Capítulo 1: El pasado

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Siglo XVII

En Londres en el año 1620 daban casería a todos aquellos seres que la lógica no puede explicar cómo: vampiros, demonios, algunas sacerdotisas que aun no eran esclavizadas por los seres humanos y por último, mi especie las brujas. No todas las brujas o brujos son malos pero algunos practican las artes oscuras y asesinan inocentes, esclavizan humanos u otras especies que les puedan ser útiles. En este día todas las brujas del pequeño pueblo de Tyburn fueron cazadas y amarradas en estacas frente a una hoguera, un hombre llamado Marcus se alio con un demonio muy poderoso para acabar con todas las brujas del mundo pero no se esperaba que nos defendiéramos.

-Todas estas mujeres hoy aquí se les considera adoradoras del diablo y brujas por lo tanto morirán por eso.- exclamó Marcus con una llameante antorcha aferrada a su mano derecha.

-No todas somos brujas malas mi señor.- repuse. Este me miro como si fuera una escoria y se rió con sarcasmo.

-¡Cállate! Todas ustedes mataron a nuestros hijos, y muchas personas se han encontrado muertas en las calles cada noche. Esto ha sido culpa tuya y de ellas.- Me señalo a mí y a las otras mujeres que se encontraban conmigo amarradas a las estacas.

-Veo que ese hombre a su lado lo ha cegado y por lo tanto aténgase a las consecuencias de sus actos. Mi nombre es Anastasia y no pienso ceder ante esta injusticia, las personas que murieron fue por culpa de ese demonio y sus secuaces.- El demonio cuyo nombre nunca se ha escuchado me miro y se le dibujo una sonrisa de autosuficiencia en el rostro.

Era obvio que los vampiros estaban detrás de esto pero no logro entender cómo pudieron obedecer o aliarse con los demonios si todos se detestan, al menos que, obtuvieran algo a cambio.

-Tus amenazas son insignificantes bruja y no tengo por qué temerte.- Arrojo su antorcha en la paja que formaba un círculo alrededor de nosotras asfixiándonos.

-Luz del sol ven a mí y fortaléceme con tu poder, liberanos de las cuerdas que nos tienen cautivas ante tu ser.- susurré y todas las cuerdas de las mujeres presentes desaparecieron.- ­­­ ¡Vamos! Salid de aquí y haced buen uso de su magia- grite mientras corría con todas mis fuerzas hacia el bosque.

El bosque era un sitio silencioso sin el mínimo ruido de algún animal salvo las pisadas de las mujeres corriendo, estaba lleno de pinos y otros árboles que no me detuve a admirar. Todas nos fuimos por diferentes caminos corriendo por nuestras vidas mientras nos perseguían los vampiros, no fue hasta hace treinta segundos que escapamos y ya los teníamos pisándonos los talones. ¿De dónde salen tan rápido? ¿Por qué quieren acabar con nosotras? ¿Qué les ofrecen los demonios para que los ayuden? ¿Poder? ¿Sangre? No tengo las respuestas a estas preguntas y no creo vivir para saberlas, solo sé que haré todo lo posible para proteger a mi hija así yo nunca sobreviva.

Corría y corría intentando no tropezar con nada mientras que del fondo se escuchaban los últimos gritos de aquellas mujeres que habían tenido algo de esperanza en su rostro, antes de acabar muertas a las manos de los vampiros. De repente sentí a uno a mi lado y cuando lo miré le lance fuego de mis manos a lo que este se detuvo para esquivarlo pero no pudo y, se quemó.

-Eso va por mis hermanas, vampiro.- No vi el otro que tenía adelante hasta que de un golpe me tumbo y choque contra un árbol, sentí frío a causa de la sangre que salía de mi cabeza y el dolor en ella me cegaba aunque no tanto como para ver que ese vampiro se me acercaba lentamente. Le lancé fuego de mis manos todas las veces que pude pero era muy rápido y lo esquivaba sin siquiera detenerse a verlos ¿Quién será este?

-¿Por qué hacen esto, es que no podemos vivir en paz todos? ¿Les ha ofrecido algo? ¿Poder?- El vampiro se detuvo por un momento como si le hubieran hecho daño mis palabras pero luego siguió avanzando.

-Yo no estoy de acuerdo con lo que hacen pero si no hago esto pueden matar a alguien que aprecio.- respondió este en un susurro. Sus palabras sonaban sinceras y con lamento pero no pude creerle.

-No puedo creer lo que decís vampiro asqueroso. Todas esas brujas incluso mujeres humanas asesinadas por mounstros como tú y tu amigo demonio ¿Es que no sientes nada? Te aseguro que todo esto será una carga en tu mente si es que de verdad tienes sentimientos.- La sombra ante mí me miro con desagrado y se me acerco a la cara.

-Justo porque tengo sentimientos protejo a quién amo. Y si no lo entiende madame, me temo que la que no tiene sentimientos es usted. En cuanto al demonio, ese repugnante ser no lo considero amigo mío pero si tengo un gran deseo de ser yo quien acabe con su vida.- Hablo con cierto tono amenazante y sus ojos eran sombríos a causa de la sed de sangre.

-¿Y espera que le crea esas tonterías? Usted tiene el tiempo suficiente para vengarse y los métodos necesarios para cumplir su amenaza señor, sin embargo, no lo ha hecho.- respondí desafiante. Cuando estuvo a punto de responder llegaron dos vampiros más y ese demonio asesino.

-¿Aún no la has matado?- pregunto el demonio mientras se acercaba a mí.

Se puso en cuclillas y con un movimiento me rompió una pierna. Sentí que esta perdió su fuerza, no podía moverme ni pensar con total claridad. Estaba mareada pero aun así no paraba de gritar a causa del dolor.

-No he querido acabar con su vida tan rápido, Sebastián.- respondió el que había estado hace un momento amenazándolo de muerte.

-¡Eres un bastardo! Asesinando a personas inocentes solo para saciar tu sed de sangre- le lance fuego y le queme la cara, Se levanto a toda prisa para intentar extinguir las llamas que cubrían su cara mientras lo rodeaba con un círculo de fuego. Todas las fuerzas que me quedan las pondré en este hechizo para llevarme conmigo al ser que ha acabado con tantas vidas inocentes.

-¡Todo lo bueno y malo de este mundo debe morir por eso os pido ayuda madre naturaleza, convertidlo en ceniza y haced que desaparezca!- exclamé.

Los dos vampiros que llegaron me tomaron de los brazos y me alzaron, clavándome sus uñas en cada lado por donde empezó a escaparse hilos de mi sangre. Toda la ropa de Sebastián ardía pero su cuerpo no, es como si fuera de piedra y el fuego no penetraran su piel, después de varios segundos pude ver como las llamas se dispersaban y dejaban a una sombra con ojos rojos centelleantes ¿Qué había pasado con Sebastián? ¿Qué tenía enfrente de mí? Observe a los otros y ninguno mostraba algo de sorpresa en su rostro, simplemente era como si ya hubieran visto esto antes. De repente la sombra hablo:

-¿Sorprendida, criatura?- Se acerco a mí y pude sentir su aliento en mi rostro. Era como vapor y él era transparente como un fantasma. Solo había un hechizo más por intentar pero eso me dejaría más indefensa de lo que ya estaba.

-¡Seres de otro mundo que lo poco visible se vuelva sólido en un segundo. Acabad mis llamas con él!- grité y el ser ante mí tembló. Los vampiros que me sostenían fueron corriendo a ayudarle y me dejaron tirada en la tierra húmeda del bosque, la sombra se disolvió y dejo a un hombre herido y, molesto ante mí.

-Te mataré y sufrirás como nunca en tu vida, escoria. Nick, Paulo sostenedla bien.- grito este señalándome mientras corría hacia mí. No sé bien que ocurrió pero el otro vampiro cuyo nombre era desconocido para mi le susurro algo a Sebastián y este desapareció. En una fracción de segundo estaba ahogada con algo que sabía a oxido y sal. El hombre que había dicho que quería matar a Sebastián me había cortado la garganta en un abrir y cerrar de ojos.

-Lo siento.- me susurro al oído antes de caer en la obscuridad.

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