CAPÍTULO 23

1.1K 163 46
                                        

Avísenme si ven alguna falta ortográfica jsjsjs aunque según yo no hay ninguna.

Enjoy!!















Esta noche habían visitas, fue imprevisto.

Comencé a hacer mi trabajo llevando bebidas y algunos bocadillos a los invitados, al señor Izan, a Emilio y a Seidy, oh si, ella también estaba ahí.

Todos hablaban de temas que no entendían, de negocios, política, etc.

Noté que Emilio casi no habla, sólo tomaba un poco de vino y comía de los pquenos sándwiches que habían en una bandeja.

Seidy cada que podía se pegaba a Emlio como garrapata, le acariciaba el pelo, beans su mejilla, tocaba su pierna, sus manos, y yo solo veía que Emilio tenía una cara de fastidio y con ganas de salir corriendo de ahí. Pero al parecer la Omega no lo dejaba, dios, yo estaría igual que Emilio, eso debe de ser muy molesto.

— ¡Joaquín, puedes traer más bocadillos, por favor! —esa fue la voz de Izan, salí de la cocina y agarre la bandeja.

— Claro que si señor, permiso. —dije amable, hice una pequen a reverencia, sonreí y me di la vuelta.

No sé en qué momento terminé en el suelo y la bandeja impactando contra el suelo haciendo un gran estruendo.

Eso dolió, mi codo y mi barbilla me dolían un poco, me golpe.
Me senté en el suelo y mire a Seidy quien mantenía una sonrisa triunfante.

Ella me puse el pie, ella fue quien hizo que me tropezara.

— ¡Joaquín! —Emilio me ayuda a levantarme y revisa mi cara para asegurarse de que no me haya lastimado, toca mi barbilla y yo me quejo, si me dolía mucho. — Te lastimaste, ven, vamos a curarte.

— ¿Como fue que te caíste? —Izan también me ayudaba,

Mire a Seidy quién todavía sonreía.
— Fue mi culpa. Soy un poco torpe, no me fije, lo siento mucho señor, arruine la bandeja. —me lamente.

El alfa me toma del hombro. — No te preocupes. Es solo algo material. Tú eres más importante que una simple bandeja. —me revisa mis partes lastimadas y hace una mueca. — Por hoy terminas. Continuas mañana. Tienes que descansar y curar tus heridas. Emilio te ayudará con eso yo te llevaré un poco de agua.

— Lo ayudaré con gusto, padre. —y por supuesto que Emlio no le desagradaba la idea por lo que veo. No me quita su mirads de encima.

— Pero, amor, hoy vamos a salir a una fiesta ¿recuerdas? Será la mejor de todas, no podemos faltar —ahora es Seidy quien habla, se levanta del sillón y rápidamente se cuelga del brazo de Emilio, baje mi mirada, que incómodo.

— Pues hoy no iremos. Iré a curar a Joaquín, iremos en otro momento. Y ya es mejor que te vayas a dormir.

Y sin mas comenzamos a subir las escaleras hasta mi habitación. Con el Alfa mayor sosteniendome.

Por es que Izan es tan amable. — Oiga Señor, espero, todavía me falta todavía una media hora para yo que termine esta noche. Puedo seguir, no se preocupe.

— Nada de eso Joaco. Mañana puedes seguir, tranquilo. Acuéstate en la cama. —miró a Emilio. — Tu ve por el botiquín de primeros auxilios, y yo por mientras iré por el vaso con agua.

Izan se va dejándonos solos.
Emilio me mira y sonríe. — Yo pensé que jamás se iría. —se sienta a mi lado y revisa mi cara, tocando mi barbilla y mi como que no estaba tan lastimado pero si necesitaba al menos una pomada y una curita porque me raspé un poco. Nada grave, la verdad, pero Emilio me veia como si me hubiese roto algún hueso. — Dejame ver, por lo que veo solo te pondré un poco de pomada, ¿te duele mucho?

— La verdad no. Estoy bien, están exagerando un poco, no es como que me haya roto un hueso.

Emilio rueda sus ojos. — Pero eso no evita que nos preocupemos. Dejate ayudar.

Suspiré rendido y deje que Emilio me curara. No me quedaba de otra.
— Tu novia debe de estar enojada, iban a ir a una fiesta.

— No quiero ir a esa fiesta. No me gustan. Solo a veces voy por complacerla o porque no me queda de otra.

— ¿Pero ella no se enoja?

— Claro que si, pero sinceramente no me importa. —comienza a ponerme un poco de pomada.

— Pues debería de importarte, es tu novia...

Emilio no dijo nada.

— ¿Dije algo malo? Te quedaste callado.

Emilio deja de aplicarme la pomada y me mira. — No dijiste nada malo... Es solo que, bueno, solo hay una razón por la que Seidy y yo estamos juntos. Y esa razón no estoy seguro si decírtela ahora.

— Dímelo cuando quieras y cuando te sientas listo.

— Mi mamá me obliga a estar con ella, no es mi novia, en realidad... —se levanta de la cama y comienza a caminar por toda la habitación. — Es mi prometida y esta embarazada... Tiene apenas cinco semanas... —lo suelta de pronto. Como una bomba.

Eso no me lo esperaba.

Miracle Donde viven las historias. Descúbrelo ahora