Sinceramente estoy muy nervioso. El alfa se ha empeñado a hacerme plática, es muy agradable y me ha sacado una que otra risita.
Estoy muy a gusto. Cómodo. Feliz. Me encanta mucho estos sentimientos.
Nos adentramos a un lugar en donde habian casas enormes. Muy grandes, de verdad, podría decir que son como castillos. En cada casa habían carros que sé bien que son muy caros y que nadie más que los que tienen demasiado dinero, pueden comprarlos.
Reconocí el lugar de inmediato, aquí es el lugar en donde le dije a mi mamá que encontraría trabajo.
El lugar simplemente era impresionante.— Wow... —llame la atención del Alfa.
— ¿Que pasa? ¿Hay algo mal?
Negué — No, es solo que... Yo, bueno... Son casas enormes...
— Si, lo sé. Nací en una familia con una muy buena posición económica... Además de que mi trabajo me permite vivir en estos lugares.
— Mi sueño siempre fue estar aquí...
— Bueno pues hoy es tu noche de suerte. —dice sonriente. — ¿No te molesta, verdad?
— ¿Que si me molesta? Para nada —le dije sincero. — Señor, le quiero agradecer. Muchísimas gracias, no sé cómo pagarle... Le prometo que no voy a defraudarle. Daré lo mejor de mi y no va a recibir ni una sola queja hacia mi.
— Estoy muy seguro de eso. Y no tienes que preocuparte de nada, Joaquín. Me has demostrado ser un buen muchacho, eres muy buena gente. Eres inofensivo. —pone una mano en mi hombro dándome un ligero apretón. — Mira... Yo puedo tener muchísimo dinero, pero no por eso me voy a creer superior. ¿Me entiendes? Me gusta ayudar a la gente. He abierto fundaciones en donde ayudo a gente como tú que no tienen recursos suficientes para vivir. —podía ver en sus ojos que no era alguien malo. Él decía la verdad y me lo ha demostrado a pesar de que nos conocemos hace apenas unas horas.
— Dios, muchísimas gracias, no sé qué más decir.... —me lancé a abrazarlo, con mis ojos cristalizados. El alfa ríe un poco pero me corresponde el abrazo.
Quise llorar. En este mundo no hay muchos alfas como él y por primera vez me siento feliz.
— Señor, perdón por interrumpir, hemos llegado. —anuncia el chófer, apagando el auto.
Me separé del Alfa bueno y mire hacia el frente. Bajamos del auto. Dios. La casa de él era gigante. Me atrevo a decir que es más grande que las demás. Tenían un hermoso jardín lleno de flores y un árbol, una fuente preciosa. Habían al menos unos dos o tres autos estacionados. Estoy seguro que hay más.
¡Incluso hay una piscina! Por dios, me siento en un sueño. Un sueño del cual no quiero despertar jamás.A mi mamá le gustara mucho saber lo que esta pasando.
Ay, mi mamá. Espero que este bien. Prometí que iba a llamarle y eso es exactamente lo que haré.— Señor... Yo... Yo quería saber... Quiero saber si... —Ay Joaquín solo dilo ya.
— ¿Que pasa?
Tomé aire. — Bueno, sé que acabamos de llegar pero... me pregunto si puedo usar su teléfono para hacer una llamada... —comencé a jugar con mis manos, bajé la cabeza.
Segundos, vi que el Alfa me tenía su teléfono, lo mire y tenía una sonrisa y una mirada suave — Tómate el tiempo que necesites. No te preocupes, Joaquín.
Le agradecí con una sonrisa y rápidamente marque el número de mi mamá. Me lleve al aparato al oído esperando a que me conteste.
Contesta, contesta, contesta, por favor...