XXVIII

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Una semana había pasado desde que Alejandro le había prestado el libro. Y de verdad estaba tan picado que se había olvidado completamente de la realidad. 

¿Quién era él? No tenía idea. Estaba tan metido en la historia que se sentía en la piel del propio protagonista.

Su mente trabajaba a mil por hora tratando de descifrar antes que nadie en la lectura quien era el responsable de todos los crímenes. 

Tenía ya un sospechoso. No era difícil identificar a un acecino cuando piensas como uno. Y no es que Fargan estuviese orgulloso, pero en más de una ocasión se había visto en la necesidad de desarrollar el papel. 

Estaba 90% seguro de que su sospechoso era el responsable, y aunque las pistas en veces desviaban hacia otros personajes, siempre había un factor que lo mantenía firme. 

Llevaba ya 3/4 del libro leídos, la mayor parte leído por él. Aunque en más de una ocasión le había pedido al menor que leyera para él, éste no era más que un disimulado pretexto para mantener contacto físico (no sexual) con su compañero, ya que en cada ocasión se recostaba sobre o cerca de él. Por lo tanto, terminaba por dejar de prestar atención a la lectura para releerlo con más calma en casa.

¿La foto? No quiso arriesgarse a que las hojas del libro le traicionaran y terminara cayendo cuando Alex estaba cerca, así que la había ocultado en un libro de su propio hogar. 

- Alejandro - Samuel llamó al comisario justo antes de que saliera de comisaría, listo para patrullar con un embobado Fargan que caminaba distraído detrás de él sin soltar el libro. Sin embargo, caminaba cuando el menor lo hacía, se detenía cuando Alex se detenía, bajaba los escalones y caminaba como si conociese el lugar de memoria. Sin titubear, tropezar, chocar o nada parecido.

- Dime - Alex se giró para verle. Fargan se detuvo en seco. 

- ¿Has logrado encontrar algo sobre el informe que te pasé la semana pasada? - Alex se tensó. De estar atento, quizá Fargan lo hubiese notado. 

- No - se limitó a responder, pero la expresión de Samuel le exigió continuar. - Necesito contactar con mi informante primero - finalmente el moreno apartó la vista del libro, el comisario lo notó.

- ¿Y qué esperas? - insistió el musculoso super. 

- Tal vez no lo creas, pero Fran es hombre ocupado - improvisó - No siempre tiene tiempo para mí - eso era mentira, Alex era perfectamente consiente de que una llamada y Fran estaría a su total servicio. 

- Quiero respuestas, pronto - aclaró con severidad. 

- Las tendrás - afirmó. Se dio la vuelta y caminó nuevamente a la salida. De repente se sentía sofocado. 

Fargan lo siguió en silencio, pero ya no leía, ahora su conciencia estaba totalmente en la realidad. Se introdujeron en el patrulla y miró atento como Alex miraba su celular con el entrecejo fruncido.

- ¿Lo llamarás? - las palabras no pidieron permiso para salir de su boca. 

- Oíste a Sam, quiere respuestas. - Marcó un número y se llevó el aparato a la oreja. 

- Pero... - no pudo decir más. 

- Hey, necesito verte - un escalofrío recorrió el cuerpo entero del mayor cuando escucho la voz del comisario endulzarse. - ¿Esta noche te viene bien? - le sonrió al aparato y fue turno de Fargan de fruncir el ceño. - Perfecto, donde siempre y a la hora de siempre - concluyó el menor antes de colgar. Suspiró. 

Alex empezó a conducir y Fargan no tuvo la fuerza para decir nada más, estaba hecho, así que se volvió a hundir en su lectura sin llegar a concentrarse. 

Protector of Your Love //Fargexby//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora