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ADVERTENCIA: Es posible que la siguiente escena produzca emociones fuertes. Se recomienda ser leído en un lugar solitario para mayor disfrute.

Samuel llegó a su hogar. Cerró la puerta con violencia detrás de sí.

La ira recorría su cuerpo entero, mezclándose con el dolor y esa puta confusión que no daba tregua desde que se había topado con el muchacho noruego. Sentía fuego recorriendo sus venas en lugar de sangre.

Se llevó la mano al pecho y estrujó aquella zona que tanto dolía, pegó su espalda a la puerta y se deslizó hasta quedar sentado en el suelo. No lo pudo contener más, las lágrimas comenzaron a bajar por su rostro incesantes y apenas separó los labios la habitación se inundó de desgarradores gemidos, sollozos y lamentos que podían romperte el corazón con solo escucharlos.

- No puedo más - dijo como pudo a la nada - No puedo, ya no puedo hacerlo - ignoró incluso a la pequeña bola de pelo gris que ronroneaba y se restregaba contra él en un intento de consolarlo. - No lo soporto, Kira - sollozó - No aguanto este dolor, ¡Ya no más! - gritó con toda la voz que le quedaba - Por favor, ya no más dolor, por favor - rogó en apenas un susurro esta vez.

Y es que dolía, aún después de tantos años seguía doliendo con la misma intensidad. El hueco de su corazón no había logrado llenarlo nada ni nadie, no lo había permitido.

Pero ahora, ahora había llegado Rub. El maldito ni siquiera le pidió permiso, simplemente se coló en su corazón y eso lo aterraba.

Rubén había logrado llenar ese hueco, había hecho que se olvidase del dolor y eso lo asustaba como nada. Temía olvidar a Willy y si, sentía culpa, sentía como si lo estuviese engañando.

Eso lo había llevado a reprimir sus sentimientos, a obligarse a sentirse mal, a recordar el dolor que significaba la perdida del amor de su vida para no ceder al nuevo amor que buscaba cupo en su corazón.

Lloró desconsoladamente hasta que el cansancio le pudo y sin querer se quedó dormido ahí mismo, en el frio suelo.

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- Vegetta - escuchó una voz distante interrumpiendo su sueño - Vegetta ~ - canturreó la voz - Vege... -

- Basta - lo cayó sin llegar a abrir los ojos - Sabes que odio ese apodo - murmuró y una suave risilla fue su respuesta.

- Nunca cambiarás, ¿A qué no, chiqui? - aquél apodo fue el que obligó a Samuel a abrir los ojos de golpe. Levantó la vista apresuradamente para poder ver a quien le llamaba.

Lo veía y no lo creía.

Pero estaba ahí, de cuclillas frente a él, en el suelo. Sus brillantes ojos esmeralda lo miraban con esa tranquilidad de siempre, una serena sonrisa curvaba sus labios.

Samuel parpadeó en repetidas ocasiones, temiendo que en una de ellas desapareciera, pero no lo hizo.

- Ah... - trató de hablar, pero la sorpresa le había congelado la boca, aún cuando esta estaba abierta.

¿Cuántas veces no había deseado antes poder verlo de nuevo para decirle todo aquello que no había podido? Ahora estaba ahí, y su boca no le respondía.

- Hola - lo saludó. La mudes de Sam persistió, pero finalmente encontró la fuerza para levantar su mano y llevarla con timidez hasta la mejilla del otro.

Un jadeo abandonó su boca cuando sus pieles hicieron contacto. Willy recargó su rostro contra la mano ajena y eso fue suficiente para que los ojos de Samuel se inundaran nuevamente de lágrimas, pero esta vez acompañadas con una sonrisa.

Protector of Your Love //Fargexby//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora