Sin coordenadas

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-¿Te importaría acabar esto por mí? Hoy me gustaría salir antes; estoy algo cansado y creo que me vendría bien descansar un poco más. Últimamente, estoy llegando de madrugada a casa. Estoy agotado. -Se lo propuso el Uzumaki a Shikamaru.

-Sí, claro. Vete. Yo me hago cargo. Tampoco te quedaba mucho por terminar. ¿Estás bien? Te noto raro. -Shikamaru, como buen amigo, se preocupaba por él.

-Estoy bien; sólo algo cansado. Parece mentira, pero el tiempo pasa y ya no aguanto tanto como antes, aunque te diré una cosa: No sé si es más duro el despacho o la guerra. -Bromeaba el Uzumaki.

-Amén. Bueno, te veo mañana. Descansa. -Le dijo Shikamaru, aunque le daba una tremenda pereza acabar el trabajo de Naruto, pero no quería decírselo.

Naruto se dirigió a casa de Konohamaru para ver si estaba ahí. La verdad, es que andaba algo despistado, así que no sabía si estaría ahí o continuaría entrenando a su equipo. En cualquier caso, para allá que fue. Se le hacía extraño poder pasear por las calles de Konoha con toda la gente, que se le quedaba mirando y él correspondía a esas miradas con una tierna sonrisa, pese a que se moría de vergüenza. ¿Dónde quedó aquel niño tan extrovertido? Los años van cambiando a las personas. No cabe duda.

Por fin llegó a casa del susodicho. Llamó un par de veces, pero no abría. Estaría entrenando. No estaba seguro de ir a ver el entrenamiento, pero lo hizo. Quería ver cómo se comportaba su hijo y cómo era actuando como shinobi; también le picaba la curiosidad comprobar cuán bueno era Konohamaru como maestro, pero lo más seguro es que fuera bueno. Él siempre lo tuvo claro: Un buen shinobi equivale a un buen maestro. Lo difícil es que ninguno de los dos se corrompa, como ya había ocurrido con otros casos.

Cuando llegó al campo de entrenamiento, Naruto se camufló un poco. Los niños ya estaban cansados y, por la hora que sería, estarían a punto de terminar. Lo cierto es que Naruto debería haberle dado alguna misión a Konohamaru y a su equipo, pero no quería confesar que no quería mandarlo lejos de él y que tardara en volver, aunque, como Hokage, estaba en la obligación de hacerlo. Además, ellos, al igual que él, también tenían derecho de desarrollarse como shinobis, por lo que no podía dejarlos estancados por sus caprichos de enamorado.

Konohamaru les dio unas últimas instrucciones y los niños se fueron a sus respectivas casas o a jugar. ¿Quién sabe? Los niños son impredecibles. El Uzumaki se acercó por detrás de Konohamaru para asustarlo, aunque éste se percató de su presencia:

-Dime: ¿Qué te ha parecido el entrenamiento? ¿Lo hago bien? -Se puso orgulloso el Sarutobi.

-Bueno, los he visto mejores. -Contestó de manera socarrona-. En serio: Lo estás haciendo bien. Seguramente, se conviertan en unos buenos shinobis con el tiempo. Además, pase lo que pase, siempre serás su maestro. Ya lo sabes. -Le dio esas palabras sinceras de aliento a Konohamaru, que tanto quería oír.

-Por cierto: ¿Cómo es que estás aquí? ¿No deberías estar trabajando? -Al Sarutobi le parecía extraño eso.

-Ya, pero le he pedido a Shikamaru que acabara lo mío. Estoy cansado de llegar tan tarde a casa; aparte, así estamos más tiempo juntos. ¿O tienes otros planes? -Naruto esperaba que le dijera que 'no'.

-Para nada. Recojo mis cosas y nos vamos a cenar. -Replicó Konohamaru.

Y así hizo.

Impensable (Konohamaru x Naruto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora