CAPÍTULO 19

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Era muy raro para mi que la gente me dejara escoger mis cosas que voy a usar. Por lo general, simeore escogía por mi, o al menos mi papá, ya que él era quien manejaba el dinero y siempre decía: "Mi dinero, mis reglas". Y nos tenía el dinero contado, no podíamos gastar de más porque sino nos golpeaba.
Jamás en mi vida había venido a este tipo de tiendas de marca y muy caras. Solamente los veía en las revistas viejas que había en la casa.

Cuando entramos a la plaza, estaba vacía, no había nadie más que nosotros y todas las tiendas de ropa y zapaterías estaban abiertas, esperándonos pacientemente.
Habían tiendas en donde vendían ropa muy hermosa que mi mamá y menos mi papá, jamas me dejarían tener. Pero era ropa muy cara y a decir verdad yo me sentía un poco apenado. No quería que gastarán tanto en mi.

— No veas los preciosos, solo agarra lo que guste.

Habían sido las palabras de Emilio pero aún así yo seguía inseguro.

Supe que Emilio me llevaría a más tiendas todavía más caras asi que terminé por hacerle caso, él me miraba y me seguía de cerca, yo solo me limitaba a  ignorarlo y solo miraba la ropa y agarraba lo que me me gustaba.

Terminé escogiendo cinco camisas y cinco pantalones, a pesar de todo no voy a mentir que me siento muy feliz de tener ropa nueva y de marca.

Emilio se acercó a mi con una sonrisa amable. — ¿Eso es todo? Tenemos una plaza entera para ti solo. Podemos ir a mas tiendas.

— Si, la verdad... Bueno, necesito zapatos nuevos...

— No te preocupes, iremos a mi zapatería favorita, créeme que te va a gustar. —me guiña y yo me sonrojo. — Después podemos ir a donde venden los perfumes.

Baje la mirada. — No quiero que gasten tanto en mi... —susurre.

Emilio puso ambas manos en mis hombros y subí mi mirada a sus ojos, sus ojos por alguna razón me transmitían mucha paz y sobretodo confianza.
— Oye, Joaco. Ya lo hemos hablado. No te preocupes por el dinero, mereces ser feliz, mereces escoger lo que a ti te guste. Puedes estar muy tranquilo. —Emilio nunca se cansaba de sonreír y yo no quería que esa sonrisa desapareciera. Era muy hermosa.

Asentí. — Está bien.

— Perfecto. Ya después, iremos a comer. Sé que tienes hambre.

Después de pagar la ropa salimos de la tienda y comenzamos a caminar. Viendo más tiendas en las que que puedo ir a comprar.

— ¿Quieres ir a comer ya? —me pregunta Emilio de repente.
Iba a decir que no, pero mi panza habló por mí e hizo ruidos raros. Me puse rojo.

— Bueno, eso responde a mi pregunta. —ríe Emilio divertido.

— Lo siento...

— Hey, no te disculpes. Yo también tengo hambre, no eres el único.

Seguimos comprando ropa y zapatos y perfumes, todo para mi, llevábamos como mas de diez bolsas, bolsas que los guardaespaldas que iban con nosotros los guardaban en al auto para no tener las manos llenas.

— De acuerdo. ¿A que restaurante te gustaría ir? —pregunta Emilio. — Comida italiana, comida china, podemos ir al comedor donde venden comida corrida, ya sabes, pizzas, hamburgeresas, tacos. Aunque si lo deseas, simplemente podemos ir a McDonald's. —él me dio opciones, y a mi me daban ganas de ir a todas, pero no lo dije.

— Quiero comida italiana. Jamás he comido esa clase de platillos. Suena interesante.

— Muy bien, Omega. Tienes buen gusto. Vamos entonces.

Este día todavía no acababa, y sinceramente estoy mi emocionado y feliz por primera vez.

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