Capítulo 18: Una flor morada y un collar

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Emily

No pude dejar de admirar la vista del balcón desde que termine de asearme hace una hora. Todo era tan hermoso, las luces brillando, personas bailando, el olor del océano y el hermoso cielo estrellado con una enorme luna llena en su punto más alto. Nicolas salió a buscarme comida porque no empaco nada de ella para el camino y se acordó en el último minuto. Me moría de ganas por unirme a todas esas personas y luego me acordaba de que no hablaba su idioma, lo mejor será quedarme aquí. Me recosté un momento en la cama matrimonial que se encuentra en el medio de la habitación y no pude quedarme dormida, es como si estuviera llena de energía y sólo quisiera hacer otras cosas. Bajé corriendo por las escaleras y cuando abrí la puerta me tope con un joven de vestimenta ligera y bolsas a los lados.

-¿Emily? ¿Ibas a salir?- preguntaba mientras lo ayudaba con las bolsas hasta la cocina.

-Es que...-piensa en una buena explicación.

-Puedes decírmelo.

-Está bien. Me moría del aburrimiento, quise salir a conocer pero luego me acordé que no sé nada sobre este idioma, e igual decidí irme sin alejarme mucho de aquí.- sonreí inocentemente. Nicolas me esperaba en la entrada junto con la puerta abierta.

-¿Vienes?- grité de la emoción.

-¡Claro!- corrí hacia donde estaba.

 Afuera todo era mucho mejor que desde ese balcón, todos estaban unidos en un círculo bailando a un ritmo muy intenso, flores de todo tipo adornaban el suelo junto a las pinturas de los dioses en ellas, niños jugando y gritando de aquí para allá, hermosas mujeres con faldas cortas repartiendo flores a todos los que se les acercaran y muchos rostros felices. Comencé a dar vueltas como esta tarde y quede mareada. No lograba divisar a Nicolas y el pánico se apodero de mí. ¿No se supone que estaba a mi lado? Dios, ¿qué voy a hacer? La última vez que lo había visto estábamos saliendo de la casa ¿dónde está? Me dirigí a una enorme fuente con mucha gente donde esperaba encontrarlo pero no había rastro alguno.

-¿Me estás buscando?- al oír su voz sentí que respiraba nuevamente.

 Me voltee y allí estaba él, con su rostro de ángel y una sonrisa traviesa en sus labios.

-¡No vuelvas a desaparecer así! Casi me provocas un infarto.- lo golpee en los brazos todo lo que pude y no se defendió.

-Discúlpame, me distraje un poco y cuando me giré ya no estabas a mi lado. No volverá a pasar.- al menos estaba siendo sincero.

-Ajá.- fue lo único que respondí y eche a andar con Nicolas a mi lado, asegurándome un par de veces de que siguiera ahí y él solo se burlaba. ¡Ahg, idiota!

Las mujeres observaban con ojos maliciosos a mi adorable acompañante mientras que a mí me fulminaban con la mirada. Debo admitirlo Nicolas es una escultura de arte y ellas seguramente piensan que no debería andar conmigo, claro que no saben la razón de que estemos juntos. Algunos hombres se atrevían a verme y mi vampiro personal los espantaba con su mirada acompañada de ruidos extraños que parecían de pantera. No nos dirigimos ni una palabra en el camino aunque eso no me cohibió de andar como una niña pequeña dando saltos de aquí para allá sintiéndome libre en tanto tiempo. Se supone que era un viaje importante pero lo iba a aprovechar al máximo con o sin Nicolas. Una mano me retuvo y nuestros ojos se encontraron.

-Permítame, señorita.

El joven de ojos verdes se veía decidido y algo apenado con una hermosa flor morada en la mano. La coloco suavemente detrás de mi oreja y sonrió satisfecho.

-¿Cómo me veo?- pregunté ocultando mis nervios y con el rubor subiendo por mis mejillas otra vez.

-Se te ve... hermosa.- no pude evitar reír como tonta. Nicolas es tan difícil de leer y eso lo hace más interesante.

Reencarnación #1  Trilogía ReencarnaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora