Jodido egoísta - [Riren] - (Levi x Eren)

Capitulo: 36

Advertencia: R+18 escenas para adultos y sadomasoquismo.

Lean bajo su responsabilidad.

Espero que lo disfruten y sea de su agrado ♥

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Mi espalda estaba encorvada, mis muñecas atadas sobre mi cabeza y mis tobillos a las esquinas de la cama. Estaba completamente desnudo, con mis ojos vendados y mis piernas separadas y abiertas, mientras Levi me recorría con sus manos cubiertas de guantes de cuero.

El golpe de la fusta cayo finalmente contra mi estomago, gemí, tirando de los amarres de mis muñecas. Estaba inmovilizado completamente, ya que tenía unos amarres de cuero rodeándome la cintura. –Necesitas disciplina, mocoso estúpido. –dijo. – Actuaste como un maldito exhibicionista.

–Si, Levi... –Jadee. –Necesito ser disciplinado.

Otro golpe cayo, en mi muslo esta vez. –Cállate. –dijo.

Asintió, mordiendo levemente sus labios. Estaba pagando por su osadía, pero no le importaba. No se arrepentía de haber ido a buscar a Levi a la universidad, después de haber huido de su reunión, de haberlo besado y casi desnudado para hacerlo, y de que todos los vieran.

Estaba disfrazado, nadie sabía que era él.

Había sido excitante, demasiado, ya que había hecho que el enfermero viniera a su piso después de su examen final. No se arrepentía de haber comprado esos elementos por internet, ya que ahora lo estaba usando con la persona que lo volvía completamente loco.

Otro golpe cayo, jadeo alto, ya que había sido muy cerca de su p*ne erecto.

–Eres un bastardo, te dije que no dejaras de ir a tus reuniones. –dijo Levi. –Te lo he dicho muchas veces. Pero no, siempre rompes las reglas para salirte con la tuya. Esta vez pagaras caro, mocoso descerebrado.

–Sí, señor... –jadeo de nuevo. –Pero en mi defensa, tú eres más interesante que las reuniones.

Mordió sus labios, cuando Levi pellizco su pezón y tiro de él con fuerza. –Cállate, mocoso. –dijo. –Has ido apenas unas semanas, están actuando egoístamente de nuevo. Te dije que no hicieras estupideces y cumplieras, o pagarías caro.

Asintió, tirando de los amarres de sus tobillos.

Otro golpe cayo, luego sintió la fusta acariciándole el pecho; se estremeció, jadeando el nombre del enfermero. Un golpe cayó en su pezón, luego una caricia con la lengüeta de cuero. Luego otro golpe en sus costillas del lado derecho y luego otro en el muslo.

Otra serie de golpes llegaron a sus muslos, ya algo rosados por los golpes previos con otro elemento; antes de amarrar su cintura a la cama, lo había acostado sobre su vientre y había disciplinado su trasero y la cara interna de sus muslos con una tabla cubierta con cuero. Luego lo hizo voltear, comenzando a disciplinar su pecho y vientre.