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El último rastro de las lluvias permeaba el ambiente, el viento comenzaba a adquirir temperaturas más bajas conforme el sol descendía, y él seguía sudando de pies a cabeza como si el traje que usaba quisiera asfixiarlo. Se había sentado en el fondo del gentío para recibir una corriente fresca de aire de las puertas abiertas directo en su nuca, y para tener un escape accesible en caso de que, por alguna razón, su otra naturaleza decidiera adueñarse de su cuerpo y atrapar un aperitivo.

Eso sería muy malo.

Fue en invierno, poco antes de su quinto cumpleaños, que saltó a un árbol en el límite del bosque y con sus manos vueltas pequeñas garras abrió en dos el cuerpo de un gato que lo había asustado al salir corriendo del basurero en el vecindario donde vivía. Taehyung no había entendido su actuar, siendo salvado inmediatamente por su padre antes de que algún vecino se le ocurriera pasar por ahí. Aquella tarde por primera vez supo la definición correcta de licántropo y el motivo de sus hermanos para usar tantos descalificativos con él, si nunca les había hecho nada.

Siempre intentaba ser un buen hijo, buen estudiante en el jardín de niños, buen vecino, un buen niño. Esa noche entendió porque se sentía tan cercano a su padre, a su abuelo, a su hermana. Porque a veces su cuerpo le pedía masticar la carne cruda del refrigerador, porque a veces despertaba durante la noche sólo para ver la luna llena por la ventana como si todo el sueño se hubiera esfumado de su sistema.

No sabía que era así de diferente de las demás personas, o que todas esas cosas no eran lo que hacían todos normalmente.

Sólo él y los que eran como él.

Sólo las criaturas nocturnas que asustaban en las películas de terror, y que el resto del mundo creía que eran simple ciencia ficción, cuando Taehyung tenía las manos manchadas de sangre de su primera víctima. Un gato callejero que ni siquiera recordaba el color del pelaje al haberse cubierto de tanta sangre.

Esa ocasión no lo comió, pues no sentía que lo hubiera hecho más que por enojo y miedo.

Ya no era un niño. Él sabía perfectamente lo que era. Recordaba la sangre de casi todos los animales que atrapó ensuciando sus manos y fauces. Pero ningún humano. Nunca alguien indefenso ha estado tan cerca del filo de sus garras en potencial peligro además de Jungkook.

Shin Woon, ese era el nombre de la víctima de la que todos hablaban.

No poder recordar el momento en que atacó a ese hombre en el bosque debía ser una buena señal, pues significaba que él no era el responsable de su muerte.

No obstante, la amnesia en licántropos era tan común como lo que mostraban en la pantalla grande. Desde tan temprana edad hasta una explosión de ira en un licántropo adulto, pudiendo nublar minutos, horas, inclusive había oído rumores de jóvenes lobos que duraban perdidos en el bosque por días, con consciencias durmientes mientras su cuerpo buscaba cubrir sus necesidades básicas en sus pieles de lobo, no volviendo a sus hogares hasta que reunieron una cantidad satisfactoria de presas para abastecer a la familia y drenar todas sus energías mediante la lucha con otras especies de lobos salvajes que defendían su territorio.

Así como había aquellos que dejaban de sufrirla luego de la pubertad, también sabía de los que aún presentaban lagunas durante una cacería. Podía ser el exceso de adrenalina, de hambre, un detonante lo suficientemente significativo para alterar a alguien de esa especie.

Como una persona importante en peligro.

Ser consciente de eso no le ayudaba a mantener la calma, creía que pasar tiempo con Jungkook lo haría, que llevarse el trabajo a casa excusándose con que estaba enfermo para no estresarse con sus empleados lo haría, que retomar las visitas a los seminarios de Namjoon lo haría.

Red Forest / TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora