Reencarnación #1 Trilogía Reencarnación

Capítulo 16: Ático

Emily

Subí los tres pisos que correspondían para poder llegar al ático. En medio del pasillo se encontraba una pequeña abertura en el techo lo suficientemente alto para no alcanzarla ¿Cómo diablos subían hasta allí? No seas tonta Emily son dos vampiros y una bruja, cerré los ojos mientras me imaginaba dentro del ático y así ocurrió, aparecí allí. Nicolas estaba sentado frente a una gran ventana con la mirada perdida en el limbo, no había sentido mi presencia o eso me hace creer.

-¿Cómo entraste aquí?- pregunto sin apartar la mirada de la ventana.

-Me teletransporté.- dije entusiasmada. Me observó con sus penetrantes ojos verdes que reflejaban dolor.- Discúlpame por lo que te he dicho antes. Has sufrido mucho y no debí ser tan insensible contigo.- se acercó lentamente a mí y poso una de sus frías manos en mi mejilla, el gesto envío una corriente eléctrica por mi espalda.

-Disculpa aceptada.- dijo suavemente y me dio la espalda.

-¿Qué significa este sitio para ti?- era claro que significaba algo y parecía desolado como él.

-La casa le pertenece a mis verdaderos padres y aquí me críe junto con Charlie. Después de su muerte mi hermano se la quedo y yo me fui a vivir con los demonios por orden suya. Este sitio- levanto sus manos señalando todo el ático- es como mi guarida, donde puedo pensar y desaparecer cuando quiera. Cuando me sentía triste venía aquí y Charlie siempre venía a molestarme para que saliera.- sonrío ante ese último recuerdo. Estaba triste y quería tenerlo entre mis brazos para decirle que todo estaría bien. Toque su hombro y se volteo.

-Este lugar representa como te sientes Nicolas. Nadie merece estar en la situación en la que has estado. Sebastián no tenía derecho de secuestrar a tu esposa y usarla contra ti. Lamento haberte preguntado por aquel vampiro cuando tu historia es parecida a la suya, solo que tú no eres un asesino.

-Si lo soy Emily, podría matarte aquí mismo si quisiera. Tu esencia me resulta exquisita y al mismo tiempo me siento en paz.- tomé una de sus manos y la coloque en mi mejilla.

-Yo también podría matarte por culpa de Anastasia y aquí estoy.- me encontré con sus ojos verdes y su rostro era de sorpresa.

-No quiero lastimarte.- dijo en un susurro mientras que yo, sonreí.

-Yo tampoco, mi lord.- sus labios se curvaron en una enorme sonrisa. ¿Acabo de decir eso en voz alta? ¡Qué vergüenza! Solté su mano y le di la espalda en un rápido intento de que no notara mis mejillas arder.

-Primera vez que lo dices despierta.- susurra en mi oído y su aliento me pone los pelos de punta.

-¿¡Lo he dicho dormida!?- grité indignada.

Sus ojos traviesos se encontraron con los míos nuevamente y asintió. ¡Quiero morirme ahora mismo! Mi pulso se acelero de golpe y Nicolas soltó una gran carcajada.

-Tu rostro es un poema.- dijo entre risas. Imbécil.

Me fui directo hacia la ventana donde antes estaba un Nicolas desolado, mostraba un hermoso bosque verdoso lleno de todo tipo de árboles al lado derecho de la casa, el jardín de Sara en la entrada, una mesa donde tomar el té y un establo a lo lejos de la mansión.

-Es bellísimo.- dije embelesada.

-Lo es.- afirmo Nicolas a mi lado.- Sara siempre cuida toda la casa y sus alrededores. Charlie le recrimina por no ocupar su tiempo en otras cosas.

-Tú hermano debería ser más comprensivo con ella.

-Se lo he dicho pero no me hace caso. Por lo menos su amor por ella es real.- su tono era serio.– Por cierto, ¿te ha ayudado el libro?

-¡Sí! Muchas gracias, Nicolas. Ahora sé que Anastasia y yo no podemos convivir en paz porque somos polos opuestos.- me observo confuso.

-¿Polos opuestos?- repitió.

-Ella es fuego y yo agua. El poder de sacerdotisa proviene de agua pero resulta que mi parte bruja también lo controla. Por eso es que soy más poderosa que una sacerdotisa común.- explique.

-¿Podrías salir herida por eso?- pregunto.

-Sí.- lo mejor es decirle la verdad.

-Resolveremos eso, te lo prometo.- asentí y cuando voltee a verlo me tope con su pecho. Desventajas de ser pequeña.

-Lo siento.- dije avergonzada y cuando estuve a punto de apartarme rodeo sus manos en mi cintura y me atrajo hacia él. Su cara quedo enterrada en mi clavícula e inhalo mi cabello, debido a la sorpresa me quede como una idiota sin saber qué hacer.

-Hueles a fresas.- eh... ¿No le agradara mi olor?

-¿Te desagrada... m-mi olor?- pregunté apenada. Su cuerpo se movía algo descontrolado, se estaba riendo y de mí. Lo golpee en las costillas y ni se inmuto, vampiros.

-No me desagrada.- fue lo único que dijo y me abrazo más fuerte.

Al darme cuenta de que no me soltaría pronto rodee mis brazos por debajo de los suyos apretándolo aún más contra mi cuerpo. Mi sangre nuevamente parecía lava y así me di cuenta de que a mi querida ancestra no le agradaba esto pero a mí sí. Déjame en paz, le dije mentalmente. Estaba disfrutando este abrazo tan frío y cálido a la vez. Desde que conozco a Nicolas me he dado cuenta de que es muy reservado y se ha abierto a mí hasta su límite por segunda vez ¿No dejaría que me abrazara? Ni de broma, me necesita y se lo debo.

-Charlie y Sara han llegado.- dijo sacándome de mi debate mental.

Se deshizo del abrazo y quedo frente a mí aun sujetando mi cintura, sus ojos me mostraban lo inquieto que estaba ante lo que acababa de decir. Sin pensarlo dos veces me alcé de puntitas y le planté un tierno beso en la mejilla para luego cerrar los ojos y transportarme hasta la cocina. Este poder me gustaba.

Ayudé a cocinar a Sara un pequeño pasticho para nosotras dos, ya que la dieta de Nicolas y Charlie no es para nada acorde a la nuestra. Estábamos sirviendo los platos y cuatro copas de vino tinto cuando decidió hablar.

-¿Qué ha pasado entre mi cuñado y tú?- lanzo una de esas miradas pícaras en mi dirección. Mis manos temblaron y el pulso se me acelero de golpe al recordar mi escenita con él.-Supongo que fue ardiente por tu reacción.

-¡No! Sólo somos amigos o mejor dicho conocidos.- respondí agitando las manos y ella solo se reía.

-Sí, sí. He visto como te mira sin darse cuenta de la gran tormenta que está por venir.- las últimas palabras las pronunció distante. Charlie entro para ayudarnos a llevar las copas a la mesa e interrumpirnos.

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