CAPÍTULO 41

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Narrador omnisciente

Será un capítulo un poquito largo






Ambos estaban en la habitación del alfa. La mamá de Joaquín y sus hermanos ya estaban descansando por lo que le habían avisado, ya mañana tendrían tiempo de hablar.
Emilio estaba sentado en su cama, miraba a su omega caminar de un lado a otro, balbuceando cosas que no podía entender.

— Joaco, ha sido un día emotivo. Sé que tienes muchas cosas en tu cabeza y también tienes que pensar cosas. ¿Estas seguro de que quieres contarme todo hoy y no otro día?

Joaquín paro y se acercó sentándose a lado de Emilio. — Tengo que hacerlo ahorita. Sé que otro día no podré. Es una historia complicada y... y entenderé si quieres terminar con todo esto de nuestra... ya sabes, la cosa de destinados...

Emilio frunce el ceño, hace una nueva mueca disgustado y agarra con ambas manos la cara del menor así obligando a verlo. — Estas muy equivocado si piensas por un momento que terminaré de conquistarte. No voy a cancerlar absolutamente nada. Estoy muy seguro de mis sentimientos hacía a ti y sería un completo idiota terminar contigo.

Joaquín solo se limita a sonreír, él decía la verdad, podía verlo en sus ojos.

Lanzó un suspiro y comenzó a relatar: — Mi mamá siempre me contó que mi papá estaba muy feliz cuando quedó embarazada. Yo fui su primer hijo así que ambos estaban muy felices. Mi padre cumplía sus antojos a pesar de no tener dinero y también que no era para nada violento y mucho menos tomaba ni fumaba para nada. Iban a cada consulta. Mi papá quería un alfa y cuando dijeron que era un niño sus expectativas se hiceron más grandes. Mi mamá le decía que no estaba segura si sería alfa, omega o beta, lo único que ella quería era que el nacimiento fuera sin complicaciones y que yo naciera sano. Pero mi papá estaba muy seguro de que sería un alfa. Pero eso no se sabría hasta el primero celo y eso ocurría en la adolescencia. Nací y me quisieron. Me compraban lo que podían y mi papá me educaba para ser un gran alfa. Era apenas un niño, no entendía todavía lo que era ser un alfa, un beta y un omega. Yo le preguntaba si él estaba seguro de que sería un alfa y él estaba completamente seguro. Ni una sola duda. Crecí hasta llegar a la adolescencia. Estaba en la escuela, porque si, hasta ese momento mi papá me había inscrito en una escuela que él podía pagar, decía que tenía que tener buenos estudios para crecer y conseguir a un buen omega para mantenerle.

Emilio escuchaba atentamente cada palabra que salía de Joaquín tenía una mano en su rodilla, en una señal de apoyo a que siga con aquel relato.

— Entré en celo, por primera vez, media hora antes de la hora de salida. Pero contrario a lo que mi papá pensaba y estaba seguro, me presenté como un omega. No era un alfa como mi padre aseguraba. Yo en ese momento salí de la escuela y corrí hasta mi casa. Mi mamá estaba preparando la comida y mi padre estaba en el sofa viendo televisión. Recuerdo aquella mirada de odio y de repulsión que mi papá me dió al olerme y ver que siempre me presenté como omega y que él tanto esperaba. Mi mamá estaba asustada. Sentía todo lo que papá sentía por medio del lazo. Ahí empezó todo. Recuerdo que me jaloneo, me grito. Culpaba a mi mamá cuando ella no tenía la culpa de nada... —los ojos del menos se cristalizan ante los recuerdos, estos que aun seguían tan presentes a pesar de que ha intentado olvidar todo, pero era inútil. — Mi mamá fue quien se hizo cargo de mi durante mi celo. Ella tenía sus ojos rojos de tanto llorar y me decía que todo iba a estar bien. Yo le creí. Pero nada estuvo bien. Mi papá cambió para peor. Semanas después de saber mi casta, comenzó a tomar y a fumar. Hacía todo lo que antes decía odiar y no hacer, comenzó a hacerlo. Fue más exigente con mi mamá y conmigo. Nos trataba mal, solo por eso, ser omegas. Mi papá seguía teniendo ideas de siglos pasados pero nunca lo mostró hasta esos días y en toda mi vida. Nos trataba igual que basura, pero eso éramos para él, una basura. Siempre se encargaba de repetirme que mi ocupación en esta vida de omega era complacer a los alfas, tener hijos, cuidarlos y hacer todas las tareas del hogar. Yo no estaba en posición de decir algo, ya que el temor de que se enoje era más grande. Me sacó de la escuela y no me dejaba salir a la calle...

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