Los ojos de Yongsun se exhibían cristalinos como si no hubiese parpadeando los últimos ocho minutos, con pequeñas respiraciones empujando su pecho.
Como era de esperar, Yoongi se sintió atrapado entre dos emociones lejanas y similares, confundido de cuál sería el origen de cada una, y se culpó por haber ignorado aquella funda oculta debajo del asiento del piloto. Si hubiera fingido que no había visto un arma resguardada ahí. Y si su madre no se lo hubiera ocultado, tal vez su cerebro lo habría recordado, y tal vez Yoongi no habría comenzado a ocultarle cosas también.
Porque muy en el fondo sabía, sin quererlo aceptar, cuál era el verdadero propósito de que tuviera esa cosa en el auto. Y esa pudo haber sido también la razón por la que jamás la cuestionó. Ya no era necesario hacerlo, no en esa situación.
—Omma-
—¡Ya!
Yoongi se encogió en el abrazo que Taehyung ejercía a su alrededor, apenas dándose cuenta de que la contextura y los pelos negros disminuían y se retraían. Vio el arma temblar en las manos de su madre, pero sin quitarles la vista de encima.
Lentamente Taehyung aflojó el agarre permitiendo que sus pies volvieran a apoyarse en el suelo, sin despegar el contacto visual. Por debajo, sus huesos crujían doliéndole y a esa distancia casi le parecía poder ver su propio reflejo en los ojos cristalinos de la mujer tan cegada de miedo mientras su cuerpo atravesaba la forma híbrida.
—Por favor, ayúdelo —musito Yoongi cerca de su oreja aún un poco grande cuando ésta regresó a los lados de su cabeza.
Yoongi se alejó unos pasos de él, observando su corpulencia disminuir en cada respiración hasta que Taehyung dejó de ver a su madre y lo miró a él, con las fauces visibles y una profunda pena en su mirada.
Era esa clase de escenario el que siempre trató de evitar, pero del que jamás iba a poder huir.
No todos iban a verlo por quien realmente era, no debía olvidar eso.
Sin embargo, una de las personas que sí lo miraba por lo que era en el interior seguía ahí arriba, sufriendo en su tormento.
No había tiempo para sentir lástima por sí mismo.
Ambos humanos siguieron cada uno de sus movimientos haciendo rechinar los escalones con cada pisada, perdiéndose en el interior de la casa.
Una fuerza mayor sostuvo a Yoongi de los hombros, dándole la vuelta y encontrándose con el pálido rostro de su madre quien le sostiene de las mejillas, palpando la parte superior de su cuerpo por sobre la ropa.
—Cariño. Mi amor ¿Estás bien? ¿No te lastimó? —negó ferviente—. Hay que irnos.
Algo se encendió en su subconsciente cuando fue cargado sin mucha dificultad.
—¡No! ¡No puedo! —pero Yongsun no escucha, más ocupada en abrir la puerta trasera con una mano y hacerlo entrar al auto—. ¡Hyung!
Siente la presión del cinturón apretando su estómago, seguido de otro de los cinturones laterales que es estirado hasta el sentido opuesto con el objetivo de brindar mayor protección.
—¡Hyung! —grita rompiendo su garganta. El cinturón restante también es estirado hasta el sentido opuesto, teniendo dos cintas de cada lado presionándole el pecho y tres cintas sobre su vientre, pero ni así deja de forcejear, mirando hacia arriba como si de ese modo pudiera ser escuchado en el segundo piso—. ¡Hyung!
Tenía que quedarse. Tenía que ayudarlo. Yoongi podía sentir en su cuerpo como si el dolor fuera propio. Él tenía que hacer algo al igual que el señor Kim hacía. Tenía que-
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Red Forest / TaeKook
FantasyHabía reglas que no debían faltar. No vayas a casa de la abuela. No ignores los susurros que te necesitan. No salgas cuando hay luna llena. No olvides regar el jardín. No permitas que el lobo te atrape. Porque puedes correr. Puedes esconderte, pero...