Impensable (Konohamaru x Naruto)

En la noche de Konoha

Naruto deambulaba por las calles de Konoha; el frío acariciaba su cara a la par que la luna lo enfocaba como un foco ilumina al actor en el escenario. Lo cierto es que Naruto estaba cansado, pues Hinata lo había hartado lo suficiente como para que se marchara de casa. Había decidido ir a su oficina para dormir. Ya por la mañana, seguiría trabajando. No era el mejor de los planes, pero, al menos, era un plan. No podía creerse que Hinata no lo dejara en paz, ni siquiera en un día en que se encontraba en su casa -no en su hogar-. Él no tenía un hogar, puesto que no se había esforzado para tenerlo.

Las calles estaban vacías, por lo que podía recorrerlas con tranquilidad sin que nadie lo parara. No es algo que lo molestara, pero la calma siempre se agradece. Tampoco podía quitarse de la cabeza la carta de Konohamaru, aunque más que una carta, parecía un informe. Se sorprendió de la seriedad con que la escribió, ya que no vio en ella ni un tono amable. Sorprendente en Konohamaru. También era verdad que había decidido descuidar su relación y mantener una distancia entre ambos. "Eso" no podía volver a ocurrir. No es que no lo deseara -lo deseaba-; es que debía sacrificar hasta lo más personal por su Aldea. No había otra.

Al llegar cerca de la mansión del Hokage, Naruto vio a alguien que también se dirigía ahí. Esa persona se detuvo al darse cuenta de la presencia de Naruto. Y como no podía ser de otra forma, era Konohamaru.

-¿Qué haces aquí? -Le preguntó Konohamaru-.

-Eso debería preguntártelo yo a ti: ¿Puede saberse qué haces aquí a estas horas? Éste no es tu sitio aún. -Su tono era algo seco.

-Pensé que estarías en la oficina, ya que me imagino que habrás leído la carta que te mandé. Tenemos que hablar. -Konohamaru también se había truncado en alguien más serio de lo habitual.

-Sí, he leído tu carta. Tengo que decirte que no me gusta nada en la forma que te diriges a mí. ¿Quién te has creído que eres para tratarme de esa manera? No te debo ni una sola explicación de mis actos; no quiero volver a recibir nada así por tu parte. Recuerda que soy tu superior, por lo que no puedo permitirte ciertos comportamientos. Te lo tolerará tus inferiores, pero yo no. -Naruto nunca había sonado tan autoritario.

-¿Acaso no somos amigos, Naruto? -Preguntó Konohamaru con cierta decepción ante la perolata que le había soltado su amigo.

-Me gustaría pensar que sí. Es complicado. -Naruto lo hizo adrede para que Konohamaru lo dejara en paz.

-¿Que es "complicado"? ¿Por qué estás aquí, Naruto? -Insistió el Sarutobi.

-Discutí con Hinata; como no puedo dormir en casa, tenía pensado dormir en mi despacho. ¿Satisfecho? -Konohamaru le resultaba cargante. Todo era cargante para él.

-No. No estoy satisfecho, porque tenemos que hablar.

-Vamos a ver, Konohamaru: Ven mañana por la mañana, y hablaremos, ¿vale? A estas horas, no vamos a hablar de nada. Estoy muy cansado. Sólo quiero dormir. Por favor, déjame tranquilo. -Casi le suplicaba Naruto a Konohamaru.

Konohamaru fue rompiendo la distancia que había entre él y Naruto. Le agarró con suavidad la cara y lo miró intensamente a sus ojos azules. Hacía mucho que no lo veía tan de cerca; había olvidado lo que era zambullirse en ese mar que tenía por ojos, aunque sus ojos eran más bonitos que el propio mar. Para él, Naruto era el ser más bello que había conocido. Fue a hacer el amago de plantarle un beso, pero decidió que no. Sólo le acarició la cara y le dijo:

-Ya hablaremos, Naruto. -Y se fue a su casa, triste, por no haber conseguido nada... O sí.