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El pitido del escáner de códigos retumbó entre cada caja registradora, sacándole un bostezo. La falta de horas de sueño le hacía pesar los ojos que se volvían sensibles a la luz intensa reflejada en los cristales de a tienda. Se acomodó los lentes de sol en el puente de la nariz. Tal vez alguien pensaría que cargaba una resaca encima, pero poco le importaba la opinión ajena en esos momentos.

Moría de hambre, de sueño, de salir a encajar sus garras en algún árbol. Se sentía enfermo y se veía cómo tal. Si su padre lo viera seguro estaría más que preocupado, llevándolo a una cacería que sirviera para revitalizarlo. También lo habría acompañado a ir a la ferretería de compras. Lo habría aconsejado. Lo habría cuidado como su pequeño cachorro que alguna vez fue.

Lo habría encerrado en la misma habitación si se lo pedía.

La fila avanzó y sólo pudo pensar en por qué Jungkook no podía ser como él, simplemente aceptar lo inevitable.

La discusión que tuvieron antes de dormir tampoco ayudó a su estado, y aunque dormitó unas horas lo primero que pensó al despertar fue en ir a comprar lo que necesitaría hasta que encontrasen al responsable de la muerte de ese hombre. Jungkook le había prometido que no le diría nada a Yunho y que trataría de convencerlo sin exponerlo. Taehyung quería saber hasta cuando se daría cuenta que sus opciones se terminaban con los minutos.

Claro que él tampoco iba a quedarse a las sombras, espectador a un milagro o un arresto domiciliario.

¿En qué pensaba al sugerir decirle la verdad a Yunho? No había bebido, ni siquiera estaba bajo la influencia lunar.

Era desesperación. Sabía que de otro modo no conseguirían nada. Y pudiera ser que quería creer que el hombre lo aceptaría como Seokjin y Yongsun hicieron.

Que no iría a exponer su verdad.

Llegando a la cinta puso las cadenas, los bozales, las placas, los grilletes, los lentes de protección, candados, algunas telarañas y arañas de utilería, disuadiendo las miradas curiosas.

—¿Encontró todo lo que buscaba?

Taehyung miró lo que la cajera pasaba por el escáner de código.

—Sí —intentó sonreírle para mermar su curiosidad—. Construiré una jaula de terror para el jardín de mi novio.

La joven que ya portaba un fantasmita en su gafete de empleado exclamo emocionada por la proximidad de Octubre, aventurándose a sugerirle algunas cosas más que podrían interesarle si no supiera que iba a romperlas fácilmente, lo que sería un gasto inútil si ni siquiera sabía si Jungkook gustaba de decorar en Halloween.

Tendría que averiguarlo y recordar todo lo que bajita mujer le decía antes de cobrarle.





🌔🌕🌖





Apenas se dirigía al maletero de su auto cuando la figura del artista emergió de la puerta delantera, respirando pesado, sus ojos redondos relajándose. Jungkook bajó las escaleras de la entrada en pasos rápidos y él no se movió hasta que lo abrazó, su torso siendo apretado y su cuello refugiando al menor que soltaba el aire como si lo hubiera estado reteniendo. No ocultó el hecho de que también sintió su cuerpo entero relajarse con la cercanía.

Red Forest / TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora