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El Uzumaki se encontraba asustado ante la posible reprimenda que podría caerle encima por parte de Hinata en consecuencia de lo sucedió anoche. De todos modos, debía armarse de valor y pasar por la puerta de casa para poder charlar con ella; lo más seguro era que ella no cediera a nada de lo que él pudiera decir -como siempre- y que volviera a reprocharle todo. Sea como quiera ser su reacción, él tendría que empezar lo que le prometió a Konohamaru. No sólo lo hacía por la promesa, sino por él mismo. Se lo debía.

Al pasar, Hinata estaba en la cocina, colocando las cosas en su sitio. Su aspecto era sereno, pero, como de costumbre, sólo era una apariencia.

-Al fin vienes. ¿Quieres comer? Te he guardado comida para ti. -Hinata le hablaba en un tono amable, como hacía tiempo que no escuchaba Naruto.

-No. Gracias... Hinata, creo que debemos hablar. Tenemos que aclarar las cosas. ¿No crees? -Naruto se sentó en la silla e Hinata hizo lo mismo. Se pusieron cara a cara, mirándose a los ojos. Así ninguno podría mentir. Sus ojos lo delatarían, en ese caso.

-Sí, claro. Déjame adivinar: No estás a gusto aquí, así que quieres marcharte. -Naruto abrió los ojos por la sorpresa-. No pongas ese careto, que lo dijiste anoche. Te entiendo. No estás enamorado, por lo que no tiene mucha lógica que estés conmigo, ni que te obligue a ser un marido que no estás dispuesto a ser. En todo este tiempo quien, realmente, se ha portado mal, he sido yo. No sé si hay otra persona o no... Puede que tú no estés hecho para convivir con alguien; no pasa nada, Naruto, por ello. Cada uno somos como somos. No hay que darle más vueltas. Creo que el mejor gesto de amor hacia ti, es dejándote marchar y que empieces a vivir tu vida. Yo también haré lo mismo.

Unas tímidas lágrimas brotaban de los ojos azules de Naruto. Tan azules que podrían confundirse con perlas del mar.

-Hinata, debes de ser hechicera, pero sí era eso. No sé qué decir, como de costumbre. -Esbozó una sonrisa a la par que se secaba las lágrimas que no llegaba a controlar-. Es que estaba empezando a odiarte, aunque te comprendo perfectamente. No tendríamos que habernos casado; la culpa la tuve yo por ser tan ansioso y por no meditar bien las cosas. Con esto, no quiere decir que me arrepienta de haber tenido hijos contigo porque no es así: Estoy encantando. Siempre quise tener hijos... Nuestro amor es fraternal; no amoroso. Lamento haberte confundido o engañado. Perdóname, por favor. -Tras cada sincera palabra, caía una lágrima, que, a la par que lo ahogaba, lo aliviaba. Empezaba a sentirse "descargado".

-Nos perdonamos los dos y ya está. -Le sonrió Hinata al Uzumaki; una sonrisa que no daba a cualquiera. Sólo a él y a sus hijos-. Que te vayas no quiere decir que te desatiendas de tus hijos, aunque sé que no lo harás, ni que no pases aquí para verme. ¿Queda claro?

-No te preocupes: Vendré siempre que pueda. Seré un buen padre; ahora podré serlo. Ahora que me he quitado esta dura carga. -Al fin, Naruto también sonrió.

-¿Sabes qué harás? ¿Tienes a dónde ir, mientras tanto? -Preguntó Hinata.

-Sí. Ya lo tengo todo listo. Vendré en cuanto pueda para explicárselo a Boruto. La niña es demasiado pequeña para entenderlo. No sé si él nos comprenderá, pero seguro que lo hará con el tiempo.

Por fin pusieron fin a una guerra que habían prolongado durante años. Pese a que los dos sentían que habían perdido algo, a la larga, verían que habían ganado mucho más que lo perdido. El tren sólo pasa una vez.

Impensable (Konohamaru x Naruto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora