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Dos días
P

arte II



En el túnel retumbaba el eco de un ruido blanco incesante, similar al de una cascada. 

En las dos ocasiones anteriores en que había viajado en Anunciadora, Chris se había sentido torpe y con prisas, catapultada en la oscuridad para salir en algún sitio iluminado. En esta ocasión fue distinto. Perdió la noción del espacio y el tiempo, e incluso de quién era y adónde se dirigía.

Luego sintió una mano fuerte que tiraba de el.

Cuando Rolan lo soltó, el estrépito de la cascada pasó a ser un goteo, y un tufillo a cloro le inundó la nariz. Vio un trampolín. Un trampolín que conocía,situado bajo un enorme techo arqueado flanqueado por vidrieras de colores rotas.

El sol había pasado ya por esas ventanas elevadas, pero su luz seguía arrojando delicados prismas de colores a la superficie de una piscina olímpica. En las paredes, las velas chisporroteaban en hornacinas de piedra vertiendo una luz muy tenue. 

Habría reconocido aquel gimnasio-iglesia en cualquier parte.

—¡Dios mío! —susurró Chris atónito—. Hemos vuelto a Espada & Cruz.

Aryan escrutó la sala rápidamente sin dejar entrever ninguna emoción.

—En lo que respecta a tus padres cuando vengan a recogernos mañana por la mañana, has pasado todo el tiempo aquí. ¿Lo captas?

Aryan actuaba como si volver a Espada & Cruz para pasar una noche no fuera muy distinto a acomodarse en un motel anodino. Sin embargo, aque lregreso brusco a esa parte de su vida a Chris le sentó como un bofetón en la cara.

Aquello no le gustaba.

Espada & Cruz era un sitio miserable, pero en él le habían ocurrido cosas. Allí era donde se había enamorado y había visto morir a un amigo muy cercana. 

—¿Qué diablos es este sitio? —preguntó Shelson.

—Mi última escuela —dijo Chris mirando a Miles.

Él parecía intranquilo y se arrimó a Shelson contra la pared. 

Chris se acordó:eran buena gente, y aunque el nunca les había hablado mucho de su estancia allí, sin duda la fábrica de rumores de los nefilim fácilmente podía haber proporcionado a sus mentes detalles suficientemente vívidos como para esbozar la perspectiva de una noche de terror en Espada & Cruz.

—Ejem... —dijo Aryan mirando a Shelson y Miles—. Y si los padres de Chris preguntan, vosotros también venís a esta escuela.

—Explícame cómo se supone que esto es una escuela —dijo Shelson—. ¿Qué hacéis, nadar y rezar a la vez? Roza un grado de eficacia estrafalaria nunca visto en la costa Oeste. Creo que echo de menos mi casa.

—Pues si esto no te gusta —respondió Chris—, deberías ver el resto del campus.

Shelson torció el gesto. 

—Parecéis agotados —dijo Aryan—. Eso está bien, porque le prometí a Cole que seríamos muy discretos.

Rolan había permanecido apoyado en el trampolín, frotándose las sienes y con los fragmentos de Anunciadora agitándose a sus pies. Entonces se incorporó y empezó a dar órdenes.

—Miles, tú dormirás conmigo en mi antigua habitación. Chris, tu habitación sigue vacía. Prepararemos una cama para Shelson. Vamos a dejar nuestro equipaje. Nos encontraremos en mi cuarto. Usaré mis antiguos contactos en el mercado negro para encargar una pizza.

La mención de una pizza bastó para sacar de su postración a Miles y a Shelson; a Chris, en cambio, le llevó más tiempo adaptarse. No le extrañaba que su habitación siguiera vacía. De hecho, contó que llevaba algo menos de tres semanas fuera de ese sitio. 

Con todo, parecía que hubiera pasado mucho más tiempo, como si cada día hubiera sido un mes y a Chris le resultaba imposible imaginar Espada & Cruz sin ninguna de esas personas, ángeles o demonios, que habían formado parte de su vida allí.

—No te preocupes. —Aryan estaba junto a Chris—. Este sitio es como la puerta oscilante del rechazo. La gente entra y sale todo el tiempo por ella, ya sea por cuestiones de libertad condicional, padres locos, lo que sea. Randy tiene la noche libre. Nadie más se interesará por nada. Si alguien se te queda mirando, lo único que tienes que hacer es devolverle la mirada. O me lo envías a mí. —Dobló la mano en un puño—. ¿Estás lista para salir ahí fuera? —preguntó señalando a los demás, que seguían a Rolan por la puerta.

—Ahora mismo voy —dijo Chris—. Antes hay algo que necesito hacer.

Situada en el rincón más alejado en la zona este del cementerio, junto a la sepultura, la tumba de Hudson era sencilla pero cuidada.

La última vez que Chris había visto el cementerio estaba cubierto por una espesa capa de polvo.

Zabdiel le había dicho que eran las secuelas de las guerras entre ángeles. 

Una capa rala de mortecinas hierbas verdes había crecido en torno a la tumba de Hudson de forma que ahora no desentonaba mucho entre las sepulturas centenarias que la rodeaban. Había un ramo de azucenas recién cortadas frente a una lápida sencilla de color gris que Chris se inclinó para leer: HUDSON VAN SYCKLE-LOCKWOOD AMIGO QUERIDO1991-2009 Chris tomó aire con dificultad y las lágrimas asomaron a sus ojos. 

 Había abandonado Espada & Cruz antes de poder enterrar a Hudson, pero Zabdiel se había ocupado de ello. 

Por primera vez tras varios días, su corazón palpitó por él con añoranza. Porque había sabido mejor que el aspecto que debía tener la lápida de Hudson. 

Chris se arrodilló sobre la hierba, llorando amargamente y acariciando inútilmente la hierba.

—Estoy aquí, Hudson—susurró—. Siento haber tenido que abandonarte. Siento sobre todo haberte metido en todo esto. Merecías algo mejor, un amigo mejor.

Deseó que su amigo estuviera allí y poder hablar con el. Sabía que la muerte de Hudson era culpa suya, y eso casi le resquebrajaba el corazón.

—Ya no sé lo que me hago y tengo miedo.

Hubiera querido decir que extrañaba a Hudson a todas horas, pero lo que realmente echaba de menos era la idea de un amigo a la que podría haber conocido mejor si la muerte no se la hubiera llevado tan pronto. 

Nada de eso era bueno.

—¡Hola, Chris!

Tuvo que secarse las lágrimas antes de poder ver al señor Cole de pie al otro lado de la tumba de Hudson. 

Chris se puso de pie trabajosamente mientras se restregaba la nariz con la muñeca.

—Hola, señor Cole.

Él sonrió con amabilidad.

—Me cuentan que las cosas por allí te van bien. Todo el mundo dice que lo estás haciendo muy bien.

—Oh, no... —balbuceó—. No sé.

—Pues yo sí que lo sé. Y también sé que tus padres están muy contentos de verte. Es fantástico cuando se pueden conseguir estas cosas.

—Gracias —contestó Chris, esperando que él entendiera lo muy agradecido que se sentía.

—Hay una pregunta que no puedo dejar de hacerte.

Chris supuso que le preguntaría algo profundo y siniestro sobre Zabdiel y Richard,el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, la confianza y el engaño... Pero él se limitó a preguntar:

—¿Qué te has hecho en el pelo?










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[ El poder de las Sombras ]▪︎ChrisdielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora