- Oh mi sagrada desgracia universal, llegaste en el momento exacto. Serás aquel que todos temen y desean, así como la basura del heredero de afrodita, mi pequeño Doyoung.- sus dedos acariciaron la tez blanca del pequeño recién nacido, primogénito de la mentira, del engaño, la oscuridad y la muerte.
En el Olimpo celebraban la llegada de dos nuevos niños, que desde que fueron concebidos, se sabía que estarían unidos para toda la vida; pero, debajo del mundo feliz, en aquel lugar frío, oscuro, donde habitaban las criaturas más terroríficas nunca antes vistas, se daba el nacimiento de un ángel de la muerte, un niño que cualquiera hubiese pensado en que era hijo de la diosa de la belleza, los demonios que ayudaron a su nacimiento quedaban pasmados ante la imagen del pequeño y su padre, el poderoso Hades, se regocijaba ante la llegada de su primogénito, tomándolo en sus brazos y llevándolo consigo hacia sí trono, sentándose en este con su porte imponente y orgulloso, esta vez, con un pequeño dios en sus manos, aquel que tendría los dones más oscuros de los que habían sido advertidos a Cronos, pero que Zeus había ignorado.
En la habitación, terminaban de ayudar a la compañera eterna de Hades, aquel miserable Dios ni siquiera había vuelto su vista a ella cuando llegó a proclamar a su hijo, únicamente lo tomó en sus brazos y se marchó.
Se podía sentir una especie de felicidad extraña en el inframundo, pero la sed de venganza se hacía presente en el cuerpo del mentiroso. Nadie iba a tocar a su nueva adquisición, nadie sería bueno para él, no existiría ser imponente que acabara con su primogénito.
Los gritos invadieron nuevamente el reino oscuro, gritos desgarradores, como si estuviesen desmembrado a alguien estando consciente, Hades miró a su servidumbre los cuales no sabían al igual que él que era lo que estaba sucediendo en aquel lugar. Llamó a su servidor más fiel y colocó al bebé arropado en su manto entre sus brazos, caminando con paso firme hacia la habitación donde había nacido el niño. Al abrir la puerta, la escena era espeluznante, incluso para aquel ser, sangre derramada en los suelos del lugar, salían como cascadas de entre las piernas de su amada Perséfone, la cual se encontraba tendida en la cama, gritando como si le desgarraran el alma; la servidumbre, entraba en desespero al no saber que era lo que sucedía, el dios se acercó a ella e intento acariciar su rostro, pero sus gritos no cesaban y cada vez se hacían más fuertes, ¿Era ese el momento en que perdería a su amada? Era una diosa, no debería fallecer por tan acto miserable, era un ser inmortal, ¿Había sido todo una mentira?
Al ver como su servicio se paralizó, inmediatamente tomó las toallas calientes de las manos del ser más cercano y se colocó entre las piernas de su amada, donde se llevó la mayor sorpresa de su vida; una masa oscura, de tamaño impresionante, salía de Perséfone, desgarrando sus zonas íntimas, la sangre de color rojo vivo salía cada vez en más cantidad, con forme aquella masa extraña se deslizaba buscando una salida. El dios simplemente se echó hacia atrás, asustado por lo que estaba presenciando, sabía que fuera del lugar oscuro, Deméter era la única que podría ayudarle, pero pedir ayuda significaría que todos se dieran cuenta de su primogénito y su descarado plan. Ahora se encontraba en medio de dos importantes decisiones, la primera, salvar a su amada y dejar que el Olimpo sé diese cuenta de su hijo, exponiéndose a que se lo arrebataran o callar y esperar la muerte agonizante de su diosa. Sin duda alguna, había tomado una elección y solo esperaba que Perséfone tuviese un descanso eterno.
Salió de la habitación y pidió que callaran los gritos de la diosa, el niño fue entregado nuevamente a su padre, en su rostro se reflejaba neutralidad, lo cual orgullecia al dios. Tomó asiento nuevamente en su trono, disfrutando del silencio, habían cumplido con sus órdenes; nuevamente comenzó a acariciar la suave y delicada piel de su hijo, se sentía con tanto poder al tenerlo entre sus brazos. Creía que únicamente amaría a su diosa toda la eternidad, pero ahora se daba cuenta que aquel niño había robado toda su atención y amor, justo ahora, la diosa agonizante no le importaba en lo mínimo.
La servidumbre pasaba frente a él corriendo con los pedazos de tela bañados en sangre, incluso dejando rastro de ella por el lugar, pero, eso no distraía al oscuro de su ángel de la muerte.
En la habitación, la servidumbre intentaba detener las hemorragias con miles de intervenciones, pero al tocar la masa oscura para sacarla, se quemaban sus manos, fue entonces cuando se dieron cuenta, que no solo estaba siendo desgarrada, sino que también, estaba calcinando su interior.
La partera, únicamente se acercó al rostro de la diosa y lo acarició suavemente, iba a quedarse con ella hasta el final.
"Ha salido por completo".- gritó uno de los servidores, miró el rostro de la diosa y descubrió que ella seguía con vida, al fin, su dolor se había acabado, incluso preguntó por su pequeño; sin embargo, no recibió respuesta alguna.
Hades, aún sentado en su trono, con el niño entre sus brazos y una sonrisa arrogante en su rostro, sin dejar de mirarlo por un segundo, fue interrumpido por la partera, miró a la misma con desprecio, pero su mirada cambio al ver que en sus brazos cargaba un manto negro, con algo en él. Se levantó de su lugar y caminó hacia ella, primero, dejando al niño en brazos de su fiel ministro.
Señor, su segundo hijo ha nacido.- apartó el manto del rostro del niño, dejando a la vista su precioso rostro. Así que eso era lo que estaba desgarrando a su diosa.
- Mi pequeño Johnny.- susurró acariciando el rostro de su nuevo hijo.- ¡Hora de regocijarse! Los dioses más imponentes del inframundo han nacido, mi dios de la muerte y mi dios del dolor, ambos, frutos del amor y de mi poder. Preparad un festín, el infierno está de fiesta.- la voz del dios llegó hasta el último rincón del reino oscuro, siendo alabado con los gruñidos de sus demonios.
No había sido sólo uno, eran dos herederos que traerían la cabeza de su hermano.
ESTÁS LEYENDO
𝐃𝐀𝐑𝐊 𝐊𝐈𝐍𝐆𝐃𝐎𝐌
ФанфикEn un reino, donde la mentira, oscuridad, la venganza y la pasión, son parte importante de un equilibrio. Jaehyun no quiere perder a Taeyong, pero Taeyong tiene otras intenciones. Taeyong, un rey brillante, con facciones creadas por los mismos diose...