David apretó los ojos. Apenas despertar ya podía escuchar los gritos de sus padres proviniendo de la habitación continua, osease el salón.
Gruñó con frustración antes de apretar la almohada contra sus oídos, luego de comprobar por milésima vez que esta técnica no era eficiente abrió los ojos y suspiró antes de incorporarse.
Lo primero que hizo fue estirarse, acompañando el gesto con un bostezo perezoso, se rascó la espalda y humedeció sus labios. Tenía la boca seca y sentía el sabor de su propio mal aliento mañanero, se hecho el alborotado cabello para atrás con la mano y finalmente se levantó del catre que tenía por cama.
Seguía escuchando los gritos, pero había dejado de tomarles importancia. Desafortunadamente, eran más comunes de los que el pequeño niño deseara.
Desde que tenía memoria escuchaba los constantes reclamos y discusiones de sus progenitores, lo había normalizado al punto de estar seguro de que todas las familias funcionaban así, de manera problemática y violenta.
Sus padres ni siquiera notaron su presencia luego de que saliera de la habitación y atravesara el salón hasta llegar al baño. Se cepilló los dientes luego de orinar. Su reflejo le regresaba una expresión aburrida y ojerosa.
No se suponía que un niño de tan solo 7 años luciera un aspecto tan deteriorado. Bajo sus ojos colgaban unas bolsas obscurecidas, propias de la falta de sueño recomendado. Su piel se cernía a su estructura ósea de manera alarmante. Pero nada de eso parecía preocuparle en lo más mínimo a los padres del infante.
- Te he dicho mil veces que no fumes tu mierda en casa - gritaba la mujer con tal furia que estaba seguro de que su vos era audible hasta la esquina de la cuadra.
- Y yo te he dicho que tengas siquiera la decencia de pasar la noche en casa - respondió su esposo.
- ¿Y qué esperas que haga? ¡Odio esta pocilga! - continuó - Esta no es la vida que me prometiste. - por un momento, la voz de la mujer de cabello castaño sonó quebrada.
- Y dale con eso - le restó importancia el otro. - No es mi puta culpa que ese crío absorba todo nuestro dinero - se refirió a David.
- No culpes al niño de esto. Aquí lo que nos tiene jodidos es lo que te gastas en porros - era cierto, pero no pensaban dejar la discusión ahí.
- ¿Y tu manera de solucionarlo es ir de ramera por ahí para conseguir dinero? - la mujer respondió al comentario con una bofetada, una bofetada que le estuvo a punto de ser devuelta, de no ser porque el padre de David no estaba lo suficientemente perdido como para violentar a su mujer, así que detuvo la mano en el aire.
- Adelante, golpéame - insistió - Es lo único que me faltaba - las lágrimas ya estaban acumuladas en los cristalinos ojos marrones de la chica -porque si, era solo una chica- más no se permitió llorar, su orgullo era más grande.
- Eres tu la que me provoca - ante el descarado comentario, la madre del niño soltó una exhalación de indignación.
- No tengo porque tolerar esto - la mujer se pasó ambas manos por el ondulado cabello. - Estoy harta - se dio media vuelta y comenzó a recoger las pocas posiciones que tenía para meterlas en su desgastado bolso de cuero falso.
- ¿Qué estas haciendo? - exigió saber el otro.
- ¡Me largo! -
- ¿Y a dónde se supone que irás?-
- A cualquier parte, mientras sea lejos de ti - en ese justo momento, David salió del baño y se atravesó nuevamente por el salón. No le sorprendían los gritos, lo que si le sorprendió fue que su padre lo sujetara por la muñeca.
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Protector of Your Love //Fargexby//
FanfictionAlejandro es el mejor oficial de la ciudad. Con el puesto bien merecido de comisario se encargaba de limpiar las calles del crimen organizado. Por desgracia, el odio que se ha ganado por lo bien que hace su trabajo lo obligan a buscarse un compañer...