Era incómodo. Más que otras veces.
Incómodo, agobiante y el caluroso clima no lo hacía mejor. No necesitaba hacer acopio de su propia sensibilidad, ni ser el séptimo hijo de un séptimo hijo para darse cuenta que no era el único en esa situación.
Taehyung también transpiraba incomodidad por todos los poros desde que llegó a su casa y se dispusieron a continuar con el levantamiento del invernadero. Durante todo el proceso en que las vigas fueron reforzadas, que armaron el mástil del techo, que la pequeña cisterna fue descartada del plan pues Jungkook comenzó a creer que era ridículo tener una siendo del tamaño de un microondas si además podía regar por sí mismo, e incluso cuando hizo los marcos donde irían las ventilas a los laterales y en el techo en forma de cono, ninguno habló más de lo debido. Sólo intercambiaban palabra cuando era referente al invernadero y se mantenían lo más lejos posible si tenían la oportunidad. Como en ese momento en que Jungkook se encargaba de leer el instructivo de la nueva manguera que había enviado el otro metamorfo, con distintas modalidades de riego y dispersor incluido; y Taehyung se dedica a ensamblar el dispersor individual que podría añadirse a la otra boca de la manguera si así lo quisiera.
Jungkook No sabía si resistiría más horas así, con la noche pisándole los talones en la culminación del atardecer. Aún podían apreciarse los arreboles del cielo, pero el sol ya no estaba ahí, lo que significaba que en algún momento el metamorfo se iría otra vez. No podía dejar que eso pasara sin siquiera decir algo.
Y el silencio entre ambos era desesperante.
—Oye —instantáneamente como si de una alarma se tratase, el otro se quedó quieto y Jungkook prosiguió, dejando el instructivo de lado—. Lamento si lo que hice te molesto. No supe mantenerme al margen. No tenía la cabeza donde debía.
Taehyung dejo lo que hacía, alzando la cabeza hacia él, luciendo tan nervioso como Jungkook también se sentía.
—No estoy molesto. Me sorprendí mucho y no supe qué hacer. Creí que yo te había hecho sentir mal por el modo en el que me fui.
—Era de esperarse. Creo que la mayoría habría hecho lo mismo en esta situación —intentó sonreír para aminorar la pesadez, y recogió la otra boca de la manguera para ir hacia el grifo en la pared—. ¿Estamos bien? —recibió un murmullo de aceptación y finalmente pudo relajar los hombros—. Ahora me siento como un idiota desesperado. No te rías. Es muy difícil si llevas tanto tiempo solo después de que estuviste con alguien por algunos años.
Lo escuchó reírse levemente mientras revisaba la rosca de la boca antes de colocarla en la boca del grifo.
—Me apena decirte que no creo poder empatizar con eso justo ahora.
—Sí, claro.
Se mofo, más concentrado en enroscar la boca de la manguera en la boca del grifo. ¿A quién creía que engañaba? Era un hombre lobo con más virilidad de la que un hombre común tenía. Mucho más fuerte capaz de resistir por más tiempo cosas que los humanos no.
Eran... abominablemente sorprendentes en muchos sentidos. Sin mencionar que la familia de Taehyung parecía tener genes muy bien estructurados físicamente y si, se estaba basando sólo en lo que veía de él y lo que alcanzó a ver en Theodora.
Ambos eran atractivos como el demonio, pero no cualquier demonio, sino aquel que le hacía dudar de que pudiera tratarse de un ser divino por tanta belleza en las facciones. Jungkook siendo un pintor amateur y apreciador del arte, y con una buena vista, trataba inconscientemente de no perder detalle de un buen rostro barnizado de belleza. Cualquiera caería a sus pies con un simple coqueteo. Dios, aun recordaba cuando Taehyung lo invitó a salir aquella vez y lo extraño que se sintió.
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Red Forest / TaeKook
FantasyHabía reglas que no debían faltar. No vayas a casa de la abuela. No ignores los susurros que te necesitan. No salgas cuando hay luna llena. No olvides regar el jardín. No permitas que el lobo te atrape. Porque puedes correr. Puedes esconderte, pero...