XLII

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Fargan no respondió esa noche. Alejandro supuso que estaba tan agotado que ni siquiera se percató del sonido de su celular por la madrugada. 

Aún así Samuel no lo dejaría librarse tan fácilmente. Si bien lo dejó ir a casa para que se aseara y durmiera unas horas, estaba citado al día siguiente en su horario recurrente. 

No pudo dormir.

Esperaba que aquél éxito se sintiera satisfactorio, al igual que todas las veces anteriores. Esperaba sentirse orgulloso de sí mismo y demostrarse una vez más a él y al mundo que no hacía falta que nadie lo cuidase.

Pero no se sentía así, no esta vez. 

Esta vez se sentía vacío. Culpable. 

Pasó largas horas recostado sobre su cama mirando el techo, escuchando los sonidos de la ciudad mientras trataba de profundizar en sus propios pensamientos y sentimientos. 

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- Buen día - Fargan llegó a la comisaría a tiempo y de buen humor. El cansancio de la noche anterior lo había ayudado a dormir como un bebé. 

- Buenas - Luzu le respondió el saludo - El jefe quiere verte en su oficina - le informó.

- Claro, como todos los días - obvió mientras entraba en servicio. 

- No ese jefe - aclaró el castaño - Samuel - la mueca del menor fue suficiente para preocupar a Fargan, cuya sonrisa desapareció y rápidamente se dirigió al lugar. 

Apenas se detuvo a tocar la puerta por respeto, pero al escuchar la confirmación para pasar se adentró en la sala. Samuel estaba sentado en su silla con las manos entrelazadas y Alex permanecía de pie frente al escritorio. 

- ¿Está todo bien? - se apresuró a preguntar. - ¿Estas bien? - esta vez su preocupación se enfocó en el menor. 

- Lo está porque tiene un ángel en el culo - expresó Samuel de manera vulgar, pero con una voz tan severa que no dejó lugar a ninguna especie de burla. 

Fargan se acercó hasta quedar al lado del comisario y no pudo evitar notar las marcas rojizas en inconfundibles en su cuello. 

- Dios santo, ¿Que te ocurrió? - apartó con poco cuidado el cuello de la camisa para tener mejor visión de las marcas. 

- Aquí el señorito presente ha estado en contacto desde hace meses con un traficante mexicano -acusó el de mayor rango sin darle posibilidad de responder al menor y ganándose una mirada incrédula por parte de David. - Juntó por su propia mano la información conveniente para acusarlo y anoche se enfrentaron - concluyó. 

- ¿Qué? - la mirada ambarina del moreno fue a dar nuevamente a Alex - ¿Por... Por qué no me lo dijiste? - cuestionó sin reproche. 

Alex frunció los labios.

- Era asunto mío - se limitó a decir. 

- Todo asunto tuyo es mío también - se apresuró a responder. 

- ¡No, no lo es! - elevó la voz casi sin querer - Puedo encargarme de mis propios asuntos, no soy un puto niño, no necesito una puta niñera y estoy ¡Arto! de que a cada puto segundo me estés siguiendo como si me fuese a romper cual cristal - estampó el puño contra el escritorio. 

Fargan se quedó callado en un primer momento, atónito tratando de procesar lo que acababa de escuchar. 

- Estoy cansado de que todos quieran tratarme como si no pudiese cuidarme por mí mismo. Estoy cansado de que a donde voy deba de haber alguien cuidándome - quizá si el ex criminal no estuviese tan concentrado en la nube de ira que comenzaba a formarse en su interior, hubiese notado como los ojos del menor se cristalizaban - No quiero ni necesito a nadie que cuide de mí, yo mismo me puedo encargar de eso - concluyó finalmente. 

Protector of Your Love //Fargexby//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora