Concentrarse en el trabajo era mejor que estar al pendiente de qué día era luna menguante, casi llena o nueva. Y eso era algo que formaba parte de su día a día desde que aquello inició.
Era mucho mejor que pensar en qué iría a hacer cuando llegase el momento de volver al bosque. Muy por seguro teniendo el debate que le carcome hasta la piel, acabando por ceder al insano deseo de rastrear un personaje bastante real para ser verdad.
La conversación con Namjoon le tranquilizó de alguna manera.
"—¿Te interesa que haya más cercanía entre ustedes?"
¿Taehyung debía mentir y decir que no?
Era arriesgado, sí. Pero honestamente, y aunque se negara, no creía que existiera otra persona que quisiera salir a correr con él, o al menos ayudarlo como lo hacía.
No era común. Tampoco quería dejar de hacerlo, verlo, escuchar su aliento escapar en cada respiro al correr arrullando sus sentidos. Pero no era cien por ciento seguro que sería así siempre.
Conforme los días pasaban, Taehyung temía de su cordura quebrarse un poco más y rezaba todas las noches para que los efectos del joven fueran más fuertes que los de la luna.
Quizás -por pura suerte- lograba recuperar el sentido común y quedarse en casa finalmente.
A veces no quería asistir a sus encuentros. Otras -cuando se acercaba luna llena- se encontraba fantaseando con tomar ese cuerpo entre sus brazos y hacer... ¿Qué? Tampoco lo sabía pues apenas era capaz de distinguir entre la carne cruda de la cocida. Quizás podría restregarse en él y averiguar si de ese modo podría tener el mismo control de sí mismo por mucho más tiempo en la seguridad de la ciudad sin su ayuda. Preguntarle por qué aceptaba dejarse cazar o qué veía de bueno salir a jugar con el lobo de las pesadillas.
¿Qué beneficio saca de Taehyung que lo hace presentarse cada mes, de cada año, arriesgando su vida?
Y peor ¿Qué hay de esos ojos oscurecidos, cargados de una calidez reconfortante en puntos luminiscentes? Sería sólo un lunático.
Por una fracción de segundo creyó tener un deja vu como sí viese una vieja cámara fotográfica con una única foto desteñida, difícil de identificar, de algún lugar en su memoria.
Bastante cerca, pero no lo suficiente.
Se despidió de los presentes distraídamente, avanzando hasta la salida ya una vez terminó la supervisión de paquetería esa tarde. Quería un batido de fresa al llegar a su hogar, listo para sumergirse en su computadora y terminar de revisar los encargos pendientes de las demás sucursales.
Los empleados le sonríen cuando pasa y cierra la puerta a su paso. Se frotó el cuello fatigado, detestaba que hubiera problemas con los envíos internacionales y más cuando los demás locales no cooperan con él. Muchas personas acudían a su centro para enviar y recibir cosas de otros lados del mundo, por lo que no le gustaba fallarles a pesar de no conocer sus rostros o nombres por su propia voz. Ser el dueño tenía sus ventajas y desventajas, si se era así de perfeccionista incluso para un negocio medianamente grande.
Dio un salto en su lugar cuando Seokjin llegó prácticamente corriendo a él, lloriqueo internamente, ya quería ir a casa, acabar eso y dormir por lo que quedaba del día. O de su vida.
Se obligó a sonreírle. Su mirada expresando lo que no haría en palabras.
—¡Me alegra tanto llegar a tiempo! Necesito que me hagas un favor.
Paciencia, Kim. Paciencia
Su sonrisa persistió y trago la poca saliva en su boca. Podía oler el desespero en el mayor, transpirando tanto bajo ese traje.
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Red Forest / TaeKook
FantasyHabía reglas que no debían faltar. No vayas a casa de la abuela. No ignores los susurros que te necesitan. No salgas cuando hay luna llena. No olvides regar el jardín. No permitas que el lobo te atrape. Porque puedes correr. Puedes esconderte, pero...