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- ¿Tu, policía? Con ese cuerpo de niño no servirías ni para guardia de parquímetros - risas. 

- Creo que estás en el lugar equivocado, no tienes lo que se necesita - miradas de lástima.

- Si quieres ayudar a los demás, siempre puede haber otra manera - decepción.

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Alejandro abrió los ojos de golpe gracias al estridente sonido de su alarma. Estiró el brazo y calló el insoportable aparato, se enderezó y frotó sus ojos antes de bostezar y estirarse para finalmente salir de la cama. 

Otra vez ese sueño... No, otra vez esos recuerdos. No entendía porque seguía teniéndolos, ya no importaban.

Caminó hasta el baño y se miró al espejo: su cabello estaba revuelto, sus ojos adormecidos y tenía rastros de saliva seca alrededor de la boca. Hizo una mueca de desagrado y empezó a quitarse la ropa, abrió la llave de la ducha y una vez el agua estuvo a la temperatura deseada se introdujo en ella. 

Ducharse por la mañana siempre le ayudaba a despejarse. Una vez terminó salió del baño con una toalla alrededor de la cintura, con otra más pequeña se dedicó a remover el exceso de agua en su cabello hasta que llegó a su habitación. 

Se vistió con su uniforme policial y procedió a abrir las cortinas de su habitación. Aún estaba obscuro afuera, se había levantado antes que el sol, como siempre. Suspiró e hizo la cama antes de volver a salir de la habitación.

Su cafetera inteligente ya le tenía listo el café, tomó su taza y sirvió el ardiente y obscuro líquido, no sin antes añadir unas cuantas cucharadas de azúcar. Si, amaba el café, pero eso no significaba que estaría dispuesto a soportar su amargor.

Se apoyó sobre la barra de la cocina mientras bebía su primer café del día. Una vez terminó miró el reloj: 6:40am. Estaba a buen tiempo. 

Volvió al baño para cepillar sus dientes antes de tomar sus cosas y salir de su departamento. A esa hora de la mañana ninguno de sus insufribles vecinos estaba despierto, así que podía caminar con toda tranquilidad por el pasillo hasta llegar al ascensor y abandonar el edificio sin tener que saludar hipócritamente a nadie. 

Fue al parquin y se montó en su coche, en pocos minutos ya estaba en la carretera rumbo a la comisaría. Llevaba la radio puesta y escuchaba las noticias de la mañana, aunque la verdad no les prestaba demasiada atención. Otra cosa que adoraba de que la mayoría aún durmiera a esa hora de la mañana era no tener que lidiar con el tráfico de la ciudad. 

Para cuando llegó a la comisaría ya eran las 6:55am. Justo a tiempo, como siempre. Aparcó el coche en su lugar designado y se adentró en el edificio. 

- Buenos días, comisario Bravo - le saludó el chico de la entrada. 

- Buenas - respondió sin más y siguió su camino.

- ¿Qué tal, jefe? - a medida que caminaba por la recepción se iba encontrando con sus colegas, que le saludaban animadamente. 

- Luzu, ¿Qué tenemos para hoy? - le preguntó al alumno mientras este le entregaba un nuevo vaso de café que aceptó con gusto. 

- Nada nuevo - empezó a decir el castaño - Todos sus casos asignados están resueltos, pero... - Alex bebió un trago de café.

- Pero... - lo alentó a continuar. Luzu hizo una mueca.

- Llegó una más - de entre el puño de papeles que el chico llevaba en la mano sacó un sobre. 

- Joder, más para mi colección - tomó la carta y empezó a caminar rumbo a su oficina, Luzu lo seguía de cerca.

Protector of Your Love //Fargexby//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora