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Sentía que el día había sido exhaustivamente largo, hasta que se percató de que habían pasado dos días y no uno, y que otra vez pasó la noche sin dormir.

Claramente cuando el doctor le preguntó si estaba bien, respondió que no y lo peor de todo era que no mentía.

¿Cómo iba a estarlo después de lo que vio? Esa fue la principal razón por la que decidió que no acudiría a Yongsun, entre otras cosas. Como que creía que sería visto otra vez como si hubiera perdido la cabeza. Eso lo había llevado a otro doctor al cual acudir justo a la mañana siguiente del incidente, exactamente a las cinco en punto, antes de que saliera el sol.

Tenía un horrible presentimiento y no podía mantener los nervios a raya cada que su celular sonaba. Se preguntaba si tal vez su ansiedad y el picor en su piel era provocado por él mismo, por preocuparse tanto, por la insana necesidad de querer saber si él iría a encargarse de los cuerpos o se lo pedirían a alguien más. Aquel pensamiento había empezado mientras recogía los medicamentos en la farmacia y recibía un e-mail de la funeraria donde informaban que había surgido quizá un nuevo trabajo, y que lo mantendrían actualizado.

Ahora tenía pastillas para la migraña, pero su cabeza seguía dando vueltas, y mareado como un efecto secundario.

El auto seguía en su memoria, el sonido del choque, la voz de los niños, de la mujer, el humo saliendo de todas partes, su propio cuerpo entumecido con los oídos sordos a cualquier otro sonido que no fueran sus tortuosos pensamientos.

Iba a vomitar en cualquier momento.

¿Jungkook?

Recordó respirar, inhalando profundamente por la nariz, volviendo su atención a la pantalla en su computadora donde el reflejo de la mujer con un opaco labial rojo y lentes finos lo evalúa fijamente. No quiso pensar que lo miraba con lástima, porque ya no era un niño al que pudiera jurar proteger de todo y todos. Ella ya no podía y ya no era su responsabilidad tampoco.

¿Cuántas horas has dormido?

Frotó sus dedos entre sí sobre su regazo, ocultando que llevaba casi toda la sesión haciendo lo mismo con el borde de su camiseta, las arrugas en la tela ya eran muy notorias.

—Dormito a ratos.

La señorita Näedlitz asintió una vez sin dejar de verlo, tan serena como siempre.

¿Y en qué piensas?

—Sólo ella sobrevivió. Sigue hospitalizada —dijo luego de unos segundos, su pecho siendo aplastado como cada vez que pensaba en lo escuchado en las noticias de la televisión—. Imagino qué hubiera pasado si hubiera hecho algo que fuera diferente.

En el último par de palabras su tono se congestiono producto del doloroso nudo en su garganta que le impedía respirar correctamente.

—¿Cómo qué?

Lo había imaginado tanto durante la noche. Un escenario completamente distinto.

—Si los niños no hubieran estado ahí, nosotros habríamos venido aquí como cualquier día. Si el camión no hubiera tenido fallas, cada quien habría seguido su rumbo tranquilamente.

Todo se resumía a eso.

—Si lo hubiera sabido antes y los hubiera detenido.

Una ambigua posibilidad que trágicamente no le había tocado a él, ni en esa vida, ni en esa dimensión, ni con esa suerte.

Red Forest / TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora