Era muy raro para mi que la gente me dejara escoger mis cosas que voy a usar. Por lo general, simeore escogía por mi, o al menos mi papá, ya que él era quien manejaba el dinero y siempre decía: "Mi dinero, mis reglas". Y nos tenía el dinero contado, no podíamos gastar de más porque sino nos golpeaba.
Jamás en mi vida había venido a este tipo de tiendas de marca y muy caras. Solamente los veía en las revistas viejas que había en la casa.Cuando entramos a la plaza, estaba vacía, no había nadie más que nosotros y todas las tiendas de ropa y zapaterías estaban abiertas, esperándonos pacientemente.
Habían tiendas en donde vendían ropa muy hermosa que mi mamá y menos mi papá, jamas me dejarían tener. Pero era ropa muy cara y a decir verdad yo me sentía un poco apenado. No quería que gastarán tanto en mi.— No veas los preciosos, solo agarra lo que guste.
Habían sido las palabras de Emilio pero aún así yo seguía inseguro.
Supe que Emilio me llevaría a más tiendas todavía más caras asi que terminé por hacerle caso, él me miraba y me seguía de cerca, yo solo me limitaba a ignorarlo y solo miraba la ropa y agarraba lo que me me gustaba.
Terminé escogiendo cinco camisas y cinco pantalones, a pesar de todo no voy a mentir que me siento muy feliz de tener ropa nueva y de marca.
Emilio se acercó a mi con una sonrisa amable. — ¿Eso es todo? Tenemos una plaza entera para ti solo. Podemos ir a mas tiendas.
— Si, la verdad... Bueno, necesito zapatos nuevos...
— No te preocupes, iremos a mi zapatería favorita, créeme que te va a gustar. —me guiña y yo me sonrojo. — Después podemos ir a donde venden los perfumes.
Baje la mirada. — No quiero que gasten tanto en mi... —susurre.
Emilio puso ambas manos en mis hombros y subí mi mirada a sus ojos, sus ojos por alguna razón me transmitían mucha paz y sobretodo confianza.
— Oye, Joaco. Ya lo hemos hablado. No te preocupes por el dinero, mereces ser feliz, mereces escoger lo que a ti te guste. Puedes estar muy tranquilo. —Emilio nunca se cansaba de sonreír y yo no quería que esa sonrisa desapareciera. Era muy hermosa.Asentí. — Está bien.
— Perfecto. Ya después, iremos a comer. Sé que tienes hambre.
Después de pagar la ropa salimos de la tienda y comenzamos a caminar. Viendo más tiendas en las que que puedo ir a comprar.
— ¿Quieres ir a comer ya? —me pregunta Emilio de repente.
Iba a decir que no, pero mi panza habló por mí e hizo ruidos raros. Me puse rojo.— Bueno, eso responde a mi pregunta. —ríe Emilio divertido.
— Lo siento...
— Hey, no te disculpes. Yo también tengo hambre, no eres el único.
Seguimos comprando ropa y zapatos y perfumes, todo para mi, llevábamos como mas de diez bolsas, bolsas que los guardaespaldas que iban con nosotros los guardaban en al auto para no tener las manos llenas.
— De acuerdo. ¿A que restaurante te gustaría ir? —pregunta Emilio. — Comida italiana, comida china, podemos ir al comedor donde venden comida corrida, ya sabes, pizzas, hamburgeresas, tacos. Aunque si lo deseas, simplemente podemos ir a McDonald's. —él me dio opciones, y a mi me daban ganas de ir a todas, pero no lo dije.
— Quiero comida italiana. Jamás he comido esa clase de platillos. Suena interesante.
— Muy bien, Omega. Tienes buen gusto. Vamos entonces.
Este día todavía no acababa, y sinceramente estoy mi emocionado y feliz por primera vez.