XLI

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- Dos horas en el Google para traducir esos absurdos tecnicismos, te lo juro - se quejó Fargan en el asiento del copiloto - ¿Y todo para que me digas eso? - Alex se encogió de hombros.

- No te voy a felicitar por entregarme ese informe de mierda - quizá estaba siendo demasiado rudo, pero la realidad es que mordía la parte interna de su mejilla para evitar romper a reír por las quejas del mayor. 

- Al menos podrías valorar mi esfuerzo - se cruzó de brazos, haciendo un puchero de esos que lo hacían ver tan infantil y adorable.

- Que si, ahora te compro una paleta - se burló - ¿Quieres que te ponga una estrellita en la frente también? - finalmente se permitió soltar una carcajada. Misma que hizo a Fargan sonrojar de vergüenza.

- Eres muy malo conmigo - se quejó nuevamente. 

- Vale, ya hablado en serio. No lo hiciste tan mal para haber sido tu primera vez - vio a Fargan sonreír por el rabillo del ojo.

Su sonrisa propia poco le duró. Aún por encima de las ocurrencias de su compañero, una pequeña espina se clavaba en su mente. 

Todo se resolvería esta noche. 

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- Bueno, ya que el maldito de Samuel decidió tomarse el día libre - empezó a decir el comisario al entrar nuevamente en la comisaría, ya bajo la supervisión de la perfectamente redonda luna - Tendré que hacer sus malditos informes de mañana - fingió molestia.

- ¿Hablas enserio? - reclamó el mayor - Estoy agotado - lo sabía, él se había encargado de eso. 

Luego de patrullar por un rato, Alejandro le sugirió al mayor una intensa tarde de entrenamiento en el gimnasio de Auron. No solo porque deseaba cansar a su compañero, sino porque presentía que quizá requeriría estimular sus músculos y habilidades.

- Lo siento, cariño. De verdad necesito encargarme de esto - vio el agotamiento en el rostro del mayor y la pena que sintió fue auténtica. No tuvo que fingir cuando dijo: - No tienes porque esperarme, necesitas descansar. - sugirió. 

- Sabes que... - su oración quedo interrumpida por un bostezo - No te voy a dejar - otro bostezo. Alex le sonrió con ternura. 

- Estaré bien y lo sabes - trató de convencerlo, lo cual parecía estar funcionando. 

- Solo necesito un café y estaré como nuevo - informó, pero ni el se creyó.

- Ven, te llevaré a casa - y así pasó.

Fargan estaba tan agotado que dormitó en el asiento del copiloto todo el camino de vuelta a su hogar sin rechistar ni prestar mínimo de atención.

- Llegamos - informó el menor una vez aparcó frente a la vivienda. Fargan se estiró y soltó otro agotado bostezo que le llenó los ojos de lágrimas. 

- Hasta mañana - pero el moreno no salió del auto inmediatamente, sino que se inclinó hacia Alex y depositó un suave beso en su mejilla - Te quiero - susurró en voz tan baja que el menor por un momento creyó no haber escuchado bien.

Fargan abandonó el coche para introducirse en su departamento, pero dejó a un asombrado comisario sujetando su mejilla con los ojos bien abiertos y el corazón latiéndole a mil.

- Perdóname - susurró para sí mismo rogando porque su mensaje lo recogiera el viento y lo llevara hasta oídos del mayor. 

Cosa que, lógicamente, no pasó. 

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Alex cumplió con lo acordado. Quitó el pestillo de la ventana de la oficina de Samuel. 

Protector of Your Love //Fargexby//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora