𝐂𝐨𝐫𝐩𝐮𝐬 𝐂𝐡𝐫𝐢𝐬𝐭𝐢

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Los soldados se encargaron de llevar esposado al dios hasta las bodegas de vino ocultas en lo más profundo del sótano del palacio, era un lugar perfecto ya que no molestaba a nadie y el sonido se conservaba en el lugar. Amarraron al dios con cadenas de plata luego de desvestirle, dejándole solo con su ropa interior y le arrodillaron, el soldado agradeció a sus compañeros y estos se retiraron del lugar, dejándolo completamente solo con su víctima.

- Solo te satisface lo que va a suceder porque así vas a callarme para siempre, sé que no eres alguien bueno.- murmuró el dios levantando su vista para ver al soldado.- Estoy completamente seguro que eres un infiltrado de Hades en el palacio, ¿Qué quiere ese bastardo?- preguntó con enojo

Doyoung río con fuerza como nunca antes, sus carcajadas incluso sorprendieron a su víctima, el dios se sentó frente a Yuta y le miró directamente a sus ojos.

- Eres alguien tan inocente, ¿Infiltrado de Hades? Es la teoría más absurda que he escuchado en toda mi vida.- Quitó su camisa y la lanzó sobre una mesa de metal que tenía justo al lado con ciertos implementos interesantes, luego señaló la marca que se encontraba en su pecho.- No soy un infiltrado de Hades, soy el primogénito de ese maldito, el dios del que las profecías hablan y temen, aquel que debería ser destruido antes de que destruya el mundo, heredero de todo lo oscuro y del poder de Krónos.- Yuta quedó sin palabras, sentía como el miedo y la desesperación comenzaban a apoderarse de él, si esa profecía se cumplía todo iba a estar perdido, ¿Cómo es que el Olimpo jamás se enteró del primogénito de Hades? - Para la mala suerte del mundo, no llegué solo, mi poder es compartido con mi precioso hermano gemelo al cual deberías temerle, pero al parecer solo te interesaste. ¿Eres tan estúpido?

- ¿De qué estás hablando?- preguntó el dios con su voz temblorosa, en ese punto ya no podía esconder el miedo que salía hasta por sus poros, además era claro que el dios de la muerte sentía su temor y cómo no estar asustado cuando los poderes de la profecía habían sido repartidos a dos deidades desconocidas por el Olimpo.

- El adorable hombre con los dos niños, Johnny, es mi gemelo, mi encantador hermano, te contaría sobre su nacimiento, pero no me gustaría que acabes vomitando; sin embargo, vi que tenías un gran interés en él, así que...- el soldado miró hacia un costado y detrás de unos barriles para almacenar el vino apareció su hermano, con una sonrisa sádica y un brillo especial en sus ojos.

- No...- susurró Yuta y empezó su pelea con las cadenas que le ataban, intentando soltarse de ellas.

- Es completamente absurdo que intentes liberarte, las cadenas son especiales para dioses.- Pasó al lado de su hermano sin siquiera mirarle y se colocó detrás del dios de la seducción, se puso de rodillas y pasó sus brazos por sus costados para acariciar el pecho de Yuta, causando que este se estremeciera ante su tacto.- Aquí está por lo que he venido, tú corazón. Hablaste de más ante los reyes, por poco expones la profecía que ha sido ocultada por años, pero, ¿Cómo es que lograste saber de ella?- Sus carnosos labios rozaron con el lóbulo de su oreja, dejando incluso algunos besos sobre este, sus manos descendieron hasta su cintura la cual apretó con cierta fuerza, causando que al dios se le escapara un pequeño jadeo.- No quiero que me respondas, la verdad, no me interesa saberlo porque no habrá forma que nadie más la llegue a conocer, bienvenido al infierno, dios de la seducción.

Johnny dejó un camino de besos desde su oreja hasta llegar a su hombro, lugar donde mordió con todas sus fuerza, sus dientes desgarraron su pálida piel, los gritos del dios de la seducción le llenaron de vida y el sabor dulce de su sangre fue un deleite para él. Apartó su boca de la herida recién creada y pasó su lengua por la misma, lágrimas caían por las mejillas de Yuta, la sangre brotaba de la herida, una preciosa sangre de color rojo intenso.

𝐃𝐀𝐑𝐊 𝐊𝐈𝐍𝐆𝐃𝐎𝐌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora