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—¿Cómo pueden llegar a esos extremos con tal de sacarle algo de dinero a las personas? —Yunho espetó molesto. Se detuvieron cerca de una banca libre justo detrás de un carrusel; Jungkook tomó asiento, sus movimientos siendo letárgicos.

Observó su mano, directamente en su pulgar que ha dejado de sangrar, el ardor atrapándolo con las palabras rebobinándose en su consciencia, aislando todo sonido, incluso la voz de Yunho que no deja de hablar.

—Creo que siguen arriba —dijo echando un vistazo a la cima de la rueda de la fortuna. Chasqueo la lengua con repudio y giró en la dirección por la que acababan de huir, como si quisiera comprobar que esa loca mujer no iría a acosarlos. En un susto metió la mano en el bolsillo de su pantalón, exhaló aliviado por encontrar su billetera. Revisó el interior y el alivio perduró por saber que al menos no tuvieron tiempo de robarle mientras daba su dramatización—. No creí que los gitanos fueran así de extremistas. Me pregunto si les harán alguna evaluación psicológica para poder instalarse aquí.

Guardó su billetera y miró al otro para preguntarle cuánto cree que tardarían los demás en bajar, más se topó con un hipnotizado Jungkook encorvado hacia el frente, con la vista sobre el corte de su dedo, parpadeando perezoso y en un mutismo sepulcral. Muy ausente. Preocupado, se acercó tocándole el hombro.

—¿Jungkook? —el nombrado tuvo un leve espasmo por el toque, parpadeando un par de veces rápido y desplazando la mirada desde su pulgar al suelo y después sus ojos se posaron en él—. ¿Estás bien?

Jungkook cerró la mano en un rápido reflejo, atrapando su pulgar bajo los demás para protegerlo exterior. Los engranes del carrusel resonaron a su espalda y la alegre música volvió a repetirse; la rueda de la fortuna retomó su recorrido giratorio en una dirección, comenzando a bajar a sus tripulantes.

—Sí —respondió en automático e intentó sonreír para tapar la maraña de enredo que son sus pensamientos—. Fue alucinante todo eso ¿No?

Yunho no se tragó su broma, pero prefirió darle el beneficio del silencio a esa inquisición. 

—No creí que uh... —boqueo tratando de decir algo, las palabras no ayudando a armarse antes de salir—. Quisieras visitar una médium.

Jungkook se rio bajito, la nerviosa gracia burbujeando en su pecho, de temor, de desconcierto. De melancolía.

—Una primera vez no hace daño —dijo después de unos minutos. Vio la siguiente butaca abrirse y de ella bajar a un sonriente Hoseok, ayudando después a su cita con una muy enrojecida cara y su peluche abrazado. La sonrisa se deslavo de su boca cuando la pareja salió del juego para encaminarse a ellos—. No hay que mencionar nada de esto.

El otro viró donde él tenía clavado los ojos para después apartarla. Sus cejas se arrugaron al centro y su voz salió menguante—: ¿Seguro que estás bien?

Jungkook asintió.

—Hobi sabrá de esto luego —como la mayoría de cosas que le iba a contar—. Ahora está pasándola bien. No quiero arruinarle la noche.

¿Por qué creía que le arruinaría la noche por lo acontecido? Fue algo que Yunho se preguntó, más no formuló y cambió su mueca por una de sus simpáticas sonrisas de ojos alegres cuando la pareja llegó. Jungkook se levantó entonces, escuchando lo que Misuki les decía sobre la vista, mostrándole después el sinfín de fotografías tomadas desde arriba.

—¿Y cómo fue todo? —preguntó Hoseok sin dejar de sonreír, pero con la mirada opaca al formular la pregunta—. ¿Te ayudó en algo?

Jungkook mantuvo la sonrisa y dudó antes de responder, transmitiéndole más por el abrumado brillo en sus ojos, que por su voz.

Red Forest / TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora