Impensable (Konohamaru x Naruto)

El ahora

Para sorpresa de Naruto, se encontró con el mismo Konohamaru al dirigirse a su casa. El Sarutobi tenía que hacer cosas, pero las dejó para poder estar con Naruto. Sería como las cinco de la tarde, y Naruto tenía una cara de cansado que no podía con ella. En realidad, verlo tan agotado preocupaba a Konohamaru. Los dos fueron a casa de Naruto. El Sarutobi le preguntó a Naruto si quería comer algo, pero éste le contestó que no. Prefería dormir.

Naruto se dirigió a su cuarto y se tiró a la cama. Pese a todo lo cansado que estaba, no lograba conciliar el sueño. Algo le faltaba. No cesaba de dar vueltas de un extremo al otro extremo de la cama; como siguiera así, se caería de la misma y acabaría "besando" el suelo. Ya sabía qué era lo que le ocurría: Faltaba Konohamaru.

-¿No vas a venir? -Gritó el Uzumaki desde su dormitorio.

Entonces, Konohamaru fue para allá. No sabía qué podría ser lo que le faltara a Naruto, así que fue.

-Ya estoy aquí. ¿Necesitas algo? -Preguntó el Sarutobi.

-¿No vas a tumbarte conmigo? -Hasta el propio Uzumaki se sorprendía. Para él, era algo que nunca antes había experimentado.

-Sí, claro. -Le contestó el Sarutobi.

Entonces, Konohamaru se quitó el chaleco de jonnin y la camiseta, quedándose sólo con los pantalones. En verdad, no tenía nada de sueño, pero quería complacer a Naruto. De hecho, a él también le gustaba que lo necesitara de esa manera. En general, le gustaba que Naruto lo necesitara siempre. Una vez que se acostó junto a Naruto, Konohamaru lo rodeó con su brazo y lo acercó hacia él para abrazarlo.

Konohamaru le acariciaba la cabeza para que se durmiera, aunque se percataba que Naruto no lograba dormirse del todo. Algo lo inquietaba; no sabía qué hacer para que se durmiera. El Uzumaki puso la cabeza en el pecho desnudo de Konohamaru, en donde sintió sus latidos. Sus latidos eran perfectos -afortunadamente-; a Naruto lo fascinaba que en Konohamaru hubiese tanta serenidad. Lo envidiaba. Bueno, no lo envidiaba, porque en él podría encontrar toda esa paz que él no tiene.

-¿Tú no tienes sueño? -Volvió a preguntar Naruto.

-No y, por lo que veo, tú tampoco. -Le contestó el Sarutobi.

-Tengo muchísimo sueño. Tanto, que no logro dormir. -Aunque lo dijo con la gracia que lo caracterizaba, en realidad, lo sentía con amargura por no descansar.

-Dime: ¿Qué es lo que te inquieta? -Ahora le tocaba preguntar a Konohamaru. Deseaba saber qué era lo que ocurría en esa cabecita.

-Son tantas cosas... No lo sé. Me gusta estar así. -Contestó apaciblemente el Uzumaki, buscando más el contacto físico de Konohamaru. Quería que lo abrazara muy fuerte y que no lo soltara jamás.

-Naruto, sufro al verte siempre tan cansado y así. Deberías buscar alguna forma de rebajar el nivel de trabajo; contrata a más gente. Los tiempos han cambiado, y tú no tienes nada que demostrar a estas alturas. -Konohamaru pretendía ayudarlo.

-Calla. No me hables de eso ahora; no seas aguafiestas. ¿Sabes una cosa? -Le preguntó el rubio.

-¿El qué? -Respondió Konohamaru con la pregunta más evidente.

-Que me has conquistado. Me he dado cuenta de qué es el amor. Cuando estabas haciendo cosas en la casa y yo me había quedado en la cama, estaba inquieto, como si fuera a morir. Era un horror. Sin embargo, me di cuenta de que no estabas tú, y era por ese motivo por el que no lograba dormir. Me he acostumbrado tanto a ti que, aunque estés, me sabe a poco. Cuando los sentimientos van más allá de lo imaginable, de lo que se pueda expresar en una vida o en mil, eso debe de ser el amor. Nunca antes lo había sentido. Por ello, me emociona aunque, a la par, me aterra. -Naruto hizo algo que no había hecho en mucho tiempo: Sincerarse.

-No te asustes de eso, por favor. Pase lo que pase, estaremos juntos. -Le contestó Konohamaru.

Sinceramente, esas palabras habían conmovido a Konohamaru, aunque procuró no exteriorizarlo para no perturbar la paz que había en esa habitación, en esa cama. Paz que sabía que Naruto necesitaba más que el comer. Konohamaru buscó la boca de Naruto para darle un tierno beso. Cuando separaron sus bocas, le susurró: "Te amo".