Podrían existir miles de sepultureros amargados, viejos y con posible odio a su oficio. Con ese molesto olor a licor, nicotina, manos callosas, una barba albergando sucia pelusa, bolsas bajo los ojos, la falta de un diente y una intolerancia a la vida misma.
Jung Hoseok es ese destello que va caminando entre las tumbas, con su pala al hombro, una brillante sonrisa y saludando a toda lápida a su paso, mientras visualiza que las nuevas flores estén regadas y frescas. Con sus botas sucias de lodo y el cantar de las aves sobre las copas de los árboles.
—Buenos días, Kihyun. Espero hayas descansado bien —comentó a su derecha—. ¡Oh! ¿Qué hay de ti, Jen? Escuché que las aves iniciaron su orquesta más temprano —negó y chisto a la par que sigue su andar—. Espero eso no te haya incomodado.
—Hyung —Hoseok se detuvo en seco, ejerciendo un poco más de fuerza en su agarre sobre la pala.
—¿Acaso eres tú, Yifan? —preguntó inquieto, dirigiéndose a la lápida a su izquierda, nunca imaginó que la voz de ese hombre fuese a sonar así y ¿No se suponía que era chino? El sonido de pasos sobre la tierra fue suficiente para notar que alguien se acerca por el sendero despejado desde el estacionamiento. Su impresión cambió en segundos al darse cuenta de la presencia humana que llega junto a él, transformando su impacto en una exposición algo decepcionada—. Ah. Sólo eres tú.
Jungkook no se inmutó por su oración—: Lamento arruinarte el día, hyung.
El mayor recuperó su ánimo y dio paso a seguir con el que sería su pequeño mejor amigo. Vendría bien dejarles descansar más tiempo a los no vivos siendo tan temprano.
—No hay problema, debo recordar que no todos tienen tu suerte.
Jungkook ya no se imaginaba cuántas veces serían necesarias explicarle ese tema para que entendiera que no veía fantasmas como en las películas, sin embargo no era como que le molestara el comentario. De cierta forma, agradecía el hecho de sólo sentir sus presencias.
Podía darse el lujo de mantenerse en la ignorancia de sí era observado por los muertos.
Hoseok simplemente negó sin bajar la comisura de sus labios.
—Sólo son borrones grises —a veces, quiso añadir.
—¡Pero imagina que un día pudieras escucharlos! Sería asombroso, Jungkookie —señaló con un gesto de manos a todas las lápidas rodeándolos—. Finalmente podrías entender sí necesitan algo más para ayudarlos.
Lo meditó unos segundos pues no era un secreto tampoco el ¿Qué sería poder hablar con ellos? ¿Qué historias escucharía? ¿Y qué más les daría él?
—No creo que suceda, mientras pueda hacer algo estoy bien —le dijo encogiendo un hombro y quejándose internamente por una piedra pequeña que no llegó muy lejos luego de patearla.
—Y para eso también me tienes a mí —pasó un brazo sobre los hombros de Jungkook para abrazarlo y animarle. De lejos se ven los autos llegar, las vestimentas oscuras y sencillas, los velos invisibles sobre cada rostro, muy lejos de ser felices. Típico de un funeral—. Por cierto ¿Cómo te fue con el mayor Kim?
Jungkook también vio donde las personas ingresan a la capilla, algunos llorando y otros con las miradas bajas, no pudiendo ir a ellos y decirles que su ser querido estaba bien ya que no habían suficientes argumentos lógicos y creíbles.
—No hubo mucho qué hacer. Tenía un corazón resistente. Bueno, hasta hace unos días —el alma de ese abuelo no tenía pesares que lo deprimiesen, ni siquiera de sus tiempos en la guerra, sólo el hecho de no haberse despedido. Al menos así lo sentía mientras llenaba su caja torácica de pequeños tallos y hojas frescas—. Jin hyung lo maneja muy bien. Es fuerte como él.
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Red Forest / TaeKook
FantasyHabía reglas que no debían faltar. No vayas a casa de la abuela. No ignores los susurros que te necesitan. No salgas cuando hay luna llena. No olvides regar el jardín. No permitas que el lobo te atrape. Porque puedes correr. Puedes esconderte, pero...