VI

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Fargan estaba muy incómodo. 

Desde la pequeña escena del día anterior Alex no le había dirigido la palabra, ni siquiera una mirada. Incluso se había levantado temprano para llegar antes que él a la oficina y no le dio ni los buenos días. 

La situación era la misma de siempre; Alejandro estaba sentado en su escritorio, leyendo sus documentos y bebiendo su segundo café de la mañana, mientras que Fargan permanecía sentado en silencio al otro lado de su escritorio, simplemente observándolo. 

Alex solía sentirse incómodo cuando hacía eso, sentía la mirada de su compañero fija en él. Técnicamente el trabajo del moreno era vigilarlo, pero sentía que tal vez se excedía en ocasiones. 

- ¿Cuánto tiempo más piensas seguir ignorándome? - preguntó Fargan con tono sereno.

- No estoy ignorándote - respondió el otro.

- Lo haces - silencio - Te dije que lo lamento - Alex suspiró pesadamente.

- Da igual, ¿Vale? - y regresó a su trabajo. Pero no daba igual, el ambiente lo dejaba claro, había una tensión impresionante. 

- El que estés enojado conmigo complica mi trabajo - insistió.

- Ya te dije que no estoy molesto - pero el tono golpeado y agresivo con el que habló dijo lo contrario.

- Alex... - empezó a decir, pero fue interrumpido.

- ¡No soy Alex! - lo regañó - Soy el comisario Alejandro - Fargan se encogió por el repentino reproche. - Ese es el problema, te estas pasando de confianza conmigo - silencio. Fargan apartó la vista.

- Vale, no volverá a ocurrir, comisario - se levantó de la silla - sino le importa, me gustaría ir a beber algo - pero no esperó respuesta del otro, se dio la media vuelta y de dos zancadas ya estaba en la puerta, salió dando un portazo.

Alex suspiró y dejó caer pesadamente la cabeza contra el escritorio. 

Aquí había un problema. Alejandro detestaba involucrarse emocionalmente con cualquier persona -exceptuando a Samuel-, era peligroso. No quería que su relación con Fargan pasará a algo más allá de lo profesional, pero el castaño no se la ponía fácil. 

Todos en comisaría le tenían un respeto -o temor- abrumador, eso no les permitía bromear o siquiera sonreír cerca de él, conocían su falta de paciencia. Pero a Fargan le daba igual.

Era un descarado, un insolente... Y el único que lograba sacarle sonrisas involuntarias en momentos inapropiados. Por más que buscaba ignorarlo, era imposible.

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Fargan entró al cuarto de descanso hecho una furia y pateando la puerta. 

- Increíble - dijo para sí mismo - Jodidamente increíble - fue hasta la maquina de café - Estoy con él todo el puto rato, intento hacerlo reír. - se sirvió una taza entre quejas - Incluso me meto en putas peleas por su culpa ¿Y qué me gano? - dio un largo sorbo sin prestarle atención a la alta temperatura del líquido. - Me manda a la mierda, así, como si nada. - 

- Alex puede llegar a ser algo difícil - Fargan se tensó en cuanto escuchó una voz externa y se dio cuenta de que no estaba solo. Se dio la vuelta topándose con el superintendente sentado con las piernas cruzadas en una de las mesas del rincón. No lo había visto, obviamente. 

- Súper... - se limitó a decir, sus mejillas enrojecieron de vergüenza. Lo acababa de pillar hablando solo.

- ¿Problemas con el comisario? - Samuel lo invitó a sentarse con él. Fargan dudó, pero no es como si fuera a morderlo... ¿o si? Se acercó con desconfianza.

Protector of Your Love //Fargexby//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora