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Tenía tres opciones.

O dejaba de reunirse con Jungkook.

O seguía cazando a Jungkook, arriesgándose a que en algún momento quedara fuera de sí y asesinarlo a sangre fría como una presa tal cual.

O sacar el revólver treinta y ocho de la guantera de su auto y pegarse un tiro.

No fue muy difícil elegir.

Y luego de escucharlo, Jungkook ya no pudo decir más al respecto.

Sin embargo, eso no lo había detenido como Taehyung esperaba.



Jungkook

Sé que no vendrás

Pero al menos quiero que sepas que siempre estaré aquí

Si necesitas algo puedes contar conmigo

Sólo eso

Si me llamas, iré y si no, está bien también



Ni siquiera quería responderle.

Y no debería estarlo pensando tampoco.

Suspiró y se reclino hacia atrás, apoyando la cabeza en el respaldo.

Jungkook le había insistido que, aunque sea una parte de la comunicación perdurará ahí.

Sin buscarlo, sin cazarlo, sin tenerlo frente a frente. Sólo mensajes cuando surgiera la ocasión y una muy marcada distancia.

Parecía buena idea, tanto para ser mala.

Bloqueó el celular y lo guardó en su bolsillo, pretendiendo no haber releído los mensajes.

Unos días han transcurrido donde se convence cada vez más de negarse, cumplir su palabra y esperar que con el tiempo Jungkook olvidara el tema.

Debía tratarse sólo de un capricho, sin razón importante como la suya, si, ya se le pasaría. Y él podría conseguir más cadenas para mantenerse quieto como antes.

Regresó su vista a la computadora, leyendo el mensaje faltante que escribió y sin pensarlo más lo mandó. Suspiró feliz de que el último correo fue enviado, dejando caer todo su peso en el respaldo de la silla, estirando los brazos al sentirlos rígidos.

Por más que intentó concentrarse en el trabajo que había dejado pendiente, la viva imagen de Jungkook se mantuvo presente.

Jungkook feliz.

Jungkook emocionado.

Jungkook angustiado.

Jungkook molesto.

Jungkook triste.

Jungkook rendido.

Todas con un impacto distinto, en el mismo día y lugar.

—Así es mejor —murmuró en la soledad de su oficina, esperando a que el monitor se apague junto a la pantalla.

Tomó su chaqueta, ese día no le apetecía el haber ido formalmente, sólo un pantalón de vestir con una camiseta sencilla. Casi ni parecía el jefe de no ser porque era un lugar de dos pisos y los trabajadores ya le conocían como para estar acostumbrados a sus distintos estilos.

Cerró su oficina con llave y después bajó por las escaleras en forma de caracol. Saludó a unos empleados que llevaban paquetes a revisión o envíos, con asentamientos de cabeza y su distinguida manera de sonreír.

Iba a cruzar el recibidor, ansiando llegar a su pequeño hogar para continuar con su vida -aparentemente- normal.

—No lo entiendo ¿Cuál es el problema?

Red Forest / TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora