XIII

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- Así que usted es el famoso comisario Bravo - lo saludó un hombre alto de cabello obscuro y piel ligeramente tostada, de ojos obscuros vestido con vaqueros, una camiseta y una chaqueta de cuero color marrón. 

Y no es que Alejandro se considerase prejuicioso, pero mentiría si decía que no esperaba a un hombre vestido de sombrero, botas y camisa a cuadros con acento marcado que dijera "wey" entre palabra y palabra. 

- Tengo que admitir que esperaba que fuese mas... esto... - tartamudeó en busca de una palabra que no sonara grosera, pero Alex sabía perfectamente lo que quería decir. 

- ¿Más alto? - completó la frase alzando la ceja en el trayecto. El mexicano carraspeó incómodo. - No te preocupes, no eres el primero - le ofreció una sonrisa tranquilizadora que le fue correspondida con otra de alivio. 

- Me llamo Luis - le ofreció la mano a modo de presentación. 

- Llámame Alejandro - le correspondió el saludo. 

- Bueno, vayamos al grano - ambos tomaron asiento dentro del bar, en una zona apartada del resto. - Mi contacto me dijo que tu podría ayudarme - Alex asintió suavemente. 

- Eso depende de lo que quieras - mantuvo la voz serena y suave.

- Estoy buscando hacerme de... contactos - Luis se inclinó levemente hacia adelante - En la policía, ya sabes - el menor volvió a asentir.

- Muy bien... Pero dime, ¿Con qué intenciones? - aunque el comisario ya sabía, gracias a Fran, las movidas que tenía el mexicano, igualmente se hizo el tonto. - ¿Qué negocios manejas exactamente? - lo bueno de ser pequeño es que fácilmente se ganaba la confianza de los demás con su rostro dulce y sus ojos azulados.

- Antes de decirle eso debo preguntar sus intenciones primero - aunque aparentemente Luis era lo suficientemente desconfiado. - Después de todo, usted es la ley - se encogió de hombros - No le puedo decir mis movidas así como así - por más exageradamente lindo que fuera. 

- Comprensible - Alex sonrió con malicia. - Voy a suponer que has escuchado de mi reputación - vio a Luis asentir - Me ha costado demasiado llegar hasta ese punto - se sincero por un momento, solo uno - Aún así mi esfuerzo no ha sido suficiente para llegar hasta donde quiero. - mintió. 

- ¿Y a dónde quieres llegar? - volvió a sonreír. 

- Quiero la superintendencia - el mexicano abrió los ojos con sorpresa - desafortunadamente me tengo que deshacer de mi actual jefe para conseguirla - se encogió de hombros como si sus palabras no tuvieran importancia alguna. 

- Eso es bastante ambicioso - reconoció el de ojos obscuros.

- Esto sería un ganar-ganar - continuó Alex, intentando ser lo más convincente posible. - Si me tienes como aliado me puedo hacer de la vista gorda con los temas que tu manejes, a cambio de que me presentes a las personas adecuadas - su sonrisa no dejaba lugar a la duda.

- Bien, me agrada tu idea - eso, muerde el cebo - ¿Crees que podría mover mi mercancía por la zona sin que tu gente me siga? - se tronó los dedos. 

- Déjamelo a mí - respondió despreocupado. 

- ¿Realmente puedo confiar en ti? - lo analizó con la mirada. 

- Eso depende, ¿Confía en el contacto que te mandó conmigo? - era una pregunta trampa, le agenciaba toda la responsabilidad a Fran, aunque sabía que su informante no era estúpido, tenía la labia para lograr que los demás confiaran en él sin tener que darles nombre y cara. Usando únicamente un seudónimo. 

- No tengo motivos para desconfiar de Staxx - se encogió de hombros y Alex sonrió.

- ¿Entonces tenemos un trato? - extendió la mano reprimiendo una sonrisa. Luis no respondió, estrechó su mano y cerraron el trato.

Protector of Your Love //Fargexby//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora