55

47 6 1
                                    




Lo observó comer un poco más que a su propio hijo. No era tan buena en el arte como su hermano, así que no dibujaba los síntomas en su cuerpo. Sólo los amoldaba sobre las imágenes impresas en las pesadas enciclopedias que leía todos los días en la biblioteca de la universidad. Ayer parecía que recién llegaba a casa y le hablaba a su abuela y hermanos de todo lo que había aprendido en clase. Aquellos recuerdos no eran tan lejanos una vez esas imágenes impresas también se amoldaban a los pacientes que visitaban su consultorio.

El menor degusto el sabor en su boca como la noche anterior. Yeosung consideraba un éxito que su estómago ya no hubiera devuelto la comida. Jimin había perdido peso considerablemente los últimos meses. La fragilidad de su sistema puso alerta a sus colegas en su última recaída quienes sugirieron que pudiera tratarse de algo peor.

Sus exámenes señalaban anomalías en su sistema inmune, pero Yongsun era quien tenía la última palabra pidiendo evaluar al menor una vez más antes de enviar su expediente al departamento Oncológico como recomendaba el resto.

—¿Mejor?

Jimin asintió a su amigo porque seguía masticando un nuevo bocado de los Hot cakes que preparo esa mañana.

Ella se apretó el corazón con la mano y los labios cerrados, porque no quería imaginarse explicándole a su hijo una situación así.

No quería quitar esas sonrisas de sus rostros. 

El timbre de su celular le dio la excusa para huir hacia la sala, contestando con una mano mientras la otra barrió las lágrimas que se formaron en sus ojos.

—Buen día, doctora Min. Me comunico porque uno de sus pacientes se muestra nervioso y quiere saber si va a asistir a su consulta hoy.

—No. Rose va a cubrirme por hoy. Ya había avisado —su tono cambió drásticamente a uno firme.

—Lo sé, pero los padres del paciente insistieron en que intentáramos contactarla.

—¿Están escuchando?

—No, pero los tengo justo frente al cubículo con la doctora Rose y el doctor Hyunwoo está hablando con ellos para que acepten.

Yongsun entono una afirmación comprensiva al detectar la sutileza con que hablaba la recepcionista Lee. La pobre mujer de mediana edad no tenía la culpa de tener que lidiar con esas personas al igual que sus colegas. No obstante, Yongsun no tenía tiempo para ir a arreglar la situación.

—Que sigan insistiendo o que acepten reagendar la consulta.

Después de recibir una disculpa de su parte y despedirse volvió al comedor donde dejó a los niños desayunando.

Y a un intrépido can que últimamente saltaba hasta la cocina a buscar lo que olía tan delicioso.

—Agh. Min Holly, fuera.

Los niños rieron estrepitosamente mientras el perrito de los Min era bajado antes de que pudiera lamer la mezcla de Hot cakes pegada en el tazón. Eso no lo detuvo de dar un brinco otra vez, ni siquiera las palabras de su dueño Yoongi sirvieron para hacerlo bajar.

El segundo intento de Yongsun por tomarlo con las manos fue truncado por su gruñido de advertencia, mostrándole los colmillos si se atrevía a tocarlo siquiera.

Bufando tomó el rociador de sus plantas, rociando a Holly para finalmente hacerlo bajar por su cuenta, repitiéndole que no debía subirse.

—Holly, no. Quieto —dijo cuando noto sus intenciones de brincar por tercera vez.

Red Forest / TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora