En casa; en familia

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-¿Está la cena a tu gusto, Naruto? -Le preguntó Hinata a su esposo con la mejor de sus intenciones, como siempre en ella.

-Sí, está todo muy bueno. Tú siempre cocinas muy bien; ¿qué voy a decirte a estas alturas? -Se le escapó una risilla, pues era una obviedad: Hinata siempre cocinó muy bien. Seguramente, porque le ponía empeño y mucho amor a todo lo que hacía. Era imposible tener una queja de ella. Ni una sola.

-Papá, ¿por qué has venido a cenar con nosotros? Nunca vienes para cenar. -Le preguntó Boruto. Era una buena pregunta, aunque algo cruda para lo que era la situación y para preguntársela a su padre.

-Bueno, porque también vivo aquí y soy vuestro padre, y el marido de Hinata, ¿no? -Se rió-. Somos una familia. Por lo tanto, lo habitual es que esté en casa para cenar y pase tiempo con todos vosotros.

-Pero casi nunca estás con nosotros. -Replicó Boruto.

-Ya. Lo sé, hijo. Y lo siento con todo mi corazón, pero tengo un motivo de peso: Soy el Hokage y me debo a la Aldea, a su seguridad. Si la Aldea está segura, vosotros también lo estaréis. Cuando logras una meta, hay que aferrarse a ella, aunque, a lo largo del camino, no puedas dedicarle tiempo a otras cosas. -Confiaba en que lo dejaría claro; nunca fue por gusto propio.

-Esas "otras cosas", somos nosotros. Tu familia. -Volvió a insistir Boruto.

-Bueno, basta ya, Boruto. Come y calla; deja a tu padre tranquilo. Para una vez que puede estar con nosotros, no lo vas a aguar la fiesta. -Al final, tuve que intervenir Hinata al ver que su hijo estaba poniendo en aprietos a su padre, pese a que razón no le faltaba.

-Está bien, Hinata. No te preocupes. Hace bien en preguntar. También merece tener su explicación, por lo que ya la ha tenido. No existe otro porqué; creedme que me gustaría estar aquí toda la vida, pero, por desgracia o por fortuna, no es el caso. Tu madre y yo hemos pasado por muchas cosas peores. Ya nos hubiera gustado vivir nuestra infancia y adolescencia como estáis viviéndola vosotros; nosotros no tuvimos la seguridad que vosotros tenéis ahora, así que me deber es resguardaros de cualquier mal. ¿Me he explicado, hijo? -Naruto era agradable explicando las cosas, aunque se le notaba la seriedad y madurez de los años en la voz. Estaba claro que no era el mismo de hacía diez años. El tiempo no pasa en balde.

Una vez terminaron de cenar, Hinata recogió la mesa y se fue a la cocina a lavar los platos. Naruto la acompañó y empezó a observarla como si hubiera visto algo hipnótico y hubiera caído en su embrujo. Hinata se dio cuenta:

-¿Estás bien, cielo? -Le preguntó Hinata con dulzura.

-Sí, sí, todo bien. ¿Tú estás bien? -Preguntó con sinceridad.

-Estoy bien, aunque no es fácil criar a tus hijos prácticamente sola. -Respondió también con sinceriad.

-No seas exagerada, Hinata, que sola no estás. Yo siempre estaré. -Ahora era la madre quien lo ponía en aprietos.

-Siempre, no, Naruto. Siempre, no. -La voz de Hinataba adquiría dureza.

-Siempre que sea necesario. Me voy a dormir. -Sentenció Naruto.

-Esta noche, ¿dónde dormirás? ¿En tu habitación o conmigo? -Iba al grano.

-Iré a dormir a donde no me sometan a un interrogatorio. Cuando te casaste conmigo, sabías muy bien los que nos esperaría. Buenas noches. -Y se fue a su habitación, aunque no tenía intención de dormir.

Impensable (Konohamaru x Naruto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora