Jung Hoseok no podía olvidar lo agradecido que estuvo con su maestra por haberlo elegido para darle un recorrido a uno de los de primer año que se había agregado al curso un mes después que el resto, porque de no ser así, jamás habría cruzado palabra con Jeon Jungkook, siendo nada más que un niño callado y extremadamente respetuoso con todos. Y desde ese primer encuentro en que se propuso ser su amigo -porque a toda costa iba a conseguir que el menor dejara esa faceta tímida- Hoseok presentía que parte de su perspectiva sobre el mundo iba a cambiar de una forma u otra.
Y no se equivocó en absoluto.
Aceptar el cómo Jungkook veía el mundo fue complejo. No todos los días alguien le revelaba que parte de su silencio se debía a que tenía poca experiencia tratando con las personas ya que le gustaba más sentir las presencias fantasmales a su alrededor. Saber reconocerlas, entenderlas, sin equivocarse.
Hoseok aceptaba ser escéptico, así que le había dado el beneficio de la duda. Y después de haber ido con Jungkook un par de veces al cementerio los fines de semana -cosa que no tenía por qué ponerle los vellos de punta si era en pleno día-, unas cuantas preguntas sobre la familia que tenía Hoseok ahí y que Jungkook pudiera responder con cosas tan simples como a qué olía el perfume de una de sus tías, o la sensación que le daba su abuelo al pasar cerca de la lápida, Hoseok en serio comenzó a creer cada una de sus palabras. Porque todo había sido totalmente correcto y era imposible que un niño cuatro años menor supiera eso sí apenas y podía resolver una fórmula matemática de multiplicación y que nunca antes lo había visto.
Jungkook tal vez tenía parte de la culpa que su -desde entonces- mejor amigo fuera un poco más asustadizo de lo que debería siendo el mayor de ambos. No todos los días Hoseok tenía la oportunidad de ver al menor salir de la cama durante una pijamada, cuando se suponía que estaba durmiendo, y lo veía caminar por la casa sonámbulo.
Y puede que Hoseok se hubiera autonombrado su protector durante esos momentos -mientras ingeniaba un modo de evitar que saliera de la cama- pero esos sustos nadie se los iba a quitar.
Pero él lo quería y sabía que Jungkook igual. Y antes de que se diera cuenta, ya tenía fascinación por el don de Jungkook, hasta después del momento en que lo ayudó a decorar una diadema para una vecina que acababa de fallecer, fue entonces que Hoseok se sintió muy bien consigo mismo. Porque ya no era sólo Jungkook buscando qué flores darle a su abuela para las almas que sentía, ahora él también quería hacer algo, quería ayudarlos, y pudiera ser que no poseía sus mismos dotes, pero se aseguraría que el descanso eterno de los demás fuera el más cómodo y bello para ellos.
Su madre casi se desmayó cuando le dijo que quería dirigir parte de la funeraria y ayudar a cavar los hoyos en la tierra pero sabía que nadie le sacaría esa idea hasta cumplirla.
Y eso definitivamente era algo que nadie le podía culpar a Jungkook.
Él sólo estaba ahí, siendo bonito, sonriendo para él, con él, dejando atrás esos muros que le impedían conocer a las personas. Teniendo más confianza para hablar, hacer bromas.
Y se entendían tan bien.
Razón inicial por la que tantas personas alguna vez creyeron que el par era pareja cuando atravesaban la pubertad, y ellos sólo se sonrojaban y miraban a otro lado, menos a ellos mismos. Y fueron tantas veces escuchando eso, que ¿por qué no?
Si, una relación que no duró más que un par de horas porque simplemente no era lo suyo.
Fue tan confuso porque ellos de verdad creían que en otra vida se habían amado porque no podía ser posible que existiera una persona que encajara tan bien con ellos y que no hubiera otro tipo de amor que no fuera el fraternal.
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Red Forest / TaeKook
FantasyHabía reglas que no debían faltar. No vayas a casa de la abuela. No ignores los susurros que te necesitan. No salgas cuando hay luna llena. No olvides regar el jardín. No permitas que el lobo te atrape. Porque puedes correr. Puedes esconderte, pero...