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Tomó dos conjuntos de candados con llave y los metió al carrito. Antes de continuar, escaneo los estantes y las fichas de precio bajo cada artículo. Prisionero de su temor se atrevió a tomar otro par de los mismos, y apretó las manos sobre el volante plano del carrito para caminar por lo que resta del pasillo. Sacó el papel doblado del bolsillo del pantalón junto al bolígrafo, atravesó la palabra con una línea para confirmar que lo llevaba consigo, y leyó las últimas tres cosas de la lista. Demasiado obsesionado con terminar las compras, no se fijó al dar vuelta en el final del pasillo. El choque de ambos carritos lo hizo alzar la mirada con espanto, arrugando el papel.

—Lo sien- —No logró formular una disculpa completa, quedando pasmado con los ojos abiertos al igual que la mujer poseedora de unos iguales.

—Jungkook —musito Yongsun estirando los labios en una amplia sonrisa, misma que él trata de imitar mientras guarda disimuladamente la lista de compras de vuelta en el bolsillo—. Que coincidencia... Hace mucho que no vienes aquí.

Sabía a lo que se refería. Ella viajó la mirada al interior de su carrito, con los párpados cayendo levemente. Jungkook siguió el movimiento, relajando el cuerpo para no levantar sospecha, y observó su mercancía. No es como que la mayor pudiera poner otra expresión al ver la agrupación de sogas, cerrojos, candados y llaves. Agradeció mentalmente que aún no hubiera escogido las cadenas y esposas, o no habría podido justificarse.

—Necesito material. Estoy construyendo el protector del jardín.

Yongsun se mostró aliviada, soltando el aire en un suspiro que dejó caer los hombros y retomar esa alegría. Mientras tanto él tragó saliva, resintiendo la mentira en la boca del estómago.

Bueno. No era del todo mentira.

—Que espléndido. ¿Quieres ayuda?

—Así estoy bien. Hobi hyung me está ayudando.

Ella parpadeó sorprendida por la evasión y no creía que tuviera mucha justificación, dado que recordaba perfectamente cada una de las veces en que ellos hablaron junto a Wheein de construir tan magnífico lugar. Juntos. Aunque, siendo que en los últimos años ellas habían dejado el tema y él no, la Jeon mayor tampoco estaba en posición de sorprenderse porque él ahora pudiera hacerlo sin su ayuda. Su casa. Su invernadero. Su dinero. Sus compras. Y su problema.

Eso era lo que Jungkook creía a final de cuentas.

—¿Y puedo acompañarte? —intentó una vez más, interesada—. Sólo vine a comprar cosas que necesita Yoongi para una tarea, pero puedo ir contigo. Apuesto a que están haciendo un excelente trabajo.

—En realidad preferiría que no —se apresuró a decir, acabando con su entusiasmo y procediendo a regalarle una ligera sonrisa para aminorar los humores—. Quisiera que lo vieran cuando ya esté terminado.

—Oh... Si —retomó una suave sonrisa—. Envíame un mensaje cuando así sea —él asintió y estuvo listo para retroceder, y separar sus carritos, cuando añadió—: Por cierto ¿Podrías ir a recoger a Yoongi mañana? Estaré atendiendo una videoconferencia con unos médicos de Londres y no podré ir por él.

—Noona —entonó con ojos juguetones—, no necesitas darme explicaciones. Iré por él.

—Muchas gracias, Jungkookie.

Un tono de llamada los dividió y sacó rápidamente su teléfono, luchando por no tensarse al leer el nombre.

—Contesta.

Desvió su enfoque del aparato hacia ella que le observa relajada, con las manos frágilmente sobre el volante plano de su propio carrito. El aparato siguió vibrando sobre su mano, sin dejar de repetir aquel timbre sin reprogramar.

Red Forest / TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora