Capítulo 44: ¡No,no! No estás muerto

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Emily

Logre expulsar a Anastasia de mi cuerpo durante unos momentos, esa mujer de veras que es fuerte y persistente. Abrí los ojos los cuales estaban empañados por las lágrimas y mis oídos zumbaban constantemente, algunos sonidos de sollozos llegaban muy tenues a estos. Sara tenía a un hombre recostado en sus piernas aunque, no podía ver bien quién era mientras, que Lázaro no paraba de realizar un hechizo para que no se desangrara. Jimmy se dio la vuelta dejándome ver por un pequeño orificio el rostro de aquel hombre, su cabello negro cubriéndole los párpados, las manos aferradas a un agujero en su pecho. ¿Qué he hecho?

-¿Nicolas?- no se movió.

Intente acercarme pero unos brazos me sujetaron fuertemente impidiéndomelo.

-¡Nicolas! ¡No!

Las heridas mágicas en los vampiros podían ser mortales dependiendo del sitio. Lo bueno de las sacerdotisas es que podemos curar a quien queramos, sea humano o criatura. Necesito acercarme a él para curarlo.

-Emily, contrólate.

-¡Maldito seas, Jimmy! ¡Déjame curarlo! No puede morir, no así. Por favor.- comencé a llorar descontroladamente.

-NI se te ocurra acercártele. Ya has hecho más que suficiente, Emily Collins. Has puesto en peligro a mi esposa, a mi hermano, toda mi familia ha sido envenenada con tu presencia. Eres lo peor que pudo pasarle.- sus palabras me dejaron atontada sin poder reaccionar o quejarme.

-No hagas nada, hermosa. Podría aparecer Anastasia de nuevo.- susurro.

-¡Quiero a Nicolas! Déjenme ayudarle, se los ruego.

Lázaro se acerco sin ninguna expresión en su rostro que me dijera que estaba pasando por su mente. De pronto mi mejilla comenzó a arder por el duro golpe que recibí de su parte.

-No lo ayudes. Hiciste más que suficiente, mestiza. Ni siquiera sabes si puedas curarlo.

-Sé que puedo.- rugí.

-¡No seas insolente! ¿Crees que no sé sobre tu batalla interna para no matarle? Anastasia no dejará que lo cures, esa mujer solo desea matarlo y tú no eres tan fuerte para detenerla.- quede inmóvil y de no ser por los brazos de Jimmy sé que hubiera caído directo al suelo como una muñeca.

-No seas tan duro con ella, sabes que lo quiere.- le decía su hermano.

-Sí de verdad lo hace ¿por qué no se ha molestado en decírselo o demostrárselo?

Tenía razón. Nicolas es el que siempre me regala cosas, está conmigo cada vez que me siento sola y me apoya incondicionalmente. Cada caricia, cada beso todo me decía lo que sentía por mí. Menuda idiota que soy. No merezco vivir, no debí nacer nunca. Tal vez así el mundo sería un lugar mejor.

-Charlie- llamo Sara a su marido-, está... muerto.

Esas dos últimas palabras hicieron que mi corazón se rompiera en miles de pedazos, mi cuerpo ya no tenía alma. Me sentí desolada, abandonaba y como un horrible mounstro. He matado a la única persona que ha estado conmigo desde que todo comenzó, la única persona que me ha querido como soy. Se encargo de mí porque lo quiso así, arriesgo su vida para buscarme cuando Edgar me rapto ¿y yo cómo se lo agradezco? Matándole. ¡No, no, no! Esto es una pesadilla, estoy segura. Nicolas no murió, Nicolas no murió. Sólo está durmiendo para que le tome el pulso de nuevo y pueda burlarse de mí una vez más. Esa sonrisa, esa estúpida sonrisa.

-Nicolas, no estás muerto.- repetí varias veces en forma de una bolita en el piso y me mecía.

-Hermosa.- toco mi hombro pero lo aleje con un campo de fuerza que trasmitía mi propio cuerpo.

-Dejadla en paz. Sólo traerá desgracias.- lo recrimino su hermano.

-¿Podría al menos despedirme?- susurre.

-No cometas una idiotez, Lázaro. Deja que venga.

Camine lentamente hasta ese hermoso cuerpo de aquel joven que prometió quedarse conmigo a pesar de todo. Mis ojos no podían creer lo que veía, el agujero del pecho era inmenso, como una flor abierta y su piel quedo tan dañada que no logra regenerarse. "Está bruja acabo con muchas criaturas y humanos" eso era lo que decía el libro y vaya que tenía razón. Toque su rostro suavemente mientras las lágrimas se resbalaban por mis mejillas. Su cara tan pálida y fría, más fría de lo normal. Sus labios tan duros y sellados como piedras. Cada parpado sin un mínimo movimiento.

Te odio con todo mi ser, Anastasia Devane. Encontraré la manera de deshacerme de ti.

Ya lo has intentando y no lo lograste. Te hice un favor, ese vampiro no podía estar contigo.

¿Por su oscuro pasado? Ojala pudiera matarte.

Bese sus labios una última vez mientras las lágrimas caían y caían. Su cuerpo término repleto de ellas, era de esperarse de una bruja de agua. Todas mis lágrimas parecen un río desbocado junto con el cielo. En el cuál se formo una gran tormenta a punto de caer, las nubes iban cargadas de agua y unos terribles truenos caían sobre la tierra haciéndola temblar. La habitación quedo atestada de hielo y copos de nieve ¿por qué tiene que ser así?

-Perdóname, mi amor.- susurre.

-Puedes irte.- rugió Charlie.

-Nunca me verás más, eso te lo prometo.

-H-Hermosa no te vayas.- Jimmy me tranco el paso haciéndome molestar más.

-Debo hacerlo.- sonreí forzadamente antes de desaparecer frente a él.

Han pasado tres días desde que mate al amor de mi vida, mi guardián, mi lord. Ese estúpido vampiro lo era todo para mí, desde el momento en que lo conocí supe que no era una mala persona y haría todo lo posible por protegerme. Después de todo, lo mostro aquel día en casa de mis padres cuando estos no paraban de recitar hechizos para expulsarlo y aún así, se quedo junto a mí. Al principio no puede entender porque entre todas las personas que pudo mandar esa fuerza buena en el mundo tuvo que ser él; ahora lo comprendo. Nicolas no era la clase de hombre que te dejaría correr sola por la noche con todas esas sombras tras de ti, él simplemente te ofrecería su mano sin nada a cambio. Nicolas Walker fue la única persona con la que sentí esa supuesta conexión de almas gemelas, es como si el destino lo hubiera colocado en mi camino pero... lo termine matando. Tantas veces que me dijo que no le haría daño y ha ocurrido esto ¿por qué no te alejaste? ¿Por qué te quedaste conmigo? Tal vez si me hubiera ido en vez de hacerte caso estarías con vida, o a medias. Mis deseos de mantenerlo a salvo eran tales que si me pedía sangre en un momento crítico no dudaría en dársela, a pesar de que terminaría con mi propia vida. Los rostros trastornados de Sara, Charlie y Lázaro quedaron grabados en mi mente. El amor, cariño y todos aquellos sentimientos positivos que tuvieron algún día por mí habían desaparecido, sustituidos por el desprecio y el miedo. Lo entendía bien, soy peor que un demonio, lo cual es decir bastante, quemo a aquellos que me dan una mano y a los que abren su corazón los termino matando. De no ser por esta maldición, si Anastasia eso eres, él aún estaría aquí. ¿Tanto odio le tenías? Es mi cuerpo y no debiste usarlo para asesinar a la única persona que he amado. A lo largo de los años nunca he sentido una conexión o amor por alguien, en mi adolescencia busque de las mil maneras una forma de vivir lo que veía diariamente en las películas pero como dicen, mientras más busques algo menos lo encontrarás. Fui rechazada muchas veces e incluso humillada por no ser la típica barbie de plástico que se acostaba con todos y cuando menos lo esperaba, apareció. Aquel vampiro con su voz tan dulce que me provoco un desmayo, caí rendidita a sus pies. Nunca podre pagarle todo lo que hizo y ahora no podre siquiera verlo, su rostro angelical. Espero estés en un lugar mejor amor mío, un lugar donde yo no pueda alcanzarte ni lastimarte. Merezco la muerte y la obtendré cueste lo que cueste.

Reencarnación #1  Trilogía ReencarnaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora