XVIII

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Aún con los intentos de Fargan por hacer parecer que no pasaba nada, era casi imposible para Alejandro no notar que algo no iba bien con él. 

De repente lo notaba con la mirada perdida, seguía estando más callado de lo usual y se forzaba a sonreír cada vez que Alex hacía un intento por sacar su lado pillo, dulce o... lo que fuera. Solo quería que volviera a ser Fargan, el descarado coqueto y risueño de siempre. 

Pero su comportamiento ya había excedido el límite de Alex, ya no podía soportar su frialdad, era incómoda y le preocupaba. Lo hacía sentir que era su culpa, pasaba horas pensando en algo que hubiese dicho o hecho que lo molestaran, se hacía ideas falsas en la cabeza y se llenaba de tanta ansiedad por las noches que le estaba siendo casi imposible dormir. Sin embargo, cada que le preguntaba por su estado, el mayor le respondía que se encontraba bien y que no debía preocuparse. 

Alex estampó las carpetas de documentos que tenía en la mano contra el escritorio para llamar la atención de David, quién dio un ligero brinco de sorpresa y miró a su jefe con los ojos bien abiertos.

- Ya fue suficiente, ¿No? - alegó Alex una vez tuvo su atención. 

- ¿A qué te refieres? - ladeó la cabeza con falsa confusión.

- Hay algo que te molesta, y no quieres decírmelo - acusó - Ya no soporto verte así, por favor - esto último lo dijo con más dulzura, casi como una suplica. Fargan apartó la mirada con una mueca de culpa. 

- No quería preocuparte, lo siento - se rascó la nuca - te prometo que a partir de ahora... - 

- No - lo interrumpió el menor provocando que regresara su mirada a él. - No lo dejaré pasar esta vez. Ninguno de los dos saldrá de esta oficina hasta que me digas que te pasa. - tragó saliva pesadamente al enterarse de lo que acababa de decir, suplicó porque Fargan no fuera tan necio. 

- Ya te lo dije, no es na... - 

- No te creo - lo volvió a interrumpir. - No es verdad, no me dices la verdad - Fargan frunció el ceño.

- ¿Y tu si? - lo acusó - ¿Tu si me dices toda la verdad, Alejandro? - el menor abrió la boca, pero no respondió, apartó la mirada. - No es nada - repitió. Alex estaba cansado de escuchar eso.

- Vale, como quieras - se cruzó de brazos y apoyó su espalda por completo a la silla. - Tu decides cuando te quieres ir a casa. - la noche ya había caído. La pareja de compañeros solo había regresado para dejar unos documentos antes de dar por terminado su turno. Pero ahora Alex los estaba poniendo en esta situación. 

- No seré yo el primero en cansarse, te lo aseguro - lo retó Fargan adoptando la misma postura. 

Se miraron a los ojos durante un largo tiempo, manteniéndola con el entrecejo fruncido esperando a que el otro cediera para poder acabar con todo esto.

Fargan tenía la desventaja, lo sabía, sabía que dado un momento terminaría cediendo ante Alex, siempre lo hacía. Pero estaba casi seguro de que ganaría este reto porque luego de mucha observación había notado la desesperación del menor por abandonar la oficina dado un tiempo. 

La cabeza de Fargan le restó seriedad inmediatamente y lo transformó en un serio juego de miradas, por otra parte, Alejandro lo seguía manteniendo como lo que era, una presión para que el mayor le confesara las cosas y poder regresar todo a la normalidad. Era una competencia entre la pillería y el orgullo, pero con un pequeño factor de por medio.

Luego de lo que parecieron 30 minutos, Alex comenzó a sudar. Se negó a apartar la mirada de la de su compañero, pero necesitaba centrar su atención en otra cosa, en algo que verdaderamente le distrajera de las cuatro paredes que lo encerraban ya que al encontrarse tan centrado en los ambarinos ojos de Fargan casi podía ver como éstas se iban acercando poco a poco por el rabillo del ojo. 

Protector of Your Love //Fargexby//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora