XLVI

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- Buenos días - un escandaloso estruendo obligó a Alejandro a abrir los ojos precipitadamente. - ¿Qué tal pasaste la noche? - escuchó la descarada voz de Roke retumbarle en los oídos. 

Pujó antes de comenzara a incorporarse con dificultad. Cada parte de su cuerpo dolía, cada una por un motivo diferente. 

Tenía la espalda destrozada por dormir en el suelo, los ojos resecos e hinchados de llorar, complementado con un dolor de cabeza insoportable, las muñecas rasgadas por la soga del día anterior y la garganta ligeramente irritada. El estómago le gruñía y tenía la boca seca y los labios partidos por la deshidratación. 

- ¿Te divertiste? - tomó al debilitado comisario por el brazo y lo obligó a incorporarse a pesar de su evidente falta de fuerza - Porque yo si. Tus gritos fuero música para mis oídos - le susurró al oído y Alex tiró de su brazo como pudo para deshacerse de su agarre.

- ¿Ya tuviste suficiente? - preguntó con voz engrosada, tratando inútilmente de parecer mínimamente intimidante. Rogelio sonrió. 

- No, para tu mala suerte no - lo analizó con la mirada. Alex se mantenía de pie por su cuenta, pero su espalda encorvada, sus ojerosos párpados y su cabello sucio y revuelto demostraban lo mal que se encontraba - Estaba pensando en una buena manera de torturarte. Luego empezaste a gritar y me di cuenta de que el mero hecho de tenerte ahí ya era una tortura - Alex frunció los labios. 

Lo supuso. Supuso que la razón de que nadie hubiera ido a por él hasta ahora se debía a que había estado gritando y rogando, supuso que Roke se daría cuenta de su muy evidente debilidad. Pero no lo había podido evitar. 

No soportaría más horas ahí dentro, lo tenía decidido. 

- Creo que te subestime - empezó a decir el comisario - No me libraré de ti, ¿Verdad? - usó toda su fuerza, tanto física como de voluntad, para levantar la mirada y clavar sus ojos en los de aquél mexicano. Asintió.

- Así es... - volvió a acercarse, pero Alex no retrocedió. Permitió que el hombre lo sujetara por el mentón - Que desperdicio - mustió sin apartar la mirada del rostro del comisario. - Ya no te vez tan lindo con esos moretones y así de mugroso - apretó con total intención el moretón de su mejilla, haciéndolo quejarse ligeramente por el dolor.

- Si, que pena - trató de sonreír, casi inútilmente. - Si hubieses venido hace horas. Te habría podido decir que haría cualquier cosa por salir de esta caja - suavizó su voz - Cualquier cosa - repitió con cierto mote seductor. 

Tenía los ojos clavados en las marrones orbes del mexicano, analizando cada expresión o efecto que pudiesen tener sus palabras. 

Roke le mantuvo la mirada con el ceño fruncido y los labios apretados, luego vagó por el resto de sus facciones. No estaba tan atractivo en ese momento, tal y como había dicho hace poco, pero ya había visto al comisario en su mejor estado. Era tentador.

Su pulgar recorrió el mentón de Alejandro hasta terminar en sus maltratados labios haciendo una ligera presión en estos. Al menos hasta que Alex abrió la boca y capturó la falange, atrayéndola al interior de su cavidad con ayuda de su lengua. 

Podía no estar en su mejor condición, pero sus técnicas de seducción seguían siendo efectivas. Había notado el interés del otro por él desde el principio, y no pensaba perder la oportunidad de aprovecharse de ello.

Supo que el otro cayó en el momento en el que sus mejillas cambiaron de color. 

- ¿Cualquier cosa? - preguntó con voz severa. Alex asintió. - Tu ganas - pero antes de que Alex pudiese siquiera pensar en celebrarlo, Roke lo tomó por el cuello y lo levantó del suelo, quitándole la posibilidad de respirar - Pero no cantes victoria todavía - apenas y lo escuchó con claridad. 

Protector of Your Love //Fargexby//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora