris se había mostrado dispuesto a colaborar, pero no había hecho nada. En ese momento recordó la expresión de Zabdiel cuando se lo contó y cómo rechazó al instante la idea de que Chris pudiera pasárselo bien sin él.

Dawn hurgaba en el armario de Chris. Al final sacó una prenda de ropa, se le lanzó a Chris y lo empujó hacia el baño.

—No olvides ponerte un abrigo. En el mar hace frío. 

Entretanto, Chris desconectó el móvil del cargador. La noche anterior, después de que Richard lo llevara a la escuela, se había sentido tan aterrorizado y solo que había roto la regla número uno del señor Cole y había enviado un mensaje de texto a Callie.

Si el señor Cole supiera cuánto necesitaba escuchar una voz amiga... seguramente se enfadaría mucho con el, pero ya era demasiado tarde.

¡Por fin tengo móvil! Mala recepción. Llamaré cuando pueda. Aquí todo va bien, pero te echo de menos. ¡Escribe pronto!

Callie no había respondido.¿Estaba enferma? ¿Ocupada? ¿Fuera de la ciudad?¿Lo ignoraba por haberla ignorado? Chris se miró al espejo.

Tenía mal aspecto y se sentía fatal. Pero se había comprometido a ayudar a Dawn y a Jasmine, así que se vistió lo mas rápido.

Cuando salió del baño, Shelson se estaba sirviendo el desayuno que las chicas habían traído en la bolsa de papel. Realmente resultaba apetitoso: pastas danesas de cereza y buñuelos de manzana; bollos y rollitos de canela, y tres tipos de zumo distintos. Jasmine le pasó un enorme bollo de salvado y un canuto de crema de queso.

—Alimento para el cerebro.

—¿Qué es todo esto?

Miles asomó la cabeza por la puerta levemente entornada. Chris no le veía los ojos, que estaban ocultos bajo la gorra de béisbol que llevaba, pero el pelo castaño se le salía por los lados y en la cara se le dibujaban unos grandes hoyuelos al sonreír.

—Y tú, ¿es que no tienes amigos? —preguntó Shelson fingiendo estar más molesto de lo que se sentía en realidad.

Ahora que Chris conocía un poco mejor a su compañero de habitación, empezaba a considerar casi encantador el humor negro de Shelson.

—Por supuesto —Miles entró en la habitación tranquilamente— El problema es que mis amigos no acostumbran aparecer en mi cuarto con el desayuno. Cortó un enorme rollito de canela de la bolsa y le pegó un gran bocado.—Estás muy guapo, Chris—dijo con la boca llena.

Chris se sonrojó, Dawn dejó de reírse, y Shelson tosió contra su manga.

—¡Qué incómodo!

Chris pegó un respingo al oír el aviso de los altavoces del pasillo.

« Buenos días, Escuela de la Costa. Para quienes queráis acompañarnos en la excursión de hoy en yate, el autobús que nos llevará al club náutico partirá dentro de diez minutos. Nos reuniremos en la entrada sur. ¡No olvidéis abrigaros!»

Miles cogió otra pasta para el camino. Shelson cogió un par de botas impermeables de topos. Jasmine se apretó la cinta de sus orejeras de color rosa y se encogió de hombros.

—¡Adiós a los preparativos Tendremos que improvisar el discurso de bienvenida.

—¡Siéntate con nosotras en el autobús! —le ordenó Dawn— Lo planificaremos todo camino de Noyo Point.

Noyo Point. Chris tuvo que esforzarse para tragarse un bocado del bollo de salvado. La expresión de la Proscrita muerta cuando aún estaba viva. El desagradable regreso a casa en coche con Richard... Esos recuerdos le ponían la piel de gallina. De nada servía que Richard le hubiera refregado en la cara haberle salvado la vida. Y, además, justo después de decirle que no abandonara el campus de nuevo.Era raro que le hubiera dicho eso. Parecía casi como si él y Zabdiel estuvieran confabulados.

Chris se quedó sentado en el borde de la cama con gesto de incredulidad.

—¿Así que vamos todos?

El nunca había roto una promesa hecha a Zabdiel. Pero, en realidad, jamás le había prometido que no iría en yate. Esa prohibición le parecía tan severa y fuera de lugar que, por su bien, estaba decidido a no hacerle caso. Por otra parte,si accedía a seguir las normas impuestas por Zabdiel, tal vez no tendría que encontrarse en la desagradable situación de que alguien fuera asesinado.

Una salida en barco con la escuela era algo totalmente distinto. Los Proscritos no iban a pilotar el yate.

—¡Pues claro que vamos todos! —Miles tomó a Chris por la mano, lo hizo levantarse y la condujo hasta la puerta—. ¿Por qué no íbamos a ir?

Era el momento de elegir. 

Podía quedarse a salvo en el campus tal como Zabdiel y Richard le había dicho que hiciera, como si fuera un prisionero. O podía cruzar el umbral y demostrarse a sí mismo que su vida le pertenecía. Una hora y media más tarde, Chris y la mitad de los alumnos de la Escuela de la Costa se encontraban frente a un yate de lujo blanco y resplandeciente de unos cuarenta metros de eslora.

Estaba decidido.



[ El poder de las Sombras ]▪︎ChrisdielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora