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Su cabello se revolvió al soplar el viento, arrastrando los humores que lo rodeaban. El sol se sentía aún más caliente de lo común, en sus últimas horas sobre el firmamento, anunciando la llegada de Octubre.

Alguna vez se emocionó por aquello, por ver las decoraciones en vísperas de la Noche de Brujas, escuchar a los niños pidiendo por dulces o advirtiendo por travesuras. Toda una noche llena de color y calabazas con rostros terroríficos tallados fuera de los hogares.

No escuchaba más que sus propios latidos, y no veía más que el suelo seco. No sentía más que el punzante ardor y dolor en su carne. El rojo vivo ensuciando su suéter, su piel, y el suelo.

Una mancha del matiz resbaló por su ojo, volviéndolo todo del mismo color.

Tan rojo como un sueño lejano que quemaba como el sol en sus tobillos desnudos.

La luz alcanzó el cuerpo a su lado, que lo veía sin un alma en su interior.








Veinticuatro horas antes, esa mañana, se habían duchado juntos y Jungkook se frotaba los ojos ahuyentando esa tortuosa pesadilla roja al fuego vivo donde las llamas se extendían en el bosque y su doppelgänger no estaba a la vista. En el lapso en que dejaba a Taehyung lavarse el cabello notó las nuevas heridas en su muñeca y cuello; la última como una media luna grabada en su piel. Miró su propio pecho, a la cadenita de plata colgando de su cuello, y recordó que toda la noche había dormido sobre el pecho de su novio al desnudo.

Pero ni siquiera con agua, jabón y loción corporal consiguió mejorar su desgastada apariencia.

—¿Estás seguro? —le preguntó al mayor, aludiendo a su decisión de acudir sin su compañía al laboratorio designado por el ayuntamiento.

El lugar donde iban a recolectar muestras sanguíneas y salivales de todos los sospechosos y testigos. Taehyung asintió, de pie junto a su auto, vestido con un pantalón jean azul, una camisa dentro del mismo y una chaqueta marrón tan brumosa que le hacía parecer más corpulento de lo que era.

—No tardare. Y necesitas descansar.

Ambos sabían lo que había detrás de esa respuesta. Jungkook no se había visto más enfermo que en esos momentos en que sabía a donde iría el metamorfo y a qué. No se sentía enfermo, pero sería complicado explicar a los médicos el porqué de su imagen tan pálida y mejillas huecas, y lo que menos necesitaban era captar la atención de los detectives, enlazando la imagen del artista con la situación del caso.

Que si estaba ligeramente enlazado, para su mal gusto.

—Podríamos decir que me contagie de ti —dijo Jungkook, buscando una excusa para los terceros, inseguro de si debía dejarlo ir solo o no—. Que es alguna bacteria. No son tan poco comunes las enfermedades estomacales.

—Prefiero que te repongas.

Un beso en la frente fue lo que recibió y Jungkook sabía que esa su modo de despedirse, cortando con la conversación.

Vomitó dos veces durante la noche y lo habría hecho hasta el amanecer de no ser porque ya no había nada en su estómago que sacar. Apenas logró desayunar un pan tostado con mantequilla y una rebanada de jamón, no quería perder la poca energía que le propinaban para mantenerse en pie. Debía ponerse en marcha.

Red Forest / TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora