Lee

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Al final, ocurrió lo que tenía que ocurrir: Se quedó dormido en el escritorio. La imagen del Hokage dormido era una imagen que nadie podía ver; la realidad es que no podía más con su cuerpo y, en cuando vio que los párpados le pesaban, se dejó vencer por el sueño. Ya no podía más. Era lo más inteligente que había hecho en mucho tiempo porque también debía pensar en él. Aún así, sólo durmió un par de horas, ya que la luz del sol lo despertó, incidiendo en su casa. Su pelo rubio resplandecía gracias al sol, que le otorgaba un mayor brillo. 

Se levantó de la silla e hizo unos estiramientos. Le crujía la espalda. De hecho, le crujía cada articulación de su cuerpo; debía entrenar si no quería que lo derrotaran fácilmente o, ya de por sí, por la imagen que daba a su Aldea. La imagen de un Hokage fofo, no es nada agradable, la verdad. Le rugía el estómago, pero al volver la vista hacia su escritorio, se le quitó el apetito que pudiera tener debido a que aún tenía mucho trabajo por hacer. Todo le parecía una mierda, pero era eso mucho mejor que estar metido en otra guerra. No porque él pudiera morir, sino por su aldea; no habría más muertes mientras él estuviera en el cargo. Estaría hasta que el cuerpo le dijera: "Hasta aquí hemos llegado, Naruto. Fue bonito mientras duró".

Y en cierto modo, eso le daba rabia. No podía dejar que un puñado de papeles lo vencieran, pero no era sólo eso, sino que también debía viajar -viajes que no cesaba de posponer- para hacer actos en público, hacer caso de los pedidos extra que iba indicándole Shikamaru... Además de todo eso, tenía que ser marido y padre, cosa que no era nada sencilla. Probablemente, la tarea más compleja de todas debido a que sus hijos y su mujer, eran totalmente opuestos a él. No tenían nada en común; dicen que la diferencia siempre es un punto a favor porque así no surge la monotonía pero, de vez en cuando, también estaba bien tener a alguien con cosas en común, aunque solamente fueran unas pocas.

Para Naruto, llegar a casa era como ir cada día al primer día del colegio o del instituto: Gente que le sonaba las caras, pero que era una sorpresa, pues nunca sabía cómo podrían reaccionar. Hiciera lo que hiciera, nunca estaba al gusto de todos -cosa que se había acostumbrado como Hokage-. ¿Pero quién iba a decirle a él que, tras haber salvado al mundo, no podría arreglárselas con su propia familia?

Miró al suelo y suspiró. Rápidamente, su mirada se dirigió a una carta que estaba justo por debajo de la puerta. En el sobre ponía: "Para el Hokage". Le extrañaba que tuviera eso ahí, ya que Shikamaru no le entregó nada y, por las horas que eran, no había nadie en el edificio, excepto él. Se agachó y la recogió. La abrió y comenzó a leer.

Impensable (Konohamaru x Naruto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora