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La amistosa adolescente tras el mostrador le entregó su pedido y no pudo evitar abrir la bolsa de plástico reciclado para revisar que no le faltase ni un frasco de pintura de su lista. Agradeció una vez confirmó que su compra estaba competa y salió de la tienda de artículos de arte en el centro comercial.

Guardo el recibo en la misma bolsa y deambuló entre el poco gentío que podía haber en el centro un martes al medio día. Miraba distraído los escaparates a su izquierda, sin algo que pudiera captar su atención más de lo necesario. Por dentro trataba de recordar si faltaba algo más en casa, como el alimento de Gureum, que aún alcanzaba para otras dos semanas. De todos modos, se detuvo frente al escaparate de la tienda de artículos para mascotas, sin convencerle ninguno de los suéteres de moda que pudiera abrigar a su pequeño y lanudo amigo.

¿Podría comprarle una frazada nueva?

Avanzó unos pasos a la puerta automática, esperando a que una mujer saliera de la tienda en compañía de una infante que reía con una bolsa plástica cargada de suéteres pequeños para mascota y mantas con gatos dibujados. Cuando dejó de prestarles atención, las puertas se cerraron y sus ojos enfocaron algo más allá de los cristales. Como un fantasma, la joyería se reflejaba al otro lado del centro. Sus pies tomaron poder sobre él, llevándolo con una latente curiosidad.

Empujó la puerta, haciendo sonar una suave alarma automática a la vez que su rostro fue perfumado con el aroma a limpieza, muebles nuevos y los veinte grados del aire acondicionado. Paso al lado de un par de mujeres mayores atendidas por un empleado que les muestra una sección de aretes demasiado pretenciosos; en otro lado un hombre juzga la caja de terciopelo adecuada para el anillo de diamantes que ha comprado. Jungkook siguió de largo con la mirada agachada, recorriendo los brazaletes de oro y de plata en los mostradores. Algunos se parecían al de Taehyung, lisos, anchos, planos. Como un grillete que debiera cargar siempre.

—¿Alguno es de su interés? —Jungkook parpadeo sorprendido, tal vez habiendo mirado tras de esa vitrina lo suficiente para que la sonriente mujer de cabello rubio en una coleta alta y uniforme formal negro a juego con sus compañeros, notase su presencia—. Tenemos una colección nueva de otoño-invierno.

—Aún estoy decidiendo —le devolvió el gesto y sostuvo la bolsa plástica con ambas manos—. Gracias.

—Entiendo. Tenemos más brazaletes —la mujer, cuyo nombre 'Naeyon' brillaba en su placa dorada, salió de detrás del mostrador, dirigiéndolo a donde el resto de mostradores presentaban más variedad de artículos—. Si busca algún presente la sección de este lado podría interesarle. Para amigos, familia, pareja. Estaré cerca si necesita ayuda.

Le agradeció con una inclinación de cabeza, sopesando el peso de su billetera y cuentas bancarias. Sintiendo que debería mantener sus manos lejos del vidrio, miró minucioso a una distancia que consideraba prudente, ignorando completamente los que cargaban diamantes. No comprendía del todo de dónde venía aquel arranque. Taehyung ya tenía un brazalete y él aún cargaba en el cuello la pequeña cadena que le regaló. No porque quisiera hacer sentir al metamorfo que estaba a salvo de él, ni porque sintiera que debía mantener una barrera entre ambos para protegerse.

No eran novios cuando se lo obsequió, pero lo era ahora. Y seguía siendo la única cosa material que le dio.

Instintivamente toco la cadenita que cuelga sobre sus clavículas. No era avaricioso. Sólo que esa cadena era el recuerdo de todo. Cada suceso que la hizo caer en su cuello antes y después de eso, los llevaron hasta ahí. Lo bueno, lo malo, lo que atesoraría por siempre, lo que se llevaría a la tumba, y lo que sentía. Eso significaba para él.

Red Forest / TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora