No es que el humor del comisario fuese específicamente bueno generalmente, pero estos últimos días había empeorado muchísimo más.
Su comportamiento e irritabilidad eran aún peores que antes de la llegada de Fargan, ¿Pero quién lo culpaba? El pobre no había podido pegar ojo más de dos horas desde hace casi tres semanas.
Sus ojeras lo delataban, aquella extensa oscuridad bajo sus ojos además de sus constantes bostezos y su andar. Caminaba encorvado, luciendo aún más bajito de lo que debería, incluso se había quedado dormido en una reunión que Sam había convocado hace poco.
Sin embargo, se negaba rotundamente a hacer un comentario al respecto.
No se lo había dicho a Rub. Su amigo había sido aceptado hace poco en una empresa que había quedado fascinada con sus conocimientos y, lo más importante, estaba dispuesta a darle trabajo a una persona con poca experiencia. Estas últimas semanas el rubio había estado demasiado ocupado haciendo los trámites y movimientos de su mudanza.
La casa de Alejandro estaba hecha un lío gracias a eso, ya que había accedido a que se quedara con él por el tiempo de quisiese, pero el desorden le estaba poniendo de aún peor humor.
Tampoco se lo había dicho a Samuel, sabía que si lo hacía estaría admitiendo que la presencia del recién llegado le afectaba y eso era lo último que necesitaba.
Ya se sentía demasiado mal de no poder manejar la situación, peor sería si alguien más se enteraba.
¿Y Fargan? Era con el último con el que quería hablar sobre eso. Eso significaría dar demasiados detalles acerca de su pasado y no estaba en disposición de hacer eso.
Aunque no todo era del todo malo, puesto que el comisario se había abstenido de desquitar su mal trago con su compañero.
La compañía del moreno llegaba a calmarle de cierta manera, su humor le sacaba unas cuantas sonrisas y se mostraba considerado ante el reciente e injustificado cansancio del comisario.
También se sentía seguro, y eso sin duda era lo que más le molestaba.
Estas noches le habían ayudado a darse cuenta de que el tema de Lolito estaba lejos de ser superado y que en efecto, su presencia le seguía imponiendo hasta cierto punto. Sin embargo, cuando Fargan estaba cerca se sentía protegido de él y sus comentarios pasivos agresivos.
Detestaba más que nada depender de alguien para que le defendiera. Pero eso no era culpa del mayor, así que no se lo reprocharía.
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Obscuridad. Una aterradora le nublaba la vista a Alejandro.
Una luz resplandeciente se encendió de repente, y bajo ella un espejo con marco de plata que parecía estar suspendido en el aire.
Se acercó, temeroso, pero curioso y con cautela se asomó para admirar su reflejo. Se quedó helado por un momento, luego procedió a tocar su rostro.
Era él, se reconocía, pero era su versión joven, la de aquél cadete que había sido durante una de sus peores etapas de su vida.
No tuvo demasiado tiempo para admirarse y darse asco a sí mismo como hubiese querido, de la nada el espejo se fracturó y su reflejo se distorsionó a gusto de las grietas que en él se formaron.
Dio un pequeño salto y la sorpresa lo obligó a retroceder apenas un paso, pero no apartó la mirada de su ahora fragmentado reflejo.
Un escalofrío le recorrió el cuerpo entero y el terror se apoderó de su inmóvil cuerpo al distinguir como una docena de manos sombrías se acercaban a él a través de su distorsionado reflejo. No pudo ni voltear, estaba demasiado asustado.
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Protector of Your Love //Fargexby//
FanfictionAlejandro es el mejor oficial de la ciudad. Con el puesto bien merecido de comisario se encargaba de limpiar las calles del crimen organizado. Por desgracia, el odio que se ha ganado por lo bien que hace su trabajo lo obligan a buscarse un compañer...